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Suecia quiere levantar el velo sobre el doloroso pasado de su minoría sami

Kerstin Calissendorff, presidenta de la Comisión de la Verdad para el pueblo sami, el 13 de abril de 2023 en Estocolmo afp_tickers

Una “comisión de la verdad” en Suecia recoge desde febrero los dolorosos testimonios de los samis, un pueblo originario de las regiones árticas que sufrió persecuciones y racismo desde el siglo XVII.

La comisión publicará su informe en 2025, lo que podría abrir el camino a un proceso de reconciliación entre este pueblo, considerado como la última nación indígena de Europa, y el Estado del país escandinavo.

Aún quedan unos 100.000 samis en las regiones árticas de Noruega, Suecia, Finlandia y el noroeste de Rusia.

Llamados también lapones de manera peyorativa, viven desde hace milenios de la cría de renos, la caza, la pesca y la recolección.

Aún recuerdan los estragos de las políticas discriminatorias implementadas por las autoridades.

Nils-Henrik Sikku, un escritor sami de 72 años, las sufrió en carne propia.

Su historia no es única. Se parece a la de todos los hijos de pastores de renos a partir de 1913.

Cuando tenía siete años, fue apartado de su familia y “encerrado” en una “escuela nómada”.

En estos establecimientos oficialmente creados para preservar a esa población, la educación se daba parajadójicamente en sueco y cualquier niño que se atrevía a hablar en su idioma nativo era castigado.

“Si hacía algo malo, corría el riesgo de ser golpeado, encerrado, podían agarrar tu ropa y tenías que quedarte afuera hasta la mañana del día siguiente”, recuerda Nils-Henrik Sikku.

Cierta noche de invierno, decidió huir del lugar junto a unos amigos.

“Corrimos en la oscuridad, no sé cómo lo logramos”, relata a la AFP. “Pero teníamos más miedo de regresar [al centro educativo] que de seguir adelante”, añade.

El cierre de estos sombríos internados en 1962 no implicó el fin de los padecimientos de los samis.

Su calvario empezó en el siglo XVII, impulsado por el creciente interés en sus tierras, ricas en minerales.

Tras ser brutalmente evangelizados para abandonar sus creencias animistas, se intensificó su persecución en los siglos XIX y XX, coincidiendo con el desarrollo económico de la región.

– Racismo –

Las teorías sobre una “raza pura sueca” desembocaron en 1922 en la creación en Uppsala del primer instituto de biología racial en el mundo.

Su director, Herman Lundborg, solía ir a la región de Laponia para recolectar cráneos, medir y fotografiar a los sumis -a menudo niños o ancianos desnudos- para demostrar la “inferioridad” de esa población.

Nils-Henrik piensa que de pequeño, al igual que su padre, fue sometido a esos exámenes pseudocientíficos. “Ignoramos lo que hacía, pero tuvimos que estar desnudos frente a esos presuntos médicos”, afirma.

Los samis criadores de renos recibían un trato diferente.

“Consideraban que los samis eran una raza inferior destinada a desaparecer, y que por eso había que preservar y salvar a los criadores de renos”, explica la investigadora sami Kaisa Huuva, que asesora a la Iglesia sueca.

Los niños de criadores de renos fueron enviados a pensiones, y los demás perdieron sus derechos de propiedad sobre la tierra.

“Muchas de las acciones dañinas cometidas hace mucho se siguen reflejando en las familias, en sus condiciones de vida y en la manera en que perciben sus relaciones con la sociedad sueca, subraya la presidenta de la Comisión de la Verdad, Kerstin Calissendorf.

– “Robo del territorio” –

Las comisiones de Noruega y Finlandia publicarán sus informes sobre el tema este año, pero la sueca hará conocer sus conclusiones en 2025, con la expectativa de que pueda abrir la vía a un proceso de reconciliación.

Nils-Henrik Sikku se niega a dar su testimonio ante los investigadores. “No les tengo ninguna confianza. Nos robaron nuestras tierras, prohibieron nuestra religión y nos robaron la infancia”, explica.

Y el pasado, por muy pesado que sea, no debe ocultar los problemas del presente, advierte Kaisa Huuva, para quien, incluso actualmente “todo gravita en torno al robo del territorio”.

Los criadores de renos están viendo ahora su actividad amenazada por el cambio climático y los conflictos con varios sectores industriales, como la minería o las energías verdes.

Recientemente, una compañía minera anunció el descubrimiento del mayor yacimiento de tierras raras de Europa, que se supone alberga más de un millón de toneladas de metales fundamentales para la transición verde.

El hallazgo se produjo cerca de Kiruna, donde la familia de Kaisa Huuva, que no oculta su preocupación: “si desaparece nuestra tierra, nosotros desapareceremos con ella, y nos fundiremos como la nieve al sol”.

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