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Urge hablar sobre enfermedades mentales

Los tabúes en torno a las enfermedades mentales pueden aislar a quienes las padecen. Keystone

En Suiza, como en otras partes, la enfermedad mental sigue siendo tabú, pese que este país cuenta con el mayor número de psiquiatras per cápita en el mundo. Los activistas opuestos a la situación afirman que ha llegado el momento de poner fin a esta cultura del silencio.


¿Emplearías a alguien que tuvo una enfermedad mental? ¿Le permitirías cuidar a tus niños? Solamente el 38% lo haría en el primer caso y apenas 14,2% en el segundo, subraya un estudio de conductas ante a la enfermedad mental. El documento fue presentado con la primera campaña nacional de lucha contra los tabúes que rodean al trastorno mental en Suiza, a principios de octubre en Zúrich. (Ver infobox).

 “Las sociedades europeas han abierto sus mentalidades hacia la enfermedad mental, pero hasta cierto nivel. Uno puede apoyar la adopción de medidas en general, pero las cosas son distintas a la hora de emplear a alguien con dolencias mentales”, señala Wulf Rössler, ex director, hoy jubilado, del Hospital Psiquiátrico de la Universidad de Zúrich.

 “La gente quiere proteger a sus hijos con una niñera sensible. Es, por lo tanto, bastante obvio lo que piensan de las personas afectadas mentalmente”.

Hay quienes, señala el estudio, las consideran “peligrosas”, “imprevisibles” y “culpables” de su enfermedad. Incluso los profesionales de esta materia pueden tener -a veces- algunos prejuicios, añade Rössler. Por eso es importante una campaña anti-tabú, precisa.

 “Las personas con dolencias mentales tienen las mismas aspiraciones de vida que cualquiera: trabajar, tener familia, estar integrados y sufragar su vida”, recalca Rössler.

¿Cómo estás, realmente?

Franca Weibel, de la Pro Mente Sana -una de las organizaciones que respaldan la campaña-, ha vivido en carne propia los prejuicios. Su hija tenía apenas 17 años cuando le diagnosticaron esquizofrenia y se la ha pasado yendo y viniendo de clínicas. Intentó incluso quitarse la vida. El aislamiento de la sociedad ha empujado a Weibel a hablar.

Una persona esquizofrénica desea también un poco de respeto, tanto como cualquier otra cuyo mal “visible” es, por ejemplo, cáncer, destaca. “Y poder decir a la gente lo que sientes cuando alguien te pregunta cómo estás”.

Por cierto, “¿Cómo estás?” es el lema de la campaña respaldada por los cantones de Zúrich, Schwyz, Berna y Lucerna, así como por varias asociaciones, incluidas algunas de la región suiza de habla francesa.

Afiches (ver galería), folleto y una página en Internet orientan sobre las charlas e informaciones acerca de la enfermedad mental. El asunto es abordado por primera vez de manera coordinada a nivel nacional (anteriormente se lo hizo en el plano cantonal). 

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La necesidad de actuar parece apremiante porque, según Pro Mente Sana, una de cada dos personas en Suiza sufre de algún padecimiento mental en su vida. Y hay costos: el cuidado del paciente psiquiátrico hospitalizado en Suiza sumó 2.100 millones de francos en el año 2010, o sea el 3,4% de los costos de la salud, señala la organización. El tratamiento psicoterapéutico del paciente ambulante (externo) se cifró en 212 millones de francos.

País de psiquiatras

Suiza tiene un sistema de atención médica a la enfermedad mental bastante diferenciado, con muchos recursos especializados, explica Niklas Baer, consultor de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y colaborador de los servicios psiquiátricos del cantón Basilea Campo.

 “Tenemos la tasa más alta de psiquiatras por persona en toda la OCDE. El segundo mejor país (Islandia) tiene la mitad de ese número de psiquiatras, o sea que disponemos de grandes recursos. Por otra parte, estamos altamente clasificados en la atención del paciente mental hospitalizado; un índice muy alto de camas y hospitales especializados y muchos servicios psiquiátricos para pacientes externos”, refiere Baer a swissinfo.ch.

