«Como un árbitro de fútbol»
Así compara Christian Rufener su labor en el Servicio de Atención y de Contacto para Tóxicodependientes de Berna, el primero en Suiza y en el mundo.
El colaborador de la fundación Contact Netz considera que este centro cumple una «tarea básica en una sociedad civilizada». Por otra parte, observa cómo el consumo de cocaína aumenta.
Berna una tarde de verano, en una de las esquinas más concurridas de la ciudad, justo fuera de la estación de tren. En las escaleras de la Iglesia del Espíritu Santo unas veinte personas destacan entre la muchedumbre. Cerveza en mano, despotrica alguno ante la mirada critica de los pasantes. Del otro lado de la acera escucho: «Estos drogadictos de nuevo haciendo bulla»… Otra voz responde: «Y ahí están los negros vendiendo cocaína y la policía, ni sus luces…»
Ellos vienen de países como Costa de Marfil, Liberia, Senegal, Gambia, Malí y Sierra Leona…
¿A la policía no le interesa atacar a estos malhechores? «Claro que sí. Y lo hacemos. Pero no es tan sencillo como pudiera parecer. Nunca están solos. Les acompañan otros que les avisan de nuestra llegada ya sea por teléfono o de otra manera. En 2006 hubo cerca de 3.000 detenciones por delitos relacionados con estupefacientes», responde Thomas Jauch, portavoz de la Policía de la Ciudad de Berna.
Los detenidos sin documentos legales para permanecer en Suiza son devueltos a sus lugares de origen; pero a la escena callejera de la droga llegan nuevas caras… Algunos que ya han sido fichados terminan tras las rejas por algunos meses.
Sobre la caza de ‘peces grandes’, la policía prefiere la discreción para no afectar pesquisas posteriores, «pues la red de la mafia está muy comunicada»; no obstante, Jauch advierte: «La brigada de investigaciones criminales incauta con frecuencia cientos de kilos de droga».
El primero en Suiza y el mundo
En la calle Hodlerstrasse, la escena del tráfico de droga al menudeo se repite y multiplica. Una casona destaca por los grafitos en sus paredes y por la multitud que en su vestíbulo se encuentra. Dos guardias de la policía privada resguardan la puerta de entrada.
Es el punto de encuentro para muchos consumidores de drogas. Es el Servicio de Atención y de Contacto para Tóxicodependientes de la Fundación Contact Netz, que en 1986 hizo historia en Suiza y en el mundo convirtiéndose en el primer centro de atención para drogadictos.
Christian Rufener es el del historial más veterano entre el personal del centro, donde trabaja desde hace once años.
«El primer Servicio de Atención y de Contacto para Tóxicodependientes existe desde hace 21 años en la ciudad de Berna. Fuimos el primer centro para el consumo de droga bajo condiciones de higiene adecuadas en Suiza y en el mundo», introduce.
Una resolución tomada «tras las imágenes en los años ochenta de los cientos de drogadictos que se encontraban en los parques, prostituyéndose, robando -tanto en Zúrich como en Berna». Por ello, «se decidió en Berna hacer algo para ayudarles y para descongestionar la escena pública», recuerda Rufener.
Para pincharse, esnifar o inhalar
Y es que ahora las escenas de la droga, aunque existen, no tienen nada que ver con aquellas de hace dos décadas. Christian Rufener explica que actualmente nadie entre las autoridades de la ciudad cuestiona la función de este lugar.
«Tenemos dos tareas. Una dirigida a los dependientes de drogas para ofrecerles posibilidades higiénicas para el consumo de estupefacientes, jeringas nuevas, un sitio dónde comer, ducharse, atención médica de primera mano, consejería. Y por otra parte, la segunda función es evitar que la escena de la droga se ubique en sitios públicos.»
Para ingresar a este sitio, uno se debe identificar, vivir en Berna, ser mayor de 16 años y no intentar una primera vez con alguna sustancia ilegal.
En el centro hay una lavadora, ropa de segunda mano, agua esterilizada, alcohol, preservativos, una habitación para asesoramiento en caso de que alguien quiera saber sobre una terapia de desintoxicación u otros problemas como encontrar dónde vivir y, por supuesto, un lugar especial para pincharse, esnifar o inhalar sustancias ilegales, con todo el material estéril necesario.
En alerta permanente
Varias plazas para inyectarse la droga, un espacio para esnifar y otro más pequeño, cerrado, para inhalar o fumar con ventilación especial para impedir que el humo vuelva dependiente al personal, comprenden esa oferta singular que ha hecho escuela en otras partes del globo.
