Trump, un socio «impredecible» y amigo de las «amenazas»
América Latina se puede ir olvidando de las zanahorias cuando Donald Trump vuelva a la Casa Blanca en enero, opinan los expertos, que temen una diplomacia de «las amenazas» de consecuencias imprevisibles.
El regreso del expresidente republicano cuatro años después de una salida caótica, sin reconocer su derrota en las urnas, suscita muchos interrogantes.
¿Cómo gobernará? ¿Cumplirá su promesa de deportación masiva de inmigrantes? ¿Impondrá aranceles de dos dígitos?
«Será sencillamente una diplomacia sin valores, por motivos transaccionales y por su proyecto político», resumió Christopher Sabatini, investigador para América Latina en Chatham House.
Cabe la posibilidad de que pase por alto los derechos humanos en países como El Salvador y México con tal de conseguir sus objetivos en «inmigración y la mejora de las relaciones económicas», añade.
En su opinión el peligro de que polarice la política interna de varios países es real. Se ha visto con su apoyo al exmandatario ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil y los presidentes Javier Milei en Argentina y Nayib Bukele en El Salvador.
– China y México –
Como región América Latina ha dejado de ser prioritaria para Estados Unidos y es «poco probable» que esto vaya a cambiar con Trump, adelanta Michael Shifter, profesor de la Universidad de Georgetown en Washington.
Sin embargo prestará atención al papel de China, su gran rival, y a México, principal socio comercial y actor clave en el control de los flujos migratorios.
«Si repite los errores de su primera administración amenazando y castigando a gobiernos latinoamericanos por su cercanía con China, será contraproducente», advierte Shifter.
Y «si implementa su promesa de llevar a cabo la deportación más masiva de la historia de Estados Unidos generaría una fuerte reacción en América Latina» y «las tensiones interamericanas aumentarán considerablemente».
Trump tiene a México en la diana. Lo ha dejado claro incluso en el último mitin de campaña. Por dos motivos: primero porque China construye fábricas en el país sudamericano para vender los productos en Estados Unidos, según él, en vez de fabricarlos en territorio estadounidense.
Y por el fentanilo que según Washington se fabrica en México con sustancias procedentes de China.
El septuagenario cree haber encontrado la solución a todos sus males.
«La palabra más bonita del diccionario es aranceles», repite.
«Vamos a tener una buena relación con China (…), pero si venden fentanilo a Estados Unidos a través de México vamos a poner un 25% de aranceles hasta que dejen de hacerlo», afirma.
Lo mismo piensa hacer con México «si no detienen la entrada de ese veneno» en Estados Unidos. Según él «pueden detenerlo no aceptándolo de China», aunque «probablemente tendrán que llegar a un acuerdo con los cárteles».
Sergio Manuel Alcocer, presidente del Consejo mexicano de asuntos internacionales, cree que se avecina una relación «muy compleja».
«La pregunta es si hará efectivas sus promesas de campaña».
Pongamos que lo hace. «Una deportación tendrá efectos en la mano de obra para Estados Unidos, en la economía» y «graves consecuencias para México en lo migratorio», afirma.
Si la economía de Estados Unidos «se desacelera el crecimiento de México se vería en riesgo», explica.
Para lidiar con Trump, la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum «tendría que adoptar una posición muy pragmática».
«El que haya ganado Trump puede ser complicado pero bueno para el país» porque impondrá normas y reaccionará si México se acerca demasiado a China o Rusia, opina Alcocer.
«México va a decir soy un país soberano y puedo hacer lo que quiera» y Washington le dirá: «te vas con China o te quedas con el acuerdo» T-MEC, el tratado de libre comercio de Norteamérica que, por cierto, Trump quiere renegociar.
En cuanto a la migración ilegal, según el experto, «México debe haber aprendido la lección y no puede ceder a las presiones de Estados Unidos».
Si Washington quiere que los migrantes esperen del otro lado de la frontera a que se resuelvan sus casos migratorios en los tribunales, México «deberá pedir dinero, mucho dinero» en compensación, sugiere Alcocer.
Vanda Felbab-Brown, directora de la Iniciativa sobre Actores Armados No Estatales de Brookings Institution, con sede en Washington, también opina que de entrada Trump usa «la diplomacia del palo». «Es fanfarronería, son amenazas, un lenguaje agresivo».
Rusia y China podrían beneficiarse.
Si bajo la administración Trump las relaciones se deterioraran con un país latinoamericano «China está bien posicionada para sacar ventaja», asegura Felbab-Brown.
Estados Unidos «no tiene el espacio fiscal ni el interés político para invertir en grandes proyectos de infraestructuras» como hace China, abunda Sabatini. De modo que compite con Pekín «con las manos atadas a la espalda en lo diplomático y lo económico».
erl/nn