Túnez cierra la era Ben Alí, que fue enterrado en Arabia Saudita
Con el discreto entierro del expresidente Ben Alí este sábado, Túnez pone punto final a una página de su historia con una cierta indiferencia y mientras se prepara para celebrar unas elecciones democráticas, pese a que un número importante de casos y denuncias que salpican al fallecido dirigente y a sus colaboradores siguen aún abiertos.
Fue enterrado el sábado por la tarde en el cementerio de Al Baqi, cerca del mausoleo del Profeta Mahoma, en la ciudad santa de Medina, en el oeste de Arabia Saudita, según testigos.
Ben Alí, expulsado el 14 de enero de 2011 después de haber instalado un régimen policial en Túnez durante dos décadas, falleció el jueves en el exilio, en Yedá, Arabia Saudita.
Su muerte no fue noticia ni motivo de conversación en Túnez, que se prepara para elegir a sus diputados el 6 de octubre, y luego a un presidente entre un hombre de negocios encarcelado y un académico que aboga por una descentralización radical.
Su esposa, Leila Trabelsi, que lleva una vida cómoda y discreta en Yedá con sus dos hijas Nesrine y Halima y su hijo Mohamed, ha sido objeto de severas condenas en rebeldía en Túnez por malversación de fondos y posesión de armas, estupefacientes y piezas arqueológicas.
Ben Alí fue condenado varias veces a cadena perpetua, en particular por la sangrienta represión de las manifestaciones de la revolución, que se saldó con más de 300 muertos.
Nunca respondió por sus actos. «El segundo presidente de la República de Túnez pertenece ahora a la Historia, será la Historia quien lo juzgue», dijo su abogado libanés Akram Azuri.
Están en curso varios juicios gracias a las investigaciones realizadas por la Comisión de la Verdad y la Dignidad (IVD), encargada de esclarecer las violaciones cometidas entre 1955 y 2013.
La IVD ha reunido testimonios, documentos y archivos oficiales para que los torturadores y los que daban las órdenes, incluido Ben Alí, sean juzgados en tribunales especializados.
Catorce audiencias públicas permitieron también dar la palabra a familiares de desaparecidos que explicaron su calvario o incluso a un sobrino de Ben Alí, Imed Trabelsi, que detalló la corrupción bajo el régimen.
– Vecinos, coches y empresas –
El clan de su esposa fue nefasto para la economía de Túnez. El Banco Mundial publicó un informe en 2014 en el que calculó que, a finales de 2010, las 114 personas que integraban el clan Ben Alí controlaban 220 empresas que acaparaban «el 21% de todos los beneficios anuales del sector privado, es decir, 233 millones de dólares, más del 0,5% del PIB».
A su partida, centenares de empresas y bienes inmuebles, automóviles de lujo o incluso joyas pertenecientes a la familia Ben Alí y a decenas de allegados fueron incautados y confiados a un fondo estatal, Karama Holding.
Este fondo posee el 51% de las acciones del operador de telefonía Orange en Túnez. También es dueño de la mayoría de las acciones de la principal fábrica de cemento del país, Cartago Cemento, así como de terrenos agrícolas y palacios, entre otros.
El estado tunecino está lejos de haber recuperado los fondos saqueados. Tras las dificultades iniciales, Karama ha vendido desde 2011 alrededor de 2.000 millones de dinares (600 millones de euros) de participaciones en empresas privadas, de los cuales 500 millones solo en 2018, según su director general Adel Grar.