¿Cómo reducir las montañas de desechos urbanos?
Desde ‘embajadores’ del reciclaje, pasando por la etiqueta ecológica para los restaurantes de comida rápida, hasta multas disciplinarias, los medios de lucha contra los desechos urbanos son numerosos.
Pero son los ciudadanos quienes deben asumir su responsabilidad cuando se trata de reducir la cantidad de basura urbana.
Visto desde el extranjero, el hallazgo puede parecer paradójico, pero el problema no es menos real. Suiza, verde y ordenada como esperan los turistas, debe lidiar con miles de toneladas de residuos urbanos particularmente persistentes.
Con la vuelta de la temporada veraniega, botellas vacías, latas, cajas y otros envases de plástico, se multiplican en los espacios públicos y colman el descontento de las autoridades.
Diversas iniciativas locales
El fenómeno, conocido como littering (desechos urbanos), no es un problema ambiental”, remarca Ion Karagounis, responsable de la Fundación Suiza de la Protección Ambiental Práctica (Pusch).
«¡Pero causa grandes molestias y sobre todo es muy costoso!», añade, sin ocultar su frustración al constatar que «se habla de littering desde hace muchos años, pero todavía no se encuentra una solución».
Este problema punzante acaba de reaparecer en la palestra de la actualidad nacional con el informe de la Oficina Federal para el Medio Ambiente (OFEV). Según el documento, los costos generados por el littering alcanzan casi 200 millones de francos anuales.
Si bien no hay una receta universal para resolver este azote exponencial, en Suiza no faltan iniciativas locales para abordar el problema. Estas van desde campañas de sensibilización hasta acciones específicas que también involucran a la industria privada.
Inculcar buenos hábitos
Los ‘embajadores’ ecológicos del Grupo de Interés por un Ambiente Limpio (IGSU) están activos desde hace un tiempo en varias ciudades suizas. Equipados con contenedores ambulantes destinados a la recolección selectiva, recorren calles y orillas de lagos, de un rincón a otro del país, para informar y sensibilizar a los infractores sobre el problema de la basura.
Estos agentes, vestidos de blanco de pies a cabeza, invitan a los transeúntes más ‘distraídos’ a no tirar al suelo sus colillas de cigarrillos, sus envolturas, botellas o latas de bebida. «Es indispensable estar en el terreno y hablar con la gente», explica Cécric Québatteur, uno de los colaboradores de la IGSU.
«No tenemos discursos moralizantes. Simplemente recordamos al público que es necesario utilizar los recipientes instalados en la vía pública, así como los contenedores destinados a la recolección selectiva», indicó Cedric Québatteur en la conferencia sobre littering que se realizó en Zúrich hace poco (finales de mayo).
Palabras que no caen en saco roto
Un público cuyas reacciones sorprenden, aún en lugares considerados «difíciles», dice. “El viernes pasado estuve en Basilea, en un lugar donde los jóvenes se reúnen para consumir alcohol. Algunos sencillamente se negaron a escucharme, pero otros respondieron positivamente e incluso llevaron los restos de las botellas vacías del grupo que acababa de salir «, recuerda.
Para este promotor de la limpieza urbana, el trabajo del embajador ecológico no solamente útil sino también gratificante. «Un día se me acercó un joven y me dijo: «Tu eres aquel tipo que el año pasado me hizo tirar mi colilla de cigarro a un cubo de basura. No lo he olvidado. Gracias por habérmelo hecho notar”.
“Confieso que tengo mucho placer al constatar que mis palabras no cayeron en saco roto”, expresa Cedric Québatteur.
IGSU cuenta actualmente con 40 embajadores activos en una treintena de lugares estratégicos del país. Y aunque la lista de espera es bastante larga, cada municipio puede apelar a este servicio.
Eficaces pero insuficientes
Pero la prevención por sí sola no es suficiente, constatan y reiteran los participantes del debate organizado por Pusch. «El diálogo debe complementarse con otras medidas más represivas», insistió Martin Eugster, de la Oficina del Ambiente de Turgovia.
En este cantón de la Suiza germanófona, todo usuario de la vía pública sorprendido arrojando una colilla se arriesga a recibir una multa de 50 a 250 francos. Así, en 2010, la policía de Turgovia impuso un centenar de sanciones administrativas.
