Las Las bomberas de Estambul de igual a igual que los bomberos
Ilya U. Topper
Estambul, 6 oct (EFE).- Una treintena de mujeres integran desde el verano por primera vez la histórica y centenaria unidad de bomberos de Estambul, la principal ciudad de Turquía, un país mayoritariamente musulmán gobernado por el partido islamista conservador AKP.
«De mayor quiero ser bombera» es la única frase que a ninguna de estas 37 mujeres se les había ocurrido, porque si bien desde 1988 han aparecido bomberas en algunos municipios turcos, es todavía extremadamente raro ver a mujeres manejando hacha y manguera en Turquía.
«No se considera un trabajo de mujeres, pero desde pequeña yo hacía cosas que se ven propias de chicos, así que mi familia no veía nada raro en esta situación», cuenta Ceyda Cirik, de 22 años, en el cuartel de bomberos de Basaksehir, un barrio periférico de Estambul.
PREJUICIOS DISIPADOS
La joven acaba de volver de una intervención en una fábrica incendiada, junto a sus compañeras Esra Ücler y Rüveyda Tös.
Las tres están integradas en un equipo de una decena de hombres que al principio las miraron con cierta desconfianza pero pronto se acostumbraron.
«Al principio había prejuicios, pero a poco se fue disipando, mostrábamos lo que sabemos hacer», asegura Rüveyda en diálogo a Efe.
«Hace poco fuimos a un incendio, pregunté por dónde subir al piso de arriba. El compañero me mostró la escalera, ‘pero tú no puedes subir ahí'», relata.
«¿Cómo que no? Claro que subí. Ahí se sorprendieron», cuenta Rüveyda riéndose con ese recuerdo.
Esra, de 25 años, asegura que nunca sintió rechazo durante el trabajo, aunque reconoce que a veces los hombres intentan dejarlas fuera por la «diferencia de fuerza física».
Las tres chicas toman té con sus colegas hombres en el patio del cuartel mientras esperan la siguiente alerta.
«Y toca hablar de fútbol y de coches; aprendemos de ellos y viceversa, estamos integradas», se ríe Ceyda.
OFICIO DE LARGA TRADICIÓN
Ser bombero tiene mucha tradición en Estambul, antiguamente construida casi toda de madera, pero los cuerpos voluntarios de bomberos, los llamados ‘tulumbacilar’ del siglo XVIII y XIX, con su indumentaria de chaqueta, zaragüelles y faja, eran precisamente un ejemplo de hombría y valor.
Consta que en 1890 una mujer se integró en una de estas cofradías, pero fue una excepción que no se volvió a repetir hasta un siglo más tarde.
La tardía llegada de las mujeres a este oficio sorprende en un país que tuvo su primera piloto de combate en 1937 y una primera ministra en 1993, con un millar de mujeres sirviendo en las fuerzas armadas.
La oferta de 50 plazas para bomberas – solo 37 pudieron cubrirse, ya que no todas las candidatas superaron los exámenes y las pruebas físicas – es todo un mensaje político de la alcaldía de Estambul, desde 2019 en manos del partido socialdemócrata CHP, el principal rival del AKP.
Con sus estimados 15,6 millones de habitantes, Estambul es con diferencia la ciudad más grande del país eurasiático.
FAMILIAS RETICENTES
No todas las aspirantes han tenido la suerte de Ceyda, cuya familia «ya estaba acostumbrada» a que la niña hiciera cosas distintas y quisiera llegar siempre la primera a cualquier sitio.
Rüveyda, de 27 años, no le contó nada a sus padres… hasta después de aprobar el examen.
«Me dijeron que este trabajo no lo podía hacer, que es de hombres, que no me iban a hacer caso. Pero estamos aquí para derribar este ideario», insiste la joven, diplomada en ingeniería y criada «entre la maquinaria y los materiales de obras» de su padre, un empresario de la construcción.
Para Rüveyda, pasar de ingeniera a bombera no ha sido adentrarse en un mundo más machista; todo lo contrario.
«Aquí somos funcionarias, tenemos derechos. Cuando era ingeniera supervisando obra, había muchos más comentarios de qué hacía una mujer ahí. Era más duro que aquí», recuerda.
«Es la primera vez que hay mujeres aquí, pero creo que es necesario», concluye Esra. «¡Las mujeres tienen que estar en todas partes!» EFE
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