El elevado número de psiquiatras podría explicarse porque los especialistas suizos desempeñan tareas diferentes que las de sus similares en otros países. Mientras estos últimos suelen ser enormemente especializados en la prescripción de múltiples diagnósticos, los psiquiatras suizos se parecen más a los médicos de cabecera que ordenan tratamientos largos y asistencia mental esencial, explica Baer.

Pero aún así, “estigma y tabú son fenómenos mundiales y Suiza no es una excepción”, previene. “Es importante que la atención sanitaria mental se haya extendido en las últimas décadas, pero el estigma no ha disminuido. Está profundamente arraigado”.

A nadie le gusta hablar de trastornos mentales. Una campaña es algo bueno por esa razón, dice, aunque se mantiene “algo escéptico en cuanto se refiere a los potenciales efectos de larga duración”. “Además, no todas las barreras tienen relación con el estigma: en los empleados, por ejemplo, hasta los problemas mentales moderados ocasionan verdaderas pérdidas de rendimiento en el trabajo. Eso no se debe al estigma, sino a la dolencia mental. Muchos problemas seguirían existiendo aunque desapareciera el estigma”, añade.

Las investigaciones antiestigma muestran que para contrarrestar los tabúes es aconsejable tomar contacto con quienes sufren dolencia mental y potenciar su rendimiento, por ejemplo en el trabajo, precisa Baer. La OCDE ha publicado recientemente un informe en el que interviene Baer señalando que Suiza debe mejorar el enfoque en esta área, sobre todo en los contactos de los empleadores con los psiquiatras.

Corriente principal

Shektar Saxena, director del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con sede en Ginebra, enfoca las cuestiones de la salud mental desde una perspectiva global. Considera que es difícil cambiar actitudes y conductas solamente con información.

 “La mejor manera de reducir un sistema de estigma y discriminación de la enfermedad mental es incorporándolo en el sistema hospitalario y la sociedad en general”, dice a swissinfo.ch.

Muchos países mantienen todavía hospitales psiquiátricos separados, aunque es mejor tratarlos en hospitales generales con pacientes de otras dolencias. La OMS es partidaria además, de dar mayor atención en la familia y en la comunidad, ámbito en el que Suiza podría hacer más, opina.

Como Baer, pone énfasis en la importancia del reingreso de la persona en el trabajo y la sociedad y cita como ejemplo el del antiguo primer ministro de Noruega, Kjell Magne Bondevik, quien tomó licencia del cargo para ser tratado contra la depresión, retomó sus funciones y hasta fue reelecto. El caso apunta al núcleo de muchos mitos sobre la salud mental.

“La actitud en el mundo considera inferior a la gente con enfermedad mental, que nunca estarán bien y que es mejor tenerla aislada”, señala Saxena. “Todas esas premisas son erróneas”.

Campaña en Suiza

La campaña nacional suiza fue lanzada por la organización Pro Mente Sana y el cantón de Zúrich el 10 de octubre de 2014 en el Día Mundial de la Salud. Cuenta asimismo con el respaldo de los cantones de Schwyz, Berna y Lucerna y de organizaciones de salud en la Suiza de expresión francesa.

La idea es combatir los tabúes en la sociedad, alentar a que la gente hable más y averigüe sobre los problemas de la salud mental.

Los afiches destacan cuatro condiciones que incluyen bulimia y depresión. En el lanzamiento surgió cierta crítica a la ausencia de hombres jóvenes en los afiches, grupo considerado con alto riesgo de suicidio. Cuando swissinfo.ch preguntó al respecto, el presidente de Pro Mente Sana Thomas Ihde declaró que aún no se ha incluido a esos jóvenes, pero “hemos comenzado con cuatro afiches y pensamos tener 100”.

La campaña se extenderá hasta el 2016 y no se ampliará únicamente en el plano temático sino también en el geográfico, a otros cantones. Los activistas esperan además conseguir asociados del mundo económico.

Traducido del inglés por Juan Espinoza

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