Un «campamento de ojos» se abre a las donaciones en el festival hindú del Kumbh Mela
Hugo Barcia
Prayagraj (India), 24 ene (EFE).- Entre miles de tiendas de campaña y un llano en el que niños pasean en dromedario, el festival hindú de Kumbh Mela ha erigido un campamento para promover la donación de ojos entre millones de peregrinos, que originalmente acudían a esta masiva reunión con la meta de purificar sus pecados con un baño sagrado.
El objetivo es reducir la ceguera de alrededor de 1,5 millones de personas con discapacidad visual en la India, por lo que la organización ha destinado un inmenso terreno de cuatro hectáreas para este recinto de donación, en el que médicos y voluntarios llegados de todas partes de la India trabajan codo con codo.
«En total hay 216 personas trabajando aquí, que vienen de otros hospitales», dijo a EFE el vicepresidente de la organización benéfica Saksham, Kamlakant Pandey, que se encuentra detrás de esta iniciativa.
Un recinto similar fue establecido en 2019, cuando la ciudad de Prayagraj acogió el Ardh Kumbh, un festival hindú similar al Kumbh Mela que se celebra cada seis años -en lugar de doce- y que es de menor tamaño; en aquella ocasión pasaron por él 240 millones de peregrinos.
Más de 11.000 personas se anotaron como donantes de ojos hace cinco años, por lo que, en vistas a los 450 millones de fieles que se espera que pasen este año por Prayagraj -convirtiendo al Kumbh Mela en la mayor reunión humana del planeta-, la organización espera superar dicha cifra.
Una segunda vida para los ojos
Entre los escasos donantes se hallan dos decenas de alumnos adolescentes de un gurukul -institución educativa religiosa en la que los estos residen junto a su gurú o maestro-, que esperan entre murmullos su turno para registrarse.
«Los ojos son un órgano primordial del cuerpo, por eso pueden ser útiles para los demás», aseguró su maestro, Viyendranath Gupta, de quien partió la idea de llevar allí a los niños.
Junto a su ayudante, organiza a los menores -vestidos completamente de naranja- para que entren uno por uno en una pequeña sala donde rellenan un formulario de consentimiento, sobre el que no paran de hacer preguntas, mientras parecen disfrutar más de la excursión que del gesto de altruismo que realizan.
Una vez estampada su firma, sus datos personales pasarán a estar a disposición de los bancos de ojos para que, cuando fallezcan, sus familiares contacten con las autoridades para proceder a la donación.
Gafas gratuitas para los devotos
Lo que realmente atrae a la mayoría de devotos hasta el campamento, según Aditya Chaubey, uno de sus voluntarios, es la posibilidad de realizar un examen gratuito de la vista y obtener un par de gafas sin coste alguno.
Para ello, decenas de personas hacen fila en una galería situada a pocos metros del despacho al que siguen entrando niños. Tras anotar sus datos en un mostrador, los pacientes se adentran en varios habitáculos donde les espera un equipo de 40 doctores equipados con todo tipo de instrumentos oftalmológicos.
Una de estas devotas es Mitlesh Mishra, una mujer de avanzada edad que planea estar cinco días en el Kumbh Mela para bañarse en la confluencia de los ríos Ganges, Yamuna y el mítico Sarasvati -como marca la creencia-, y que dice que se enteró de la existencia del campamento de ojos una vez llegó al festival.
«Los devotos primero vienen a revisarse la vista. Si necesitan anteojos, los obtendrán automáticamente. Se los damos tanto para leer como para ver de lejos», explicó a EFE el director general de Sensespharma, S. Rajagopalan, principal impulsor del reparto de gafas gratuitas.
Esperando un récord Guinness
El objetivo, agregó, es examinar a 500.000 pacientes de la vista, además de repartir 300.000 pares de gafas, lo que supondría un récord Guinness.
Sin embargo, como sucede con las donaciones de ojos, el ritmo también ha sido lento en los primeros días, con apenas 10.000 chequeos médicos y el reparto de unas pocos miles de gafas en las primeras cinco jornadas, según Rajagopalan.
Una de las posibles causas puede ser la demora en el servicio. A pesar de que la organización asegura que todo el proceso apenas toma una hora -en tan solo 15 minutos pueden tener listas las gafas-, el tiempo es, una vez más, relativo.
Pritika Khandewal abandonó el recinto con una media sonrisa por haber recibido sus ansiadas anteojos, que le facilitarán la lectura, pero que no oculta cierto hastío por las tres horas que dijo que debió esperar.
Detrás de él quedaron decenas de personas que, de pie o sentados en sillas, aguardarán los quince minutos más largos de sus vidas.EFE
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