Tristeza y resignación en Mannheim, donde un taxista paquistaní evitó un atropello mayor
Salvador Martínez Mas
Mannheim (Alemania), 4 mar (EFE).- La tristeza y la resignación inundaban este martes el centro de Mannheim, ciudad del suroeste de Alemania en la que un atropello múltiple a manos de un ciudadano alemán causó dos muertos y once heridos, un balance que habría sido peor si no hubiera intervenido un taxista paquistaní que paró con su vehículo al atacante.
«Es un día triste. Esta mañana dejé flores de mi tienda en la plaza. Pero estamos bien, nos tiene que ir bien, porque tenemos que seguir trabajando», dijo a EFE Fery, un joven que regenta una tienda de flores cerca de la ‘Paradeplatz’.
En una de las esquinas de esa plaza se detuvo al hombre de 40 años identificado como Alexander S. que utilizó su Ford Fiesta como un arma contra peatones en esta céntrica zona de Mannheim.
«Estoy perpleja por lo ocurrido. No me lo explico», señaló a EFE Margarette, una jubilada que se acercó a la zona del ataque para comprar su periódico local.
«Hoy debería de ser un día de fiesta en Mannheim y está todo cerrado, el ambiente está todavía cargado por lo que pasó», abundó.
Este martes debía celebrarse el «martes de Carnaval», parte de unas fiestas muy arraigadas en las partes del país con mayor tradición católica, como Baden-Württemberg, estado federado del suroeste germano en el que se encuentra Mannheim.
Al ataque del lunes siguió la cancelación de los actos festivos y este martes hay convocado un acto ecuménico en memoria de las víctimas en una iglesia evangélica.
Difícil volver a la normalidad
Saman, una mujer que vende ‘Bretzel’, panes horneados salados con forma de trenza, trabaja en un puesto en la calle donde Alexander S. atacó a los peatones y contó a EFE que no vino a trabajar el lunes porque las autoridades alertaron del ataque por teléfono y pedían no acudir al centro.
«Hablé con mi compañera del turno de mañana que lo vivió todo. No paraba de llorar y gritar. Me da mucha pena. Pero esta mañana tenía que venir a trabajar. ¿Qué iba a hacer si no?», planteó.
Oliver, que trabaja en un estanco de la calle atacada, reconoció a EFE detrás del mostrador que «es difícil estar aquí, vivir algo así es muy diferente a verlo en televisión».
Las investigaciones del suceso siguen su curso y el primer ministro de Baden-Württemberg, Winfried Kretschmann, afirmó el lunes que el atropello «es un acto contra el que no puede haber una protección al 100 %», ni siquiera en el centro de una urbe diseñado en bloques cuadrados de construcción que, ya desde el siglo XVI, han de servir para la defensa ante ejércitos invasores.
Un taxista heroico paquistaní
Un taxista paquistaní identificado como Azfal Muhammad fue el que paró el ataque de Alexander S.
«Desde la parada en la que esperaba clientes, vio venir el vehículo que atropellaba a la gente, arrancó su taxi y fue directo a estrellarse para pararlo», contó Seini a EFE, compañero de trabajo de Muhammad.
«A Azfal lo conocemos porque en el negocio del taxi aquí, muchos somos indios o paquistaníes. Azfal es un hombre ya veterano, no es un joven heroico, es un señor mayor que se comportó como un héroe», abundó Seini.
Este martes, en la parada de taxi desde la que el taxista paquistaní se lanzó con su vehículo para frenar a Alexander S. y su Ford Fiesta, Aslán y otros taxistas dijeron a EFE que ellos habrían «hecho lo mismo».
El recuerdo del ataque que mató a un policía
Fery y Margarette también se acordaron, tras las dramáticas escenas vividas el lunes junto a la ‘Paradeplatz’, que a escasos metros de donde se produjo el atropello múltiple se encuentra la Plaza del Mercado, donde el pasado mes de mayo perdió la vida un policía al ser atacado con un cuchillo por un solicitante de asilo afgano.
«Hace ocho meses apuñalaron a un policía no lejos de aquí y ahora esto, no me explico cómo puede haber alguien que utiliza un vehículo como arma», dijo Margarette.
«El atropello ocurrió apenas meses después del ataque del mercado. No puede ser. Esto es malo para la ciudad», abundó Fery, deseoso de que las autoridades «hagan algo». EFE
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