Apoyo helvético para la paz en Guatemala
El candidato al premio Nobel de la Paz 2004, Frank La Rue recibió el apoyo del Ministerio suizo de Exteriores para seguir avanzando en la búsqueda de la justicia y el respeto de los derechos humanos en Guatemala.
Suiza respalda el trabajo humanitario que se realiza en comunidades indígenas guatemaltecas.
Frank La Rue, 51 años, abogado, tiene ancestros franceses que tras establecerse en la provincia canadiense de Manitoba, terminaron hace ya más de un siglo un viaje que los radicó para siempre en Guatemala. Una referencia sólo anecdótica pues este incansable defensor de los derechos humanos se siente un guatemalteco de corazón.
Nominado por el Centro de Paz de Belsfat, Irlanda del Norte, al Nobel del 2004, La Rue se ha convertido en uno de los principales interlocutores de las autoridades helvéticas involucradas en la consolidación de la democracia y el desarrollo en ese país centroamericano.
En calidad de director de una de las ONG que goza de prestigio y reconocimiento internacional, el Centro para la Acción Legal en Derechos Humanos (CALDH), fue recibido este viernes (21.11) en Berna por Gilles Roduit del Departamento de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores, que dirige Micheline-Calmy Rey.
También lo fue por parte de Markus Heiniger del Departamento de Paz y Seguridad Ciudadana, una sección nueva, creada solamente hace dos años en ese Ministerio, que ha estado muy involucrada en Guatemala entregando apoyo a la consolidación del proceso de paz.
Apoyo a comunidades indígenas
Frank la Rue explicó que la Confederación apoya específicamente el trabajo que la CALDH realiza en las comunidades indígenas de San Martin Jilotepec. En particular destaca el penoso trabajo de exhumaciones de víctimas de la guerra civil.
“Hacemos un trabajo de documentación de la vida de las víctimas, para tener remembranzas de la memoria histórica. También recibimos apoyo financiero suizo para montar exposiciones fotográficas, hemos organizado un sepelio religioso que mezcla sincretismo cristiano-católico del pueblo con la espiritualidad maya”, explica La Rue.
“Es importante que esos entierros se hagan públicos, porque sirven de alivio a los familiares de las víctimas, pero también sirven como recordatorio para la sociedad sobre lo que pasó”, agrega.
Una persona no muere mientras la recuerdan
“Se trata de un trabajo sobre la memoria. Las víctimas que murieron por alcanzar la paz, son más de 200.000 y no podemos olvidarlas, porque una persona no muere mientras tenga quien la recuerde. Ellos son los verdaderos dueños de la paz”, subraya.
A pesar de que en breve se celebrará el 7° año de la aplicación de los Acuerdos de Paz, los problemas de los derechos humanos subsisten. “En especial la impunidad y el debilitamiento de la Justicia”, precisa el dirigente.
“Pero, agrega, ahora asistimos a la aparición del crimen organizado que tiene como objetivo amenazar a los defensores de derechos humanos. Existe una red que organiza campañas sistemáticas de intimidación en contra nuestra”, denuncia.
Patrullas de autodefensa
Otro fenómeno nuevo es la reaparición de las patrullas de autodefensa civil que fueron creadas por el ejército para dividir a las organizaciones populares, patrullas que fueron disueltas oficialmente en 1996.
“Pero han sido recreadas con la excusa de que se hacía en aras de la reconciliación. Nosotros nos oponemos porque pensamos que es un pretexto para reactivarlas. Pensamos que el trabajo represivo no se paga, es como gratificar a los escuadrones de la muerte por las torturas y secuestros”, justifica Frank La Rue.
“Estas patrullas son un elemento de presión de las Fuerzas Armadas y un gran foco de tensión, pues se les prometió pagar y no se les pagó. Ahora protagonizan hechos violentos, como la toma de rehenes, entre ellos a periodistas y defensores de los derechos humanos», explica.
Nominación irlandesa
Al referirse a su candidatura al próximo premio Nobel de la Paz 2004, el abogado de 51 años dice:
“Mi nominación es interesante porque no nació en Guatemala, nació en Irlanda del Norte, fue propuesta por el Centro de Paz de Belfast, ganador del Nóbel de 1970, que en esa calidad tiene derecho a presentar candidaturas”.
“Es un reconocimiento personal, si se quiere, pues desde 1975 he estado luchando, son años de compromiso, ellos lo ven como un ejemplo de organizaciones que han luchado por establecer el Estado de derecho, luchando contra la impunidad, por los derechos de los pueblos indígenas”.
“En el caso particular mío, soy un discapacitado visual y -efectivamente, para ellos-, además del reconocimiento por mi trabajo por los derechos humanos, también reconocen a un representante de los discapacitados”, concluye.
swissinfo, Alberto Dufey
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