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30 años del fallido golpe de Estado que sentenció a la URSS

Bernardo Suárez Indart

Moscú, 19 ago (EFE).- Hace hoy 30 años una junta denominada Comité Estatal de Emergencia (GKChP, siglas en ruso) anunció al mundo que el presidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, había enfermado y que, por tanto, asumía el poder para hacer frente a la grave situación que aquejaba al país.

El comunicado oficial no engañó a nadie: se había puesto en marcha un golpe de Estado en toda regla, con imposición de censura y cierre de los medios informativos independientes que habían surgido durante el periodo de reformas impulsado por Gorbachov conocido como la «perestroika».

UNA RESISTENCIA INESPERADA

Con lo que no contaron los golpistas fue con la decidida resistencia presentada por el entonces presidente de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, Borís Yeltsin, que se atrincheró en la sede del Gobierno ruso, la «Casa Blanca», y llamó a la población a defender el orden constitucional.

En una decisión, que según diversos analistas selló el fracaso de la asonada, el GKChP ordenó la entrada de tropas en Moscú, pero nunca llegó a dar la orden de que actuaran contra Yeltsin y sus partidarios.

Con carros de combate ya en la calles de la capital, algunas unidades militares se sumaron a la defensa de la Casa Blanca y los planes de los golpistas, que confiaban en tomar el poder de manera incruenta, comenzaron a desmoronarse como un castillo de arena.

La asonada se cobró tres víctimas mortales, producto de confusos incidentes, y no de un ataque a la «Casa Blanca».

LA SOLEDAD DE GORBACHOV: VÍCTIMA O CÓMPLICE

Gorbachov, según su propio testimonio, había sido aislado e incomunicado en su residencia de Foros, a orillas del mar Negro, y regresó a Moscú el 21 de agosto en un avión con el vicepresidente ruso, Alexander Rutskói, quien fue a buscarlo.

Pero para él ya nada sería igual: el presidente soviético había quedado a la sombra de Yeltsin, un antiguo aliado convertido en uno de sus mayores críticos por la lentitud de las reformas.

Hasta el día de hoy en Rusia polemizan sobre el papel de Gorbachov en la asonada golpista: víctima o cómplice por omisión.

«Más tarde, los golpistas cambiaron más de una vez su ‘versión’ de los acontecimientos. Primero reconocieron su culpa, pero luego hicieron como les aconsejó uno de los conjurados: ‘Culpen de todo a Gorbachov'», señaló el expresidente soviético en una declaración con motivo del trigésimo aniversario de la asonada.

LA PRESERVACIÓN DE LA URSS, LA JUSTIFICACIÓN DE LOS GOLPISTAS

El nonagenario estadista indicó que los organizadores del golpe de Estado «intentaron justificarse afirmando que les movía la preocupación por preservar el país, pero las consecuencias de sus acciones resultaron catastróficas», ya que cuatro meses después la Unión Soviética dejó de existir.

«Todo lo relacionado con el GKChP se convirtió en una farsa gracias a uno de sus organizadores: Mijaíl Gorbachov», señaló a la agencia oficial RIA Nóvosti el vicepresidente del comité de la Duma para asuntos de la Comunidad de Estados Independientes, Konstantín Zatulin.

Según el legislador, el presidente soviético actuó «como Poncio Pilatos y se lavó las manos» en lo que fue un «torpe intento de salvar la URSS».

UN EPISODIO DE LA LUCHA POR EL PODER

Treinta años después, la intentona golpista contra Gorbachov, que precipitó la desintegración de la URSS, para muchos rusos fue un episodio más de la lucha por el poder en la cúpula gobernante del país.

Así opina el 47 % de los participantes en una encuesta del Centro de Estudios de la Opinión Pública (VTsIOM, por su siglas en ruso).

Para el 31 % de los encuestados los acontecimientos de agosto de 1991 fueron trágicos y tuvieron consecuencias negativas para el país, mientras que para el 7 % supusieron el triunfo de una revolución democrática que acabó con el poder del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).

Y solo uno de cada cinco de los participantes en el sondeo supo descifrar correctamente las siglas GKChP.

LAS VUELTAS DE LA HISTORIA

Una de las imágenes icónicas del fracaso de la intentona golpista fue la retirada de la estatua de Félix Dzerzhinki, el fundador del KGB, de la plaza que se encuentra frente la sede del ahora FSB, el Servicio Federal de Seguridad, del que fue director el actual presidente ruso, Vladímir Putin, y que es hoy la organización más poderosa del país.

«Cualquiera que sea el partido que fundemos siempre nos sale un PCUS», dijo en su momento el ya desaparecido primer ministro ruso Víctor Chernomirdin.

Pero ya en 2011 Gorbachov aseguraba que el partido oficialista Rusia Unida, a la sazón liderado por Putin, le recordada «una mala copia del PCUS». EFE

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