De la pampa argentina a Washington a caballo
En Argentina su gesta es famosa. En 1925 Aimé-Felix Tschiffely, originario de Berna, realizó una hazaña extraordinaria.
De la Pampa atravesó el continente latinoamericano hasta llegar a Washington. Con dos caballos recorrió 16.000 kilómetros en dos años.
La increíble hazaña y la figura del insólito viajero helvético fueron revividas en Washington por un especialista argentino, durante un encuentro organizado en la Embajada de Suiza en la capital estadounidense.
Como lo subrayó el embajador helvético Christian Blickenstorfer, esta no es sólo una historia de emigración, sino una crónica sobre la primera victoria de un viajero. Confirma el espíritu de aventura que hizo, por ejemplo, famosos a Piccard, Ella Maillard o Annemarie Schwarzenbach.
Tschiffely nació en Berna en 1895. Muy joven parte a Londres, donde para sobrevivir se dedica al boxeo. Después irá a Argentina en busca de aventuras. Durante 9 años enseña francés y deportes en una escuela británica. Durante sus vacaciones vive en el campo.
Como recordó el antropólogo argentino Edgardo Krebs, Tschiffely descubrió de esta manera la belleza de la pampa, de sus caballos y de la vida al aire libre. Poco a poco maduró su sueño de emprender un gran viaje: Ir de Buenos Aires a Nueva York.
Lo consideran loco
A pesar de que Tschiffely tiene poca experiencia con los caballos, no se desanima. Prepara el viaje minuciosamente. Se documenta y sobre todo encuentra a alguien dispuesto a darle caballos aún no domados.
Con este viaje desea demostrar que los caballos criollos están dotados de gran resistencia. Son los descendientes de los equinos que don Pedro de Mendoza, el fundador de Buenos Aires, trajo de España en 1535. Después del saqueo de la que sería la capital de Argentina, los indígenas dejaron en libertad los caballos. Sólo los más fuertes lograron sobrevivir y reproducirse en la Pampa.
Las dificultades fueron superadas
‘Mancha’ y ‘Gato’ fueron los nombres de sus dos caballos. No eran muy grandes, pero muy resistentes. ‘Mancha’ (18 años) es un caballo rodado y ‘Gato’ (16 años) es de pelaje pardo. Ambos conseguirán superar sin enfermarse las diferentes fases del difícil viaje que de Buenos Aires proseguirá hasta Lima, Quito, Bogotá; y atravesará América Central, México y Texas, hasta concluir en la capital estadounidense.
Tschiffely lleva consigo lo mínimo indispensable. Un arma para defenderse de los enemigos y de los animales salvajes, letras de crédito, monedas de plata, una brújula, y un mosquitero. Además, la silla de montar es liviana y la utilizará a menudo como almohada durante las noches que dormirá a cielo abierto.
Durante todo el viaje, Tschiffely vive de manera simple. Tras llegar a un pueblo prefirió a menudo, pasar la noche en la celda de la prisión, porque lo consideraba el lugar más seguro.
Su principal preocupación era encontrar alimentos para sus caballos, con los que tejió profundos lazos afectivos. Al extremo que 10 años después de haber concluido el viaje, los visitó en la finca donde terminaron el resto de sus vidas. ‘Mancha’ y ‘Gato’ lo reconocieron. Al menos respondieron a sus movimientos de estribos que le había enseñado.
Interés del Nacional Geographic
El viaje de Tschiffely terminó en Washington, donde mucha gente se concentró para recibirlo. Pero el viajero se perdió en la jungla de la ciudad. Llamó desde una cabina telefónica a la Embajada argentina para que lo vinieran a buscar. Ahí decidió no continuar hasta Nueva York, tras considerar peligroso el viaje para los caballos debido al tráfico de vehículos motorizados.
De todas maneras Tschiffely viajó hasta Nueva York donde el mes de agosto de 1928 fue recibido por el Alcalde de la ciudad. Su historia apareció después en los periódicos y la revista Nacional Geographic invitó a Tschiffely a contarla en un artículo publicado en la edición de 1929.
Posteriormente Tschiffely retornó a Londres, donde escribió y publicó su hazaña. Murió en la capital británica a los 59 años. Sus restos reposan en Argentina junto a sus dos caballos.
swissinfo, Anna Luisa Ferro Mäder
(Traducción: Alberto Dufey)
La figura del insólito viajero helvético fue revivida en Washington por un antropólogo argentino.
Con este viaje desea demostrar que los caballos criollos están dotados de gran resistencia.
‘Mancha’ y ‘Gato’ fueron los nombres de sus dos caballos. No eran muy grandes, pero muy resistentes.
Ambos conseguirán superar sin enfermarse las diferentes fases del difícil viaje que terminó en Washington.
Su historia apareció después en los periódicos y la revista Nacional Geographic invitó a Tschiffely a contarla en un artículo publicado en la edición de 1929.
Los restos de Aimé-Félix Tschiffely reposan en Argentina junto a sus dos caballos. El viajero murió en Londres a los 59 años.
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