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Una web sobre el ataque con gas sarín en Tokio para salvaguardar a las nuevas generaciones

María Roldán y Yoko Kaneko

Tokio, 20 mar (EFE).- Cuando se cumplen 30 años del ataque con gas sarín en el metro de Tokio, familiares de las víctimas y testigos han puesto en marcha una web para evitar que el suceso caiga en el olvido y prevenir que las generaciones jóvenes caigan en las redes de cultos como el que lo perpetró.

La mañana del 20 de marzo de 1995, integrantes del culto religioso Aum Shinrikyo (Verdad Suprema) liberaron el agente altamente tóxico gas sarín en cinco trenes de la red del metro de Tokio que pasaban por la estación de Kasumigaseki, donde se ubican numerosos ministerios e instalaciones gubernamentales.

El ataque causó 13 muertos en el momento del suceso, decenas de personas quedaron en estado vegetativo y unas 6.300 resultaron intoxicadas, un cuarto de las cuales siguen lidiando hoy en día con estrés postraumático, según una encuesta realizada por el Centro de apoyo para la recuperación, una ONG, con motivo de la efeméride.

En 2020, una mujer con daño cerebral murió tras 25 años arrastrando secuelas, convirtiéndose en la víctima número 14.

El fundador del grupo religioso y en torno al que giraba el culto, Chizuo Matsumoto, más conocido como Shoko Asahara, fue ejecutado en 2018, al igual que otros 12 de sus acólitos condenados.

Los devotos del culto, bajo la influencia de Asahara, creían que se acercaba el apocalipsis, la batalla entre el bien y el mal que numerosos credos creen que marcará el fin de los tiempos, y consideraban las masacres una forma altruista elevar las almas a un plano superior.

Treinta años después del atentado, que transformó la percepción de la existencia del extremismo en Japón, un país conocido por su baja tasa de criminalidad, e incluso influyó en el paisaje urbano nacional, que se deshizo de las papeleras públicas, todavía existen varios grupos herederos de Verdad Suprema. Los más conocidos son Aleph y Hikarinowa, que operan abiertamente.

Los grupos siguen reclutando nuevos adeptos por medio de redes sociales o seminarios. Se estima que unas 1.600 personas forman parte de ellos, según los servicios de inteligencia japoneses.

Más de la mitad de aquellos que se unieron a estas agrupaciones en los diez años hasta 2023 tenían entre 10 y 29 años, y no están familiarizados con el ataque ni el origen de los grupos, lo que preocupa a las autoridades y las víctimas, que buscan con el proyecto archivístico mantener viva la memoria de lo sucedido.

Un aviso para los jóvenes

«Espero que este portal sirva de entrada para conocer el caso», dice Shizue Takahashi, de 78 años, que perdió a su marido, el subjefe de la estación de Kasumigaseki, y que ha sido una de las principales activistas por la memoria del caso.

El archivo digital contiene testimonios y escritos de unas 20 personas que se vieron involucradas en lo sucedido y excreyentes.

El portal recoge también fotografías y vídeos que se irán ampliando con el tiempo.

«Quiero que escuchen las voces del lado de las víctimas y quiero que conozcan lo sucedido», señaló Takahashi en una rueda de prensa días antes del aniversario, en la que mostró su preocupación porque tanto la secta como su filosofía, a través de sus herederos espirituales, sigan existiendo décadas después.

Ella misma participa en el proyecto junto a otros familiares de víctimas, trabajadores del metro, miembros de la Policía que estaban investigando al culto, bomberos o médicos como el doctor Shinichi Ishimatsu, director del Hospital Internacional St. Luke de Tokio, que trató a personas heridas y ha escrito sobre el caos en el centro tras el ataque y la gravedad de las secuelas de las víctimas.

Temor a la recurrencia

La página web busca atraer el interés de las generaciones más jóvenes, que pueden no estar familiarizados con el suceso y el culto, para intentar prevenir que perfiles solitarios que busquen cobijo en este tipo de grupos repitan algo similar.

Para Shoko Egawa, una periodista que seguía los pasos del culto y en especial el asesinato por parte de sus miembros del abogado Tsutsumi Sakamoto, entonces con 33 años, y su familia mientras preparaba un caso contra ellos, «la educación es muy importante».

«Es como una vacuna. Tal vez puede reducir los riesgos», dice a EFE.

El también abogado Yuji Nakamura, responsable del grupo de letrados que representan a familiares de víctimas y que fue compañero de Sakamoto, está preocupado porque los herederos espirituales de Verdad Suprema, especialmente Aleph, están ocultado el volumen real de sus finanzas, asegura.

El letrado teme que estos fondos puedan volver a utilizarse para perpetrar un acto similar en el futuro y, con sus actividades, que mantiene desde hace décadas, espera dar a conocer el caso entre los abogados jóvenes para que contribuyan a evitarlo. EFE

mra-yk/alf

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