Una oda al padre de los ‘t’ilinchos’, las miniaturas de cerámica más icónicas de Bolivia
Gina Baldivieso
La Paz, 23 ene (EFE).- El trabajo incansable del ceramista aimara Walter Melendres, creador de los icónicos ‘t’ilinchos’, las figuras en miniatura que plasman la cotidianidad andina y que se exportan a Estados Unidos y Europa, se refleja en una exposición que abre una serie de homenajes a los «Grandes maestros» de las raíces de Bolivia.
‘Walter Melendres Quiso. El gran maestro ceramista’ es el nombre de la muestra inaugurada en el Museo Nacional de Etnografía y Folclore (Musef) de Bolivia, cuya directora, Elvira Espejo, explicó a EFE que con esta exposición, esa entidad inaugura la línea ‘Grandes maestros de nuestras raíces’.
«Es un tema que convoca a todas las maestras y maestros que estamos perdiendo a lo largo del tiempo porque la educación formal no ha valorizado» sus saberes y conocimientos, señaló Espejo.
La directora comentó que decidieron iniciar esta serie de homenajes con Melendres por sus raíces indígenas, ya que el ceramista proviene «de una comunidad que no ha olvidado» su propia lengua y tiene «una fuerte conexión» con su tierra, pero además porque sus afamados ‘t’ilinchos’ han llegado a países de Europa y Norteamérica.
«Para mi estas personas son importantes porque no solamente son de la comunidad, sino que él ha podido traspasar fronteras y cuando traspasas fronteras eres la bandera boliviana que das visibilidad a tu país, a tu territorio», valoró.
Para Espejo, Melendres no es solamente un artesano, «es un maestro artista de raíz que conecta» sus conocimientos aprendidos de sus ancestros «y los lleva hacia la actualidad».
Origen
Melendres nació en 1960 en la comunidad Khunkhu Liki Liki, un territorio donde existió la milenaria cultura tiahuanacota en el que actualmente se encuentra el municipio de Jesús de Machaca, en el Altiplano de La Paz.
El ceramista contó a EFE que aprendió de su abuelo a hacer figuras en cerámica desde sus 5 años, cuando comenzó modelando animales que veía en su comunidad, como ovejas, llamas o vacas.
Siendo adolescente, aprendió a hacer réplicas de las cerámicas tiahuanacotas y con el paso del tiempo fue perfeccionando sus técnicas.
A sus 19 años, se hizo cargo de sus ocho hermanos después de que murieron sus padres.
«Con 23 años creamos la pequeña empresa con los muñequitos que se hacen en la provincia, pero esto sin saber que podíamos exportar», explicó.
Esos «muñequitos» son los simpáticos ‘t’ilinchos’, unas pequeñas figuras de indígenas y animales, de no más de cuatro centímetros, con ojos grandes, rostros sonrientes y colores vivos en sus indumentarias.
«Mis inspiraciones han sido siempre nuestra cultura que vivimos en la provincia», señaló.
Maestro ‘t’ili’
El nombre ‘t’ilinchos’ surgió ante la pregunta de una cliente que le dijo: «Tú eres de estatura baja, éstos son chiquititos. A ver, en aimara, ¿qué te dicen porque eres de baja estatura». La respuesta fue ‘t’ili’ y el resto es historia.
Su primer mercado en el exterior fue Alemania, a donde llegó invitado a una feria en Fráncfort.
«Ahí exponemos nuestros productos y conseguimos clientes mayoristas» que le siguen comprando «hasta ahora», y también exporta a oras naciones como Italia, Estados Unidos, Perú, Chile, Japón, Francia y España, entre otras.
Su taller actualmente está en la ciudad de El Alto, vecina de La Paz, pero la materia prima que usa, la arcilla, proviene de Jesús de Machaca.
Hacer una figura de gato, vaca o tortuga le toma entre dos a tres minutos empleando nada más que sus manos para modelar la efigie y un instrumento puntiagudo para ponerle el rostro y algunos rasgos.
Melendres ha diversificado su emprendimiento, pues además de los ‘t’ilinchos’, también hace vasijas, mosaicos, mesas, murales, joyas, vajilla y obras de arte.
La exposición en el Musef consta de medio centenar de piezas que reflejan la evolución de su arte, además de textos y fotografías que narran su historia y un video que muestra cómo es su trabajo.
A sus 64 años, Melendres está empeñado en transmitir sus conocimientos para que otra gente aprenda a trabajar la arcilla para subsistir, convencido de que «hay harto futuro para los bolivianos, porque está en el suelo la materia prima». EFE
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