Ciudades suizas contra la pena de muerte
Ocho centros urbanos helvéticos de tres diferentes regiones lingüísticas se suman este jueves (30.11) a la acción internacional "Ciudades por la vida - ciudades contra la pena de muerte".
El objetivo central de la acción es sensibilizar contra la pena capital.
Ginebra, Lausana, Nyon y Delemont, en la Suiza de expresión francesa; Basilea y Windisch, en la de expresión alemana así como Locarno y Lugano en el cantón de habla italiana Tesino se adhieren a la iniciativa.
Lo hacen respondiendo a un llamado de la Comunidad de Santo Egidio, Amnistía Internacional (sección suiza), Lifespark – que apadrina a condenados de muerte- y ACAT (Acción de los Cristianos a favor de la Abolición de la Tortura y la pena de muerte).
El símbolo de esta iniciativa es la iluminación especial de al menos un edificio público durante toda la jornada del 30 de noviembre. Fecha en que se conmemora la primera abolición de la pena de muerte por parte de un Estado europeo, que tuvo lugar en 1786 en el Gran Ducado de Toscana.
Las municipalidades de Basilea, Delemont y Locarno van a ser iluminadas especialmente para la ocasión. En Ginebra será la catedral; en tanto que en Lugano se ubicarán grandes candelas rojas sobre el muro que circunda el Convento de los Capuchinos.
Sitios de información, cine-debate, cortejos con máscaras y antorchas, así como conferencias públicas animan el programa de esta jornada de movilización.
Este movimiento reúne este año a más de 500 ciudades de todos los continentes, entre ellas Madrid, París, Berlín, Roma y Bruselas. En Latinoamérica, Ciudad de México, Buenos Aires, Montevideo, Quito y Bogotá, entre otras.
Sensibilizar contra la pena capital
La Comunidad de Santo Egidio, promotora de la acción, cuenta con más de 50.000 fieles en el mundo entero y varios centenares en Suiza. Cabe señalar que fue la que por primera vez lanzó la iniciativa en 2002, en Roma.
«Nuestra acción se sustenta en valores cristianos. El Evangelio pregona la solidaridad con los más pobres. Y los condenados a muerte, por su propia situación, están entre los más marginados», explica a swissinfo Marie Bornand, una de las portavoces de dicha comunidad.
Y si bien en Suiza «no existe la pena de muerte, se observa un aumento de ciertos tratamientos degradantes, especialmente con los demandantes de asilo rechazados», subraya.
Esta acción simbólica de las «Ciudades contra la muerte» busca sensibilizar a la población, abrir un debate sobre el tema. «Y, adicionalmente, teniendo en cuenta ciertas tendencias represivas que se consolidan en Suiza, tiene también el objetivo de prevenir».
Si se discute, se debate, se reflexiona, «estamos dando la seriedad que corresponde a toda la temática de los derechos humanos y evitamos banalizar temas tan esenciales para el conjunto de la sociedad», enfatiza.
El valor de la vida
Manon Schick, responsable de comunicación de la sección suiza de Amnistía Internacional, coincide con este argumento y en diálogo con swissinfo subraya la importancia que cuatro organizaciones de diferentes horizontes, definiciones e identidades, promuevan en forma conjunta esta acción.
«Es fundamental recordar constantemente, en primer plano, el valor de la vida, y repudiar la violación de la misma cuando hay violencia y crímenes», expresa Schick.
Incluso, en la actualidad, cuando el aumento de la criminalidad en muchos lugares del planeta y las tan mediatizadas amenazas terroristas parecieran dar lugar a respuestas de mano dura. «La pena de muerte es injustificable en cualquier circunstancia», insiste.
Para Schick se da un particular proceso con dos tendencias diferentes en la actual coyuntura planetaria: «por una parte el aumento del terrorismo, por otra, la consolidación del proceso de abolición de la pena de muerte en muchos Estados, cuyo número llega ya a 129».
En todo caso, esta medida es inútil contra el terrorismo. No reduce los actos terroristas, al contrario, las ejecuciones capitales pueden aumentarlos, creando mártires cuyo recuerdo se convertirá en referencia para perpetrar nuevos actos de ese tipo, analiza la portavoz.
En algunos casos, «la propuesta de Amnistía es ir paso a paso cuando hay resistencias muy de fondo a la abolición de la pena capital. Como se hizo en Estados Unidos al reclamar su abolición para los menores -lograda en 2005- y para los discapacitados mentales».
En cuanto a la acción impulsada este jueves 30 de noviembre en ocho ciudades helvéticas – y en tantas otras del mundo entero- «tiene un valor simbólico fuerte».
Si bien esta acción «no va a cambiar nada en cuanto a lo jurídico y legal», permite que sectores importantes de la ciudadanía en el planeta entero se interesen por el tema.
«Es significativo ver que en Estados Unidos, varias ciudades importantes adhieren a la iniciativa, y algunas autoridades, a nivel personal, dicen que no van a solicitar la pena de muerte en casos en que la ley se lo permitiría».
La iniciativa común de las cuatro organizaciones helvéticas incluye también la recolección de firmas para solicitar una moratoria internacional de la pena de muerte.
Cerca de 5 millones de personas en el mundo entero ya sostienen esta declaración, que comenzó a circular en 1998.
swissinfo, Sergio Ferrari
En Suiza la pena de muerte fue abolida en 1942 en el derecho penal civil y en 1992 en el derecho militar.
En el concierto internacional, Venezuela fue el primer Estado que abolió la pena capital en 1863.
En Europa, Bielorrusia es el último Estado que la practica.
En los Estados Unidos, desde 1973, 123 personas que habían sido condenadas en primera instancia a la pena capital fueron luego liberadas porque fue probada, a posteriori, su inocencia.
Según Amnistía Internacional, en 2005, al menos 2.148 personas fueron ejecutadas en 22 países, en tanto hay 5.186 condenadas a muerte en 53 países.
Según la misma fuente, Estados Unidos es uno de los países que más aplica la condena capital. China, Irán y Arabia Saudita, el año pasado, totalizan el 94 % de todas las ejecuciones registradas.
Filipinas fue la última nación que abolió hasta el presente la pena capital. Fue en julio de 2006. 1200 personas condenadas a muerte vieron su pena conmutada por la prisión perpetua.
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