En el caso de una sobredosis, un botón de alarma pone en alerta al personal especializado.
Este centro es la traducción en la práctica de los lineamientos de la política bernesa en materia de sobrevivencia y de disminución de riesgos para los toxicómanos y que ha sido ejemplo en la política federal suiza contra la toxicodependencia. Y con resultados: se han disminuido infecciones y muertes entre los implicados.
«Esa es la idea básica de la ayuda para la supervivencia. Suiza sigue una política federal sobre drogas de cuatro pilares muy reconocida que la ha vuelto pionera en la materia», recuerda Rufener
«La mayoría de los países europeos vienen a ver este Servicio de Atención y de Contacto para Tóxicodependientes y a conocer el modelo suizo, y se inclinan por él, a pesar de que la ONU no muestra mucha aceptación al respecto.»
Suiza, «siempre un paso adelante»
El colaborador de Contact Netz opina que «en Suiza estamos siempre un paso adelante. No sabemos si es la solución ideal, pero sabemos que es la más humana y la más ecológica de las variantes de la política sobre drogas».
La mayoría de la gente que acude a este servicio son politoxicómanos, consumen heroína, cocaína, alcohol, medicamentos, psicofármacos y marihuana, pero principalmente cocaína y heroína. Es pues, para personas con drogadicciones graves. Algunas de ellas, para costearse la sustancia, la compran fuera y una parte la revenden.
«Aquí hay sólo pequeños vendedores que también consumen, algo que acepta la policía aunque está prohibido, pero es preferible tenerlos aquí que en la calle», afirma.
Sin embargo, no se trata únicamente de un sitio de consumo, sino, como su nombre lo indica, de un lugar de contacto, para evitar el aislamiento.
«Es el último lugar donde la gente se habla entre sí, es un sitio para el contacto social, pues también lo requieren.»
Más barata… más accesible…
«La gente tiene contacto con nosotros, los colaboradores -limpios de drogas-, y por otra parte, con gente que vive lo mismo, que sabe lo que significa el bajón físico tras el efecto de la droga, otro componente social distinto.»
Aunque medir las transformaciones del consumo de drogas en Suiza y en el caso concreto de Berna no resulta fácil, tanto la policía, a través de su portavoz, Thomas Jauch, como el colaborador del centro de recepción de tóxicodependientes de esta ciudad confirman a swissinfo que la cocaína está ganando terreno.
«En los últimos años seguro ha aumentado el consumo de cocaína, lo que ha producido graves cambios y una mayor violencia.»
«Lo que observo es que la cocaína, consumida de forma intravenosa, tiene un gran efecto», comenta Rufener sobre una sustancia que mantiene al usuario en constante consumo.
«Con la heroína las dosis eran más distanciadas, de dos o tres horas después de cada inyección. Pero con la cocaína el efecto es muy corto y muy fuerte; y después se pierde, por lo que anima a su consumo constante. Eso puede implicar el aumento de su consumo. Además, los precios han bajado mucho. Un gramo costaba 600 francos. Hoy día entre 100 o 90 francos», comenta Rufener.
Situaciones violentas, pero controlables
Las situaciones tensas no escapan en el Servicio de Atención y de Contacto para Tóxicodependientes, pero una relación personal, clara, directa y de mutuo respeto con los usuarios han dado resultados positivos:
«Fundamentalmente trabajamos sobre la base de una buena relación. Es un trabajo como el de un árbitro de fútbol: me dirijo a la persona y le digo ‘eso fue una falta, si no lo respetas recibes una tarjeta amarilla y si insistes, recibes una roja.»
«La gente sabe que estamos aquí por ellos, pero sabe que hay reglas. Hay situaciones difíciles, pero todo marcha relativamente bien. Es un trabajo que requiere mucha comprensión por parte de nosotros.»
A veces hay situaciones violentas, pero controlables. Un botón en caso de emergencia puede ser activado para que en menos de un minuto y medio la policía de la ciudad acuda al lugar. No obstante, «se ha utilizado una vez en estos 21 años», tranquiliza Christian Rufener.
Para la policía municipal, «este centro sigue cumpliendo su función de ayudar a calmar la escena de la droga», según su portavoz, Thomas Jauch.
