El amor de los suizos por sus bancas públicas
En Suiza, las bancas públicas son consideradas bienes culturales. Pero las autoridades quieren ahorrar y dejan cada vez más en manos privadas su producción y mantenimiento.
Las excursiones son uno de los pasatiempos más populares en Suiza. ¿Qué hay más hermoso que descansar en una banca y admirar el panorama tras un agotador paseo por la montaña? Ya en 1818 se construyó una de ellas no lejos de la Catarata de GiessbachEnlace externo, cerca del lago Brienz (Berna).
La banca es, sin embargo, un invento urbano para los ricos. Floreció en parques públicos a mediados del siglo XIX. En su mayoría era utilizada por la burguesía, que tenía mucho tiempo para pasear.
Con el tiempo, ese objeto público se convirtió en una tradición suiza y ahora se considera propiedad cultural. Una jornada especial (de las bancas al aire libreEnlace externo) le es dedicada en el marco del Año del Patrimonio Cultural 2018.Enlace externo
El Estado ahorra, los privados donan
Pero se necesita dinero para el mantenimiento de las bancas públicas. El año pasado, la ciudad de Winterthur, en el cantón de Zúrich, eliminó muchas porque la dependencia encargada de su mantenimiento tenía que ahorrar dinero. Hace tres años, la ciudad de Lucerna quería hacer lo mismo, pero pintores y carpinteros locales ofrecieron gratuitamente sus servicios para poner en forma unos 1 300 asientos.
En toda Suiza, numerosas “asociaciones de embellecimiento” se han comprometido de manera voluntaria. En algunos lugares, especialmente en Winterthur, el ciudadano puede convertirse en “padrino” de una banca en la que, como agradecimiento, se coloca una placa con el nombre del mecenas.
La Asociación para la promoción de la cultura de las bancas públicasEnlace externo fue aún más lejos con la elaboración de un mapa en línea de las bancas de Suiza, con una gran cantidad de información sobre la accesibilidad y la vista. En esta plataforma, las personas tienen la oportunidad de compartir fotos, historias e información.
Tome asiento…
El verano pasado, en la ciudad de Zúrich, algunas personas lanzaron la iniciativa ‘Hansbank’. Para contrastar con el anonimato urbano, se pidió a los residentes organizar actividades de animación en torno a las bancas cercanas a sus hogares, ya fuera con música, decoraciones o un refrigerio, para que vecinos y transeúntes pudieran socializar. En un mapa, se podía ver dónde estaban esas bancas. Y aquellos que no contaban con ninguna, tuvieron la oportunidad de construir una.
En Zúrich, solamente hubo un verano en que el público no se quejó de la falta de asientos públicos: en 2001, como parte del proyecto ‘BankArt’, más de 1000 bancas hechas por artistas y carpinteros fueron expuestas en el centro de la ciudad. Sin embargo, fueron subastadas al final del evento.
Fotografías: Keystone
Traducido del francés por Marcela Águila Rubín
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