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Uruguay frena el narcotráfico de cannabis pero la compra ilegal sigue siendo mayoritaria

Vista de una hoja de marihuana en un club cannábico en Montevideo, Uruguay, el 16 de agosto de 2022 afp_tickers

La despenalización de la marihuana en Uruguay contribuyó a expulsar a narcotraficantes del mercado, pero una oferta estatal insuficiente y de débil potencia en las farmacias lleva hoy a una mayoría de consumidores a recurrir al mercado negro.

En 2013 Uruguay hizo historia al convertirse en el primer país del mundo en legalizar y regular la producción y el consumo de cannabis, medida que comenzó a aplicarse hace poco más de 5 años.

Impulsada por el expresidente José Mujica, un exguerrillero, la medida fue presentada como una alternativa a la fracasada «guerra contra las drogas» y ha representado para la economía de Uruguay más de 20 millones de dólares que antes quedaban en manos de narcos.

También ha permitido el nacimiento de una incipiente industria exportadora de marihuana que crece año a año.

Según datos del portal Uruguay XXI, en 2020 se doblaron las exportaciones del año anterior hasta alcanzar 7,3 millones de dólares. En 2021 los ingresos fueron de 8,1 millones de dólares y en el primer semestre de 2022 de 4,4 millones de dólares.

Por el momento, las exportaciones se centran en flores para uso medicinal y tienen como principal destino Estados Unidos, Suiza, Alemania, Portugal, Israel, Argentina y Brasil.

Pese a haber sido pionero en la industria cannábica, Uruguay todavía exporta menos que otros competidores en América Latina como Chile, que en 2020 obtuvo 59 millones de dólares, Perú (40 millones) y Colombia, (37 millones), según un informe de la Cámara de Comercio de Quito.

La legislación implementó tres mecanismos para adquirir marihuana: el autocultivo, los clubes cannábicos y la compra en farmacias, todos bajo regulación estatal y restringidos a quienes residen en el país, aunque el Parlamento está considerando abrir el mercado a los turistas.

«La regulación de cannabis ha sido más efectiva que la represión en cuanto a golpe al narcotráfico», explica Mercedes Ponce de León, directora del Cannabis Business Hub y de la ExpoCannabis Uruguay.

– Variedad con más «pegue» –

El gobierno proyecta ahora vender a finales de año cannabis con más «pegue» en farmacias para atraer un mayor número de consumidores recreacionales al mercado formal.

«Hay algunos usuarios que reclaman un mayor porcentaje de THC o más variedad y eso conspira contra la eficacia del sistema porque determina que algunos usuarios que podrían comprar en farmacias vayan a otras opciones del mercado regulado o bien al mercado negro», asegura Daniel Radío, secretario general de la Junta Nacional de Drogas.

Solo el 27% de las personas que adquieren esta droga lo hacen de forma legal, según apunta un estudio publicado por el IRCCA (Instituto de Regulación y Control de Cannabis) que recoge los datos anuales de 2021.

Esta cifra corresponde a las personas registradas en alguna de las tres opciones del mercado regulado.

El porcentaje se eleva hasta el 39% si se tiene en cuenta que algunos compradores comparten el producto con amigos y conocidos.

– Pocas farmacias –

Joaquín, nombre ficticio de un consumidor de cannabis que compra en el mercado negro, explica que «muchas veces es muy difícil conseguir marihuana sin sacar hora para retirar en la farmacia». «El mercado negro es simplemente tener un contacto, hablarle y en el día, o al día siguiente, coordinar y comprar».

Además las farmacias habilitadas son pocas en relación a la población total y persisten las dificultades para acceder al sistema financiero a causa de las legislaciones internacionales.

El problema de los datos también afecta a los consumidores. Para acceder a las tres vías de compra legal hay que registrarse, medida que algunos prefieren evitar aunque esta información se usa únicamente para el estudio del consumo.

En el caso de los clubes, existe una cifra limitada de socios (entre 15 y 45), y hay incluso una lista de espera para ingresar.

«Pulla», apodo que recibe el tesorero y responsable técnico de un club cannábico de Montevideo, explica que la lista de espera «es un indicador de que la demanda no está satisfecha. Hay mucha más gente queriendo acceder al mercado legal que todavía no puede».

La normativa también establece que el acopio de cada miembro no puede superar los 40 gramos mensuales y, en muchos casos, también hay un mínimo.

– Autocultivo clandestino –

Del mismo modo que se ha ido normalizando el consumo, la percepción del mercado ilegal también ha cambiado. Los expertos indican que los mayores abastecedores del mercado son los cultivadores locales.

Agus, nombre ficticio de una consumidora de 28 años, explica que se registró para comprar cannabis en farmacias pero que ahora lo adquiere en el mercado negro a la vez que cultiva sus propias plantas sin estar registrada.

«Yo no lo veo como mercado negro tampoco. Entiendo que es cercano, tiene buenos precios para lo que se vende y no parece que uno esté haciendo uso del narcotráfico», dice. Hay «un amigo o un conocido que te pasa un contacto de alguien que tiene flores y las vende».

Según Marcos Baudean, profesor de la Universidad ORT de Uruguay e investigador del proyecto Monitor Cannabis «hay mucho más cultivadores domésticos que no figuran en los registros», por lo que no se puede hacer una estimación concreta de cuánto abarca el mercado negro.

Pese a ello, el profesor asegura que los cultivadores no registrados «ya han superado» a las redes de tráfico en la venta de cannabis. Pese a ello, los narcos continúan estando presentes en Uruguay, principalmente vendiendo los conocidos «paraguayos», un prensado de marihuana más barato.

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