Un centro de migrantes de Malta se prepara para recibir al papa y a ‘hermanos’ de Ucrania
El anciano religioso Dionysius Mintoff está concentrado en alistar el centro de alojamiento de Malta para la llegada de los refugiados ucranianos, su mayor preocupación, pese a que en pocos días recibirá también al papa Francisco.
A la sombra de los árboles, en el «Laboratorio para la Paz», dedicado al papa Juan XXIII, en medio de un grupo de pequeños edificios localizados al extremo sur de la isla mediterránea, han construido rápidamente cuatro cabañas nuevas.
«En cada habitación caben seis niños. Así que contaremos con 24 niños para empezar», contó la semana pasada Mintoff, de 91 años, mientras mostraba a la AFP el lugar donde ha vivido y trabajado durante cinco décadas.
Apoyadas a las cercas de alambre, se divisan apiladas las enormes cajas de cartón de la agencia de la ONU para los refugiados.
Un grupo de ucranianos que huyen de la invasión rusa tendrá que convivir con 55 jóvenes provenientes de toda África que residen en ese sitio y que llegaron a Malta sin papeles.
Mintoff, un fraile franciscano, es el fundador del laboratorio, un centro creado en 1971 para la educación a la paz, que se inspira en el mensaje del papa Juan XXIII, quien murió en 1963 poco después de lanzar su célebre encíclica «Pacem in Terris» (Paz en la Tierra).
Desde 2002, el centro ha acogido a cientos de inmigrantes de África y Asia, que han cruzado el Mediterráneo, a menudo hacinados en barcazas, en busca de una nueva vida en Europa.
El papa Francisco, que visitará Malta el 2 y 3 de abril, un país con una mayoría católica, desea manifestar su solidaridad con los migrantes, desde un país que representa una importante puerta de entrada al viejo continente.
Mintoff desea también que otros países compartan el peso migratorio que recae de manera desproporcionada sobre las naciones del Mediterráneo.
«Los europeos, cuando se reúnen, lamentablemente hacen muchas promesas… pero cumplen muy pocas», dice.
Para el fraile, los esfuerzos de Francisco por los pobres y desfavorecidos son comparables a los hechos por Juan XXIII, «el Papa bueno», a quien admira desde joven.
– La sombra de la guerra –
Ubicada frente a la costa italiana de Sicilia, Malta, que fue colonia británica, fue también base estratégica para los aliados durante la Segunda Guerra Mundial y fue intensamente bombardeada y objeto de incursiones aéreas.
Por ello el fraile fundó un laboratorio dedicado a la paz, que diera alivio a un país traumatizado también por el largo sitio padecido entre 1940 y 1943.
«Digo la misa en el mismo lugar de donde los líderes supervisaban la guerra», cuenta, mientras indica la iglesia, decorada con imágenes de líderes contemporáneos, desde Martin Luther King hasta Gandhi.
Decenas de miles de migrantes han llegado por mar a Malta en los últimos años, desde un máximo de 3.400 en 2019 hasta los 832 del año pasado, según ACNUR.
Las ONG han acusado a Malta de ignorar los pedidos de ayuda de las embarcaciones que navegan en sus aguas y el Consejo de Europa tildó en 2020 como «inhumanas» las condiciones de detención en la isla.
Pero Malta, con una población de 516.000 habitantes, considera que proporcionalmente es el país que recibe el mayor número de inmigrantes ilegales per cápita de la Unión Europea.
– Tratados como hermanos –
Mintoff ofrece un techo a aquellos que el sistema no cobija y terminan en las calles.
«Mis muchachos han sido todos rechazados», explica el fraile.
Junto a la pequeña iglesia hay un exuberante jardín, un corral de cabras y un teatro de piedra al aire libre de donde hablará el papa Francisco.
Detrás de una valla con las puertas abiertas, los migrantes viven en un puñado de casitas estrechas que dan sobre el jardín.
Todas tienen un nombre, «para que sientan que tienen algo, una pertenencia, una dirección», explica.
Hay una especie de gimnasio al aire libre, mientras que en la parte trasera han montado una escuela improvisada e incluso una pequeña mezquita, pintada de amarillo y con el piso alfombrado.
«Nadie los llamará Juan en lugar de Mahoma, y nadie les dará la Biblia en lugar del Corán», advierte Mintoff a los recién llegados.
El fraile vive también en una pequeña habitación detrás de la oficina, ya que está convencido de que hay que estar entre aquellos que necesitan ayuda.
«Cuando tienes una persona que se sienta en la mesa contigo, no sólo le das cobijo, sino que lo estás tratando como a un hermano», resume.