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Sueñan con desentrañar los misterios del sueño

Los niños necesitan más tiempo de sueño que los adultos para funcionar de manera correcta. carofoto

Aportación de investigadores de la Universidad de Lausana sobre el misterio que ha intrigado a los científicos durante siglos: ¿Por qué los seres humanos necesitan dormir?

Al estudiar los efectos de la privación de sueño en ratones, el equipo detectó un exceso de calcio en el cerebro y pudo determinar el gene que regula ese nivel de calcio.

“Siempre me asombró el hecho de que nadie supiera por qué dormimos” dijo a swissinfo, Mehdi Tafti, responsable del proyecto de investigación del Centro Integrativo de Genómica de la Universidad de Lausana.

Tafti, un experto en desórdenes de sueño, ha pasado los últimos 20 años tratando de descubrir por qué la gente pasa un tercio de su vida en la cama.

Su equipo de investigación divulgó de manera reciente sus conclusiones en la publicación de la Academia Nacional de Ciencia. Los especialistas identificaron un gene – Homer1a – que controla los niveles de calcio en las neuronas del cerebro.

Los ratones, como los humanos, necesitan el calcio para funcionar cuando despiertan y la producción de calcio es mayor cuanto más activos están. Pero cuando los niveles crecen demasiado, las neuronas son sobre estimuladas.

El sueño, por lo tanto, es el modo natural de reducir esos niveles de calcio excesivos en el cerebro. Y Homer1a juega un papel clave en ello.

“Este gene regula los niveles de calcio para proteger al cerebro de la hiperactividad”, explica Tafti. “Cuanto más se mantiene usted despierto, más permanece activo su cerebro”.

Homer1a funciona como señal de alarma. Es como si advirtiera: “Cuidado, el calcio aumenta, tiene que regularlo, de otra manera puede ser tóxico”.

Privación de sueño

“En los animales usados como conejillos de indias la falta de sueño es mortal; ratas o ratones privados de sueño mueren al cabo de dos o tres semanas, pero no sabemos por qué”, prosigue el profesor.

“En humanos nunca se ha experimentado una prolongada privación de sueño, pero probablemente conduciría a la muerte”.

A partir de la constatación de que los genes regulan el sueño, los investigadores se han preguntado también sobre la duración mínima que el ser humano debe pasar entre las sábanas para que su cerebro funcione correctamente.

“La hipótesis es que hay un mínimo vital de sueño, probablemente de entre cinco y seis horas. Siempre digo que esto se parece a la comida que se ingiere. Se necesita una cierta cantidad de alimento pero en general se come más de que lo que se necesita. El sueño es regulado de la misma manera”.

Posibles aplicaciones

El hecho de que los humanos sean también portadores del gene Homer1a abre un enorme campo de aplicaciones en el sector médico.

Por ejemplo, podría ser usado para controlar el cansancio y mantenerse despierto más tiempo, o de manera inversa, mejorar el proceso de recuperación durante el sueño.

Tafti imagina también posibles empleos para tratar a la gente que sufre de depresión o esquizofrenia. Los científicos creen que es muy posible que el gene recién identificado tenga una influencia importante en los trastornos de sueño de las personas que sufren de depresión.

Y ello, porque contrariamente a lo que se creería, la privación de sueño es un antidepresivo sumamente potente.

“El problema es que no dura mucho tiempo y cuando uno vuelve a dormir, despierta deprimido”, apuntó.

Las pruebas con humanos podrían empezar en los próximos cuatro o cinco años.

swissinfo, Simon Bradley, Lausana
(Traducción, Marcela Águila Rubín)

Mientras que el sueño es esencial para la supervivencia, sus objetivos no han podido esclarecerse totalmente y constituyen el tema de amplias investigaciones.

La falta de sueño tiene serios efectos sobre la capacidad de funcionar de nuestro cerebro. Una prolongada falta de sueño afecta de manera importante la parte del cerebro que controla el lenguaje, la memoria, la capacidad de planificar y el sentido del tiempo.

La investigación también muestra que individuos que duermen mal a menudo tienen dificultad para responder a situaciones que cambian rápidamente y para elaborar juicios racionales.

En situaciones de la vida real, las consecuencias son graves. La carencia de sueño habría contribuido a desastres internacionales como Exxon Valdez, Chernobil, Three Mille Islands, y la explosión del Challenger.

La privación de sueño no sólo tiene un impacto fundamental en el funcionamiento cognoscitivo sino también en la salud emocional y física. Desórdenes como la apnea han sido relacionados con el estrés y la hipertensión.

La investigación también ha sugerido que la pérdida de sueño puede aumentar el riesgo de obesidad porque las sustancias químicas y las hormonas que juegan un papel clave en el control del apetito son liberadas durante el sueño.

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