Ayudar en el país del vudú
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), con sede en Ginebra, está presente en Haití desde 1994.
15 delegados y 25 empleados del CICR prestan ayuda en un clima de falta de derechos y disposición a la violencia.
Tras la forzada renuncia del presidente Jean-Bertrand Aristide, en febrero, y las graves inundaciones de mayo en este año, Haití dejó de hacer titulares en la prensa mundial. Una calma tensa reina en el plano superficial.
El nuevo gobierno de transición del primer ministro, Gérard Latortue, trata de convencer a la comunidad internacional de que Haití, uno de los más pobres del mundo, necesita ayuda urgente para la reconstrucción y desarrollo del país.
Una inciativa de del Comité Internacional de la Cruz Roja muestra el grado impredecible de la situación en Haití. La organización humanitaria toma medidas para atender eventualidades.
200 médicos haitianos, cirujanos y enfermeras se reunieron en los últimos días de junio, en la capital Puerto Príncipe, para intercambiar experiencias y ver cómo se puede ayudar mejor a las víctimas heridas por bala u otras lesiones sufridas en zonas de conflicto; y cómo transportar rápidamente a los heridos graves en catástrofes naturales.
“Es importante el intercambio de experiencias con los colegas haitianos sobre el tratamiento de crisis médicas”, señala Gabriel Salazar, coordinador médico del CICR en Haití.
La Iniciativa del CICR es respaldada por el Ministerio de Salud de Haití, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud.
Catástrofes, con anticipación
Los conflictos de orden político-militar y las catástrofes naturales echan sombras y dan señales de brote constantes. El CICR había previsto medidas médicas para afrontar la situación si empeoraba la crisis gubernamental del entonces presidente Aristide.
El CICR trató de habilitar el hospital universitario de Puerto Príncipe para un caso de urgencia. Pero elpersonal fue amenazado por grupos armados y había pocos medicamentos.
No hay por ahora otros hospitales públicos que funcionen y sean seguros en Puerto Príncipe. El CICR recurrió a una solución inusual: “Tuvimos que dirigirnos al hospital privado Canapé Vert, al cual equipamos con moderno dispositivo quirúrgico”, señana Felipe Donoso, jefe delegado del CICR en Haití.
Costó mucho explicar a la gente que “un hospital de los ricos” atienda de repente en forma gratuita bajo el respaldo de la organización humanitaria neutra CICR y que era además una zona no militar.
El CICR tiene también programas de asistencia médica en las ciudades provinciales de Gonaives y Cap Heitien. Después de las graves inundaciones en el sureste del país, que en mayo causaron la muerte a miles de personas, el CICR estuvo en primera línea distribuyendo alimentos, y socorriendo a los supervivientes y enterrando a los muertos para evitar el brote de epidemias.
No hay seguridad sin instituciones
La salida incruenta del ex presidente Aristide, en febrero, ha permitido evitar – al menos hasta ahora -, un colapso político en Haití. El jefe delegado del CICR, Felipe Donoso advierte sin embargo contra un exagerado optimismo.
“En el Haití de hoy no faltan médicos ni medicamentos. Sigue faltando seguridad”, señala Donoso. Haití es un país con instituciones frágiles o sencillamente inexistentes. Esta carencia dificulta particularmente la protección a los presos comunes y a los reclusos comunes.
En este campo también se han precipitado los hechos en el año pasado. Con ocasión de los 200 años de la independencia de Haití (1804-2004) se concedió libertad a 600 presos.
Inmediatamente después de la partida de Aristide, bandas armadas liberaron a todos los presos en el país. Cientos de esos delincuentes liberados vagan desde entonces en el país y representan una amenaza adicional a la inseguridad pública.
Las cárceles vuelven a llenarse
El gobierno transitorio de Gérard Latortue trata de dominar la situación y las prisiones en Haití vuelven a poblarse. El CICR puede visitar a los presos tanto en las comisarias policiales como en las penitenciarías.
La tarea es enorme: “Las prisiones deben ser rehabilitadas. Hay que reinstaurar los juzgados y nombrar jueces”, declara Felipe Donoso, quien subraya la dificultad para averiguar si hay, y cuántos, presos políticos hay en el país.
“Según los funcionarios haitianos, no hay ningún preso político. Pero si la gente es detenida por ser un ‘riesgo para la seguridad pública’ despierta nuestra perspicacia”, advierte.
El CICR se atiene a la tradicional confidencialidad y jamás hace revelaciones públicas sobre el trato a los presos. Todas sus averiguaciones las eleva directamente a los funcionarios competentes.
“Nosotros informamos al público sobre lo que hacemos, pero no lo que vemos”, precisa Felipe Donoso.
Tortura y secuestro
En Haití es también difusa la información sobre el tema de la tortura. Felipe Donoso es reservado: “Cuando nos enteramos de acusaciones de tortura, actuamos. Nuestros especialistas levantan un certificado médico e intervienen, si es necesario, ante las instancias jerárquicas. Le aseguro que nuestras intervenciones dan resultados”.
Tampoco está claro lo concerniente a los desaparecidos y secuestrados en el país. Los familiares de las víctimas se dirigían ante todo a las instituciones religiosas antes que al CICR, explica Donoso.
Seguridad precaria
Amnistía Internacional cita en su reciente informe la situación de los derechos humanos en Haití y señala que el país tiene la oportunidad única de poner fin a la espiral de la violencia.
A juicio de AI, una de las cosas que más preocupa son los actos de venganza que cometen los miembros de las supuestamente desaparecidas organizaciones paramilitares, franco tiradores y criminales; así como el clima general sin ley que sacude el país.
Sólo el desarme completo de todas las bandas armadas puede contribuir al respeto de los derechos humanos en Haití. Ni las tropas estadounideses que se han ido ni el nuevo contingente de Naciones Unidas han podido hasta ahora mejorar sustancialmente la seguridad en Haití.
swisinfo, Erwin Dettling, Puerto Príncipe.
(Traducción: Juan Espinoza)
El CICR asiste en Haití desde 1994
15 delegados y 25 empleados del CICR trabajan in situ
Distribuyen alimentos, dan atención médica y protegen a los reclusos.
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