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Un policía decapitado en Filipinas tras la imposición de la ley marcial

Habitantes de la localidad de Marawui huyen de sus hogares por la presencia en la ciudad de combatientes armados que declararon su lealtad al grupo yihadista Estado Islámico, el 24 de mayo de 2017 afp_tickers

Militantes islamistas decapitaron a un jefe de la policía y retuvieron a varios rehenes, incluido un cura, en el sur de Filipinas, donde el presidente Rodrigo Duterte impuso una ley marcial para frenar a los islamistas que pretende extender al conjunto del país.

«El jefe de la policía de Malabang fue detenido cuando volvía a su casa en un control operado por terroristas y creo que le decapitaron en el lugar directamente», declaró el presidente para justificar la ley marcial impuesta en el sur de Filipinas.

Rodrigo Duterte precisó este miércoles que podría declarar el régimen de excepción «en todo el país para proteger a la población».

El jefe del Estado impuso la ley marcial el martes por la noche en la región de Mindanao, cuando combatientes que juraron lealtad a la organización yihadista Estado Islámico (EI) se enfrentaron a las fuerzas de seguridad e incendiaron edificios en la localidad de Marawi.

El presidente advirtió que la implantación del régimen de excepción recordaría a los tiempos de la dictadura. Se trata no solo de poner fin a los combates en Marawi sino también de afrontar la amenaza islamista inspirada en la organización yihadista Estado Islámico a través de Mindanao.

Los combatientes islamistas irrumpieron en una catedral de Marawi y capturaron al padre Chito Suganob, así como a otras personas, según el presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas, Socrates Villegas.

«Han amenazado con matar a los rehenes si las fuerzas gubernamentales desplegadas contra ellos no se retiran», dijo.

Estas informaciones deben aún ser verificadas, dijo un portavoz regional del ejército.

Los combates de Marawi estallaron tras un ataque de las fuerzas de seguridad contra un supuesto escondite de Isnilon Hapilon, considerado como el jefe del grupo EI en Filipinas.

Estados Unidos considera que Isnilon Hapilon es uno de los terroristas más peligrosos del mundo y le puso a su cabeza un precio de cinco millones de dólares. Hapilon es igualmente uno de los líderes de Abu Sayyaf, grupo islamista especializado en secuestros.

Un centenar de combatientes islamistas respondieron incendiando edificios y otras maniobras de distracción, según el ministro de Defensa, Delfin Lorenzana.

– Banderas negras –

En fotografías publicadas por los habitantes en las redes sociales, se puede ver a hombres armados deambulando por las calles de Marawi e izando banderas negras parecidas a las del grupo EI.

Miles de ciudadanos huyeron de Marawi, localidad de 200.000 habitantes, informa un fotógrafo de la AFP presente en un puesto de seguridad militar, cerca de Iligan, la gran ciudad más cercana, a unos cuarenta kilómetros.

«Ayer oímos varios tiroteos y explosiones. Nos escondimos en el interior, teníamos demasiado miedo de salir», declaró a la AFP Noraisa Duca, musulmana de Marawi.

Abu Sayyaf, presente en la mayoría de las islas más meridionales de Mindanao, secuestró a cambio de rescate a cientos de filipinos y de extranjeros desde los años 1990.

Según los especialistas en cuestiones de seguridad, Isnilon Hapilon se esfuerza en unir a los grupos filipinos que han jurado lealtad al EI.

Entre ellos, el grupo Maute, que en los últimos 12 meses libró mortíferos combates contra el ejército.

– Implacable –

Desde los años 1970, la rebelión musulmana reclama una región autónoma o independiente en Mindanao. Los combates han dejado más de 130.000 muertos.

Los principales grupos de esta rebelión negocian la paz con el gobierno. Pero Abu Sayyaf, Maute y otros grupos islamistas quieren establecer un califato islamista en nombre del EI, explican los especialistas.

El jefe del Estado filipino prometió ser implacable en Mindanao y estableció paralelismos con la ley marcial instaurada bajo la dictadura de Ferdinand Marcos, derrocado por la revolución conocida como «People Power» en 1986.

Los opositores de Rodrigo Duterte, iniciador de una polémica guerra contra la droga que ha dejado miles de muertos, confesaron sus temores de que utilice las cuestiones de seguridad para imponer una forma de autoritarismo.

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