Una encuesta realizada en los municipios del cantón ha demostrado que las multas fueron parte de las medidas de lucha más efectivas contra este flagelo, junto con las campañas de prevención en los espacios públicos y las escuelas.
La conferencia de Zúrich ha demostrado claramente que para reducir las montañas de residuos que invaden las ciudades es necesaria una combinación de medidas, en las que no solo el ciudadano común esté involucrado. La economía privada, en particular el sector de la gastronomía, son parte decisiva de la estrategia.
El estudio de la OFEV ha demostrado que son los empaques confeccionados para llevar comida, los llamados ‘take away’, los que a menudo son abandonados en el suelo, en espacios verdes y proximidades de ríos y lagos. En la recolección de estos cartones, bolsas, vasos, servilletas de papel, tenedores y cuchillos de plástico, los municipios llegan a gastar hasta 70 millones de francos al año.
Si las grandes cadenas de comida rápida como McDonald’s ya están activas en la lucha contra el littering – por ejemplo haciendo las rondas de limpieza en el perímetro cerca de sus puntos de venta – a los establecimientos pequeños les queda todavía un largo camino por recorrer. Esta es la razón por la que la ciudad de Berna planea lanzar una etiqueta ecológica especial para los take away más respetuosos del medio ambiente.
Un mismo envase para pizzas y kebabs
En la capital suiza, la ley ya exige a los organizadores de eventos en espacios públicos (festivales, conciertos, marchas) prever un sistema de comida basado en materiales y empaques reciclables.
Con el proyecto piloto «etiqueta take away«, Berna quiere involucrar a los diversos establecimientos de comida para introducir el uso de un mismo empaque para todos los alimentos, desde pizza a kebabs. El depósito pagado por el cliente al momento de comprar la comida es restituido cuando se devuelve el embalaje retornable, para ser reciclado.
«La mayoría de los take away contactados se han declarado interesados en la idea», señala la responsable del proyecto, Jeannette Morath. «Nuestro objetivo es que en un determinado plazo el 50% de la comida para llevar sea envasada en materiales reciclables».
«El compromiso de los dueños de restaurantes, de los distribuidores de periódicos gratuitos o de los productores de cigarrillos no va muy lejos si sus esfuerzos no se acompañan de una toma de conciencia colectiva», destaca además la Fundación Pusch. Los espacios públicos pertenecen a la comunidad en su conjunto y deben ser respetados. Por todos.
Un estudio encargado por la Oficina Federal del Medio Ambiente (OFEV), publicado 05.05.2011 muestra que los costos de eliminación de los residuos urbanos, o sea el littering, alcanzan cada año 192 millones de francos en Suiza.
Dos tercios de ese total son asumidos por los municipios, mientras que el tercio restante es responsabilidad de las empresas de transporte público.
Más del 50% de los gastos (73 millones de francos) generados en las ciudades son causados por los envases de alimentos para llevar (alimentos y bebidas), los utensilios desechables y las servilletas de papel de los restaurantes del tipo take away.
Las colillas de cigarrillos representan no menos del 36% de los gastos de recolección (59 millones de francos), con ello ocasionan los costos de limpieza urbana más elevados.
En transporte público, los principales objetos de littering son los diarios gratuitos y los envases de alimentos y bebidas.
Incluyendo los costos generados por la basura, los costes globales para la eliminación de los residuos urbanos alcanzar 111 francos por persona por año.
En el transporte público, los principales objetos de littering son las diarios gratuitos y los envases de comida y bebida.
Si se incluyen los costos generados por el littering junto con los costos globales para la eliminación de los residuos urbanos se alcanza 111 francos por persona y por año.
Lanzados en una fracción de segundo, los residuos pueden permanecer en el ambiente durante muchos años.
Corazón de la manzana: 3 meses
Pañuelo de papel : 3 meses
Goma de mascar: 5 años
Periódicos y revistas apilados: más de 10 años
Latas de aluminio: 10 a 100 años
Plástico: 100 a 1000 años
Poliestireno (polímero termoplástico): más de 1000 años
Vidrio: 4000 años
(Fuente: WWF)
(Traducción, Rosa Amelia Fierro)
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