Suiza y la UE
Fuera de la Unión Europea
Suiza no es miembro de la Unión Europea. Las posibilidades de ingreso como miembro aumentarán cuando una mayoría de suizos esté convencida de que hay que hacerlo.
En 1992 los ciudadanos suizos por una escasa mayoría rechazaron el ingreso al Espacio Económico Europeo, EEE. Otros tres miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio, EFTA: Islandia, Liechtenstein y Noruega, decidieron ingresar al EEE a pesar de que su asociación sigue existiendo.
El ingreso como miembro de la Unión Europea sigue siendo el objetivo del Gobierno Federal de Suiza. Una petición en este sentido ha sido presentada en Bruselas, aunque sigue inactiva.
En virtud del sistema suizo de democracia directa una postulación concreta para el ingreso a la Unión Europea implicaría la realización de un referéndum nacional y una aprobación de la adhesión por la mayoría de votantes y de cantones.
Actualmente lo mejor que el gobierno suizo puede esperar es un resultado de 50-50 que congela la cuestión por lo menos durante cinco años.
La tibia actitud ante la Unión Europea se explica por varios factores. Se considera que las instituciones de la UE no cumplen plenamente los requisitos democráticos y el sistema suizo de iniciativas y referendos exigiría una severa reforma y una limitación para cumplir con las reglas de la Unión Europea.
También hay una preocupación relacionada con los costos. Suiza se convertiría en un neto contribuyente de las arcas de la UE (probablemente el último) y hay dudas en cuanto a la compatibilidad de la neutralidad con la condición de miembro de la UE.
Comercio
El comercio y la industria de Suiza no están convencidos de los beneficios de un ingreso del país a la Unión Europea. Tradicionalmente el país ha comerciado con todo el mundo. Cada segundo franco suizo ha sido ganado en Suiza a través de las exportaciones.
El escepticismo general suizo en relación con la Unión Europea fue subrayado durante una votación nacional en 2001 cuando se rechazó una propuesta para abrir las negociaciones de adhesión.
Desde 1992 la respuesta pragmática del gobierno suizo ha sido la de comprometerse en largas y difíciles conversaciones con la UE sobre una serie de acuerdos bilaterales.
En 2002 entró en vigor una primera serie de acuerdos bilaterales entre Suiza y la UE sobre comercio, mercado del trabajo y transporte.
Una segunda serie de acuerdos, firmados en octubre 2004, ha sido aprobada por el parlamento y el pueblo.
Exigiendo una votación a escala nacional, la Unión Democrática del Centro, UDC, (partido de la derecha populista) desafió con éxito los llamados Acuerdos de Schengen/Dublín, sobre una cooperación más estrecha entre Suiza y la UE en materia de seguridad. Sin embargo, los ciudadanos suizos aprobaron los acuerdos durante una votación en junio de 2005.
En septiembre 2005, en una consulta separada, que debía decidir si un acuerdo laboral existente se extendía o no a los diez nuevos Estados miembros de la Unión Europea, los ciudadanos suizos se pronunciaron favorablemente.
A pesar de la campaña encabezada por los Demócratas suizos (extrema derecha) y partes de la extrema izquierda, los votantes aceptaron la extensión del acuerdo.
Para garantizar que Suiza no sufra discriminación por no ser miembro de la UE, la legislación suiza, en muchos terrenos, incluido el comercio, ha sido armonizada con la de la Unión Europea.
Una señal más clara de cómo se están tratando estos asuntos es el hecho de que el ingreso en la Unión Europea no figura más como un objetivo del gobierno en los planes de la actual legislatura (2003-2007). Ahora el término utilizado para aludir al ingreso es: «una opción».
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