«Tarea de una sociedad civilizada»
Por su parte, Christian Rufener, de Contact Netz, indica que con el paso de los años la colaboración con la policía ha mejorado mucho: «Hemos visto que el centro no puede ser la solución para el problema y la policía también ha visto que tampoco lo es la tarea represiva y que hay mejores resultados si actuamos juntos.»
Cuestionado sobre la razón de ocuparse en atender a los drogadictos berneses, Rufener responde:
«Personalmente, necesito un empleo que tenga sentido. Y en este empleo lo veo muy claramente al trabajar con gente que dio un paso demás en esta sociedad donde ya no encuentra su lugar. Creo que es una tarea de una sociedad civilizada. Debemos trabajar por esa gente que no puede vivir dentro de esa sociedad por diversas razones; tal vez porque tuvo una infancia difícil, fue víctima de violencia o porque no es compatible con esta sociedad. Me parece un punto central en esta sociedad de primer mundo.»
swissinfo, Patricia Islas Züttel
Precios callejeros de la droga por gramo en Suiza:
opiatos: en 1990, 312 dólares. En 2006, 48 dólares
cocaína: en 1990: 178 dólares, en 2006, 86 dólares
heroína: en 1990, 450 dólares. En 2006, 65 dólares
Precios callejeros actuales de:
el cannabis hierba: 6.4 dólares por gramo
la resina de cannabis: 8.5 dólares por gramo
las anfetaminas: 25 dólares el gramo
el éxtasis: 17 dólares cada tableta.
(Fuente: Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, ONUDD)
Abierto de martes a sábado de 14.30 a 21.30 horas, ofrece cenas en su cafetería (sin bebidas alcoholicas). Hay un servicio de cuidados médicos y una oferta médica semanal y acompañamiento externo, una forma de reducir los riesgos ligados a la drogadicción.
Las infecciones del virus del sida o de hepatitis se han reducido, gracias a la aplicación del sistema de cambio de jeringas desechables.
Diariamente se intercambian entre 1.000 y 1.500 jeringas (entre el 70 y el 80% del material nuevo es devuelto).
Los espacios interiores para el consumo de droga registran 220 personas en el área de inyecciones (por hora 30 inyecciones, es decir, una cada dos minutos), 90 que fuman y 50 que esnifan.
Una esquina de la cafetería es únicamente para mujeres. Se trata del área de descanso para aquellas que a través de la prostitución obtienen las substancias tóxicas que ingieren.
Los lunes de 18.00 a 22.00 horas el centro está dedicado sólo a las mujeres.
La ciudad y el cantón de Berna encomiendan desde hace 21 años la tarea de este servicio a la Fundación Contact Netz. El presupuesto anual del centro ronda el millón de francos suizos.
Con frecuencia, autoridades de diversos países visitan este centro, por ejemplo, del ministro belga de Salud, Rudy Demotte.
Las ciudades de Biel, Basilea, Olten, Schaffhausen, Solothurn y Ginebra tienen centros similares. Lausana planea abrir uno.
Se intercepta más del 45% de la cocaína producida en el mundo (en comparación con el 24% en 1999), y más del 25% de la heroína (frente al 15% en 1999).
El tráfico de cocaína a Europa suele pasar por el Caribe y, cada vez más, por África.
En el período 2000-2005 el mayor aumento de la incautación de cocaína se registró en los países de África y de Europa occidental y central.
Suiza, junto con Irlanda, ocupa el noveno lugar (3%) en la lista de países por el volumen de incautaciones de cocaína en Europa.
En Europa el consumo ha aumentado considerablemente, duplicándose o triplicándose en varios países.
El del cannabis es el mayor mercado ilícito de drogas (160 millones de consumidores por año). EEUU y México son los mayores productores.
En Europa son Albania y Países Bajos, aunque también destacan Alemania, Suiza y el Reino Unido.
La producción de resina de cannabis (conocida también como hachís) se concentra en Marruecos, Afganistán y Pakistán.
La producción de anfetamina se concentra en Europa (Países Bajos y Polonia, además de la región del Báltico y en Bélgica). También se produce en Estados Unidos.
La producción de éxtasis también es principalmente europea.
(Fuente: Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, ONUDD)
CUARTO lugar en el consumo del cannabis (9.6%), luego de Chipre, Italia y España.
OCTAVO lugar en consumo de opiates (0.6% de la población de entre 15 y 65 años)
NOVENO lugar en el consumo de cocaína, (1.1% )
DÉCIMO lugar en el consumo de anfetaminas (0.8%)
DECIMOSÉPTIMO lugar en el consumo del éxtasis (0.8%)
(ONUDD)
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