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Un tripartito espera sacar a Austria de la recesión y frenar a los ultras

Viena, 27 feb (EFE).- Los conservadores (ÖVP), socialdemócratas (SPÖ) y neoliberales (Neos) de Austria han consensuado un ambicioso programa para gobernar juntos en los próximos cinco años, centrado en sacar al país de la recesión y frenar tanto la inmigración ilegal como el fuerte avance de los ultranacionalistas del FPÖ.

Afrontar estos desafíos requiere «el compromiso de las fuerzas constructivas», declaró el líder del Partido Popular (ÖVP) y futuro canciller federal, Christian Stocker, al comparecer ante la prensa en Viena para presentar el acuerdo alcanzado tras arduas negociaciones.

El pacto pone fin a cinco meses de parálisis política desde las elecciones del 29 de septiembre, en las que el ultra FPÖ de Herbert Kickl ganó con casi el 29 % de los votos, y supone el primer Ejecutivo tripartito en Austria desde 1949.

Stocker asumió la jefatura del ÖVP en sustitución del excanciller Karl Nehammer, quien dimitió en enero tras el fracaso de la primera ronda de negociaciones con el SPÖ y Neos, y ante la posibilidad de un pacto de su formación con la ultraderecha, una opción a la que se había opuesto durante la campaña electoral.

El FPÖ fue inicialmente excluido de las negociaciones tras las elecciones, pero tras ese primer fracaso recibió el encargo de formar gobierno y después de cinco semanas de contactos con el ÖVP tampoco pudo cerrar ningún acuerdo.

Bajo el lema ‘Pragmatismo y consenso’, el programa presentado hoy por los líderes políticos incluye un paquete de ahorro, el endurecimiento de las políticas de asilo y medidas para frenar la subida de los alquileres.

En cuanto al reparto de carteras, el ÖVP ocupará tres ministerios, entre ellos el de Interior, además de la cancillería federal, mientras que los socialdemócratas, cuyo líder, Andreas Babler, será vicecanciller, se harán cargo de otros tres, incluido el de Finanzas.

Exteriores y Educación recaen en el pequeño partido Neos, cuya presidenta, Beate Meinl-Reisinger, se convertirá en la jefa de la diplomacia austríaca.

Dura austeridad

El presupuesto es «la palanca con la que podemos superar todos los desafíos», declaró Babler en la misma rueda de prensa, después de que quedara claro que muchos planes del nuevo Gobierno dependerán de una buena marcha de la economía.

Pero el desafío se presenta difícil, pues Austria esta en recesión desde hace dos años y enfrenta la necesidad de una dura consolidación presupuestaria, valorada en entre 18.000 y 24.000 millones de euros.

Reducir el déficit, que alcanzó el 4 % del PIB el año pasado, y evitar un procedimiento de déficit excesivo de Bruselas, es el principal reto en este momento.

Así, el tripartito se plantea ahorrar 6.300 millones de euros este año y otros 8.700 en 2026.

Entre las medidas previstas para lograr ese objetivo destaca la eliminación del bono climático, de entre 145 y 290 euros, que se pagaba a cada residente legal permanente para compensar el aumento del impuesto a la huella del carbono.

Se prevén además reducciones de las subvenciones, así como recortes en el presupuesto de los Ministerios y en la ayuda que cobran los empleados que suspenden el trabajo para ampliar sus estudios.

Al mismo tiempo, con el fin de aumentar los ingresos del Estado se prevé subir hasta un 44 % las tasas por gestiones administrativas, como sacarse el pasaporte, el carné de conducir o el permiso de circulación.

Restricciones a refugiados

Los tres partidos se han comprometido a reducir el número de inmigrantes que llegan a Austria, un tema que domina el debate político desde hace años y que da alas a los ultras.

Stocker anunció una detención inmediata, aunque temporal, de la reagrupación familiar de las personas que han recibido asilo. Si vuelve a activarse, los cónyuges sólo podrán viajar a Austria si tienen más de 21 años, y no 18, como hasta ahora.

Además, será posible detener completamente la llegada de refugiados si aumenta el número de solicitudes.

Se espera que el nuevo Gobierno tome posesión el próximo lunes, una vez que las direcciones de los partidos conservador y socialdemócrata den su visto bueno, y que los Neos hagan lo propio en un congreso este domingo.

Un eventual fracaso del tripartito desencadenaría nuevas elecciones, que es lo que quiere el FPÖ, pues los sondeos le auguran un avance aún mayor al conseguido en septiembre, con una intención del voto en torno al 35 %.

Por el contrario, los dos partidos tradicionales, conservadores y socialdemócratas, profundizarían sus pérdidas. EFE

wr/fpa

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