Así funciona la “Nueva Ola” de la relojería suiza: mentes jóvenes, relojes clásicos
La vitalidad de la industria relojera suiza no sólo se mide por las exportaciones que baten récord tras récord, sino también por la proliferación de nuevas marcas creadas por jóvenes diseñadores. Alexey Tarkhanov, nuestro periodista especializado, explora este vibrante y renovado panorama de la relojería.
En el Valle de Joux, la casa relojera Jaeger-LeCoultre no se ha olvidado de Antoine LeCoultre y Edmond Jaeger, creadores de la prestigiosa marca de lujo del cantón de Vaud. En Ginebra, Vacheron Constantin guarda la memoria de sus fundadores, Jacques-Barthélemy Vacheron y François Constantin. Ya no hay un Abraham-Louis Breguet al frente de la Maison Breguet, pero su presencia persiste: los grandes clásicos del arte de la relojería son fruto del genio de jóvenes visionarios.
Dos siglos más tarde, en los años 1990-2000, una cohorte de nuevos creadores se apoderó del panorama relojero: Maximilian Büsser de MB&F, Felix Baumgartner y Martin Frei de Urwerk, François-Paul Journe y Kari Voutilainen, son algunos de estos “artesanos del tiempo” cuyas obras se venden actualmente a precios muy elevados en las subastas.
Tras esta explosión de talentos, hubo un período de calma en el microcosmos helvético. Pocos recién llegados lograron hacerse un lugar bajo el sol, a excepción de Rexhep Rexhepi, ciudadano ginebrino originario de Kosovo, quien fundó su marca Akrivia en 2012 a la edad de 25 años.
Su ascenso fue vertiginoso, al igual que el reconocimiento de sus pares: su Chronomètre Contemporain ganó el prestigioso premio al mejor reloj masculino en el Gran Premio de Relojería de Ginebra en 2018. Hoy en día, Akrivia se ha establecido como una referencia indiscutible, y Rexhep Rexhepi fue elegido a finales de 2023 para una colaboración con Louis Vuitton, convirtiéndose en el rostro del éxito de la vanguardia relojera.
Se acerca la verdadera “Nueva Ola”
Pero en los últimos años, Rexhep Rexhepi ya no está solo. Nuevos nombres emergen en el mercado. “Podemos citar a Guillaume Laidet en Nivada Grenchen y Vulcain, Étienne Malec en Baltic o incluso Andrea Furlan en Furlan Marri: todos forman parte de una nueva generación de empresarios relojeros”, señala Serge Maillard, periodista y editor de la revista especializada Europa Star.
Nicolas Freudiger, cofundador de la marca eco-responsable ID Genève, que consiguió atraer a Leonardo DiCaprio como uno de sus inversores, figura sin duda en esta lista. Lo mismo ocurre con Julien Tixier, que crea piezas excepcionales en su taller del Valle de Joux, y Simon Brette, cuya Chronométrie Artisans fue distinguido como “Revelación relojera” durante la última edición del Gran Premio de Ginebra en 2023.
Si bien la industria relojera ya cuenta con más de trescientas marcas etiquetadas como “Swiss Made”, ¿cómo podemos explicar el resurgimiento de nuevos participantes en un mercado que a menudo se considera saturado?
“Parte de la clientela manifiesta una gran frustración hacia las casas relojeras establecidas, que no dejan de aumentar sus precios y no logran comunicarse con el nuevo público”, afirma Guillaume Laidet, joven empresario y apasionado de la relojería.
Los artesanos de la “Nueva Ola” se dirigen a dos segmentos de compradores distintos: los coleccionistas apasionados y el público general amante de los relojes. El primero, al igual que Akrivia, se dirige a conocedores adinerados que buscan originalidad y calidad que ya no necesariamente encuentran en las grandes casas, que suelen reservar sus piezas más exclusivas a un círculo cerrado de compradores fieles e históricos.
Patek Philippe es especialmente conocida por el rigor con el que trata a los compradores de sus relojes más raros: al igual que para conseguir un bolso Hermès, hay que ganarse el privilegio. Frente a estas prácticas, los nuevos ricos de las nuevas generaciones prefieren dirigirse directamente a los diseñadores contemporáneos.
El advenimiento de Internet ha hecho su trabajo más visible. “Nosotros tuvimos que esforzarnos durante décadas para explicar lo que hacíamos. Basta con que pongan su proyecto en Instagram para que decenas de personas vengan corriendo a gritarles ‘Toma mi dinero'”, explica Maximilian Büsser, relojero y fundador de MB&F.
Aun así, una marca joven que ha producido algunas maravillas puede desaparecer tan rápidamente como apareció, dejando atrás relojes fantasiosos que lamentablemente son irreparables. Sin embargo, los amantes de esta industria están dispuestos a correr este riesgo por curiosidad o por su deseo de apoyar la evolución de la relojería.
Nuevos creadores para un nuevo público
El deseo de resucitar marcas suizas que habían caído en el olvido llevó a Guillaume Laidet a adquirir Nivada Grenchen y Vulcain. Relanzó la primera, fundada en 1926, en 2020, y la segunda, nacida en 1858, en 2021. Lamenta no haber podido añadir a su colección Universal Genève, otra bella durmiente recientemente adquirida por Breitling.
Su estrategia difiere de la de la mayoría de los relojeros: en lugar de producir relojes carísimos en cantidades muy reducidas, crea relojes mecánicos accesibles al gran público. Las nuevas marcas tienden a operar en el comercio electrónico, pero siguen guiándose por los valores y el saber hacer suizos, como demuestra el aspecto a menudo “vintage” de sus colecciones.
Este posicionamiento de “buenos alumnos” de la relojería contrasta con la escena de los años 2000. En casos extremos, esto puede parecerse a la imitación o incluso a la falsificación: al reproducir los best-sellers de la nobleza relojera, algunos neo-relojeros ponen su propio nombre en esferas que podrían pertenecer a Patek Philippe o Rolex.
Este fenómeno sorprende a los creadores relojeros de principios de milenio, que se veían a sí mismos como rebeldes dentro del sector. “No entiendo por qué, en lugar de dinamitar los códigos como lo hicimos nosotros, se contentan con seguirlos de cerca”, dice Felix Baumgartner, cofundador de Urwerk. “De hecho, en los anuncios publicitarios, a veces parece que estamos frente a productos que son el resultado de una inteligencia artificial (IA) a la que se le ha pedido: ‘Creame un reloj que reúna todos los clásicos suizos’”.
“No trabajamos con IA”, sonríe Guillaume Laidet. “No somos oportunistas, estudiamos los catálogos de la época para encontrar las inspiraciones más fieles a la imagen de tal o cual marca”. Estima que sus marcas están dirigidas a todas las generaciones, desde jóvenes aficionados hasta coleccionistas experimentados. “Pero todos estamos de acuerdo en un punto: la nueva ola relojera corresponde a una nueva generación de clientes. Esto confirma que el reloj clásico sigue estando de moda en todas las circunstancias”, asegura.
Texto adaptado del francés por Norma Domínguez / Carla Wolff
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