«El embajador suizo descorchó el champán»
11 de septiembre de 1973: golpistas militares derrocan al Gobierno de Salvador Allende y acaban con la "vía chilena al socialismo". Millares de personas huyen del país y buscan asilo en Europa.
En Suiza se desata un forcejeo entre autoridades federales y grupos de la sociedad civil en torno a la acogida de esos refugiados. 35 años después, un libro del historiador Maurizio Rossi desvela los motivos de este choque entre solidaridad civil y razón de Estado.
«Apenas llegado, llamé al embajador suizo que de entrada me dijo que en la tarde del golpe: ‘hemos descorchado el champán en la embajada’. Esta declaración reportada en mi artículo suscitó un clamor de protesta en amplios círculos y puso en gran desasosiego al Ministerio de Asuntos Exteriores.»
Con estas palabras recuerda Jacques Pilet su llegada a Santiago de Chile, cuatro días después del golpe militar contra el gobierno de la Unidad Popular.
El entonces periodista del diario 24 Heures repasa los momentos históricos que vivió junto a otros enviados especiales tras la llegada al país andino en el prefacio de un libro que analiza de forma exhaustiva la conducta del gobierno helvético y las iniciativas de la sociedad civil entre 1973 y 1976.
Desclasificación de documentos federales
El libro titulado Solidaridad de abajo y razón de Estado – El Consejo Federal y los refugiados de Chile, publicado en otoño pasado por la editorial Alphil, es el resultado de un estudio meticuloso de documentos conservados en los Archivos Federales, que hace pocos años se desclasificaron tras el vencimiento de los treinta años de protección previstos por la Ley Federal de Archivamiento.
Su autor es Maurizio Rossi, un historiador tesinés que colabora desde hace algunos años en el proyecto de edición de los Documentos Diplomáticos Suizos (Dodis.ch). Para su análisis pormenorizado tuvo acceso a las fuentes archivísticas del Departamento Político Federal (denominación oficial del ministerio de Exteriores en los años 70) y del Ministerio de Justicia y Policía.
La investigación del historiador arroja luz sobre un tema poco tratado. Y sus conclusiones no son muy lisonjeras para los altos cargos que en la época estuvieron implicados en el proceso de decisión.
Afinidad ideológica con los golpistas
En los primeros días después del golpe, simpatizantes del gobierno de Allende, tanto militantes de base como sindicalistas, obreros, estudiantes y ciudadanos de a pie, intentaron escapar de la represión militar.
Unos 1.000 ciudadanos encontraron amparo en algunas embajadas. La representación diplomática helvética, sin embargo, cerró sus puertas y no dejó entrar ni siquiera a los suizos.
«Durante las dos primeras semanas posteriores al golpe hubo una actitud de cierre casi total por parte de la embajada suiza en Santiago», explica Rossi. «Se puede inferir claramente de los informes que el embajador envió a Berna que éste tenía grandes prejuicios de tipo ideológico acerca del Gobierno de Allende.»
«Las personas perseguidas, encarceladas y torturadas por la Junta Militar eran para él extremistas de izquierda. Hubo, en definitiva, una afinidad ideológica entre el embajador y los golpistas militares. El hecho de que abriera una botella de champán en la misma tarde del golpe lo demuestra claramente».
El Gobierno suizo, que en cada momento estaba al corriente de lo que ocurría en la capital chilena, vaciló dos semanas hasta que remitió a Charles Masset, entonces jefe de la sede diplomática en Chile, instrucciones vinculantes para la admisión de refugiados.
Inmovilismo y pasividad del Gobierno
El Gobierno mantuvo durante mucho tiempo una postura de inmovilismo y cierre. En un intento por salvar la imagen hacia el exterior, el Consejo Federal decretó, a mediados de octubre, la admisión de 200 refugiados chilenos y latinoamericanos en el marco de una Acción Especial.
Como revela Maurizio Rossi en su libro, hubo en el seno de la administración federal cierto temor de que entraran en Suiza elementos «subversivos» que pudieran desestabilizar el escenario político.
Una de las grandes sorpresas del estudio constituye el hecho de que los funcionarios de la administración tuvieran el papel más destacado. «Fueron ellos quienes prepararon las decisiones del Consejo Federal», afirma. «Los consejeros federales (ministros) no hicieron más que validar las decisiones que habían sido tomadas por los funcionarios.»
Activismo cívico
La actitud de las autoridades contrastó con el activismo desplegado por diferentes grupos de la sociedad civil que se empeñaron en buscar vías para expatriar a Suiza a los perseguidos por la Junta Militar.
El grupo más importante fue la ‘Sociedad de Amigos de Chile’ (Gesellschaft der Freunde Chiles) que, en respuesta a la pasividad gubernamental, realizó una operación de rescate.
La denominada Acción Plazas Libres (APL), fundada por el cura Cornelius Koch y dirigida sucesivamente por el pastor protestante Guido Rivoir, consiguió salvar a 393 personas gracias a sus intervenciones directas, lo cual fue un logro importante en vista de la ausencia de una legislación federal en materia de asilo.
«Este movimiento logró trasladar a Suiza, de manera más o menos clandestina, a casi 400 personas, y eso casi sin recursos financieros propios y sin relaciones institucionales fuertes», subraya Rossi.
«Si consideramos que un billete de avión de Santiago a Suiza costaba en aquel entonces unos 2.000 francos, hay que afirmar que esta acción fue un gran éxito.»
Los representantes de la sociedad hicieron un llamamiento a los suizos para que acogieran a los refugiados y los mantuvieran durante tres meses. Recibieron tres mil respuestas. El Gobierno no contó con esta fuerte movilización y decidió reintroducir la obligatoriedad del visado para los ciudadanos chilenos.
Dos Suizas
Los militantes de la APL eran voluntarios y tuvieron que reunir los fondos por medio de colectas. La ayuda a los refugiados chilenos se desarrolló a veces en situaciones bastante rocambolescas, revela Rossi.
«Fue decisiva la ayuda de un antiguo partisano italiano de la Segunda Guerra Mundial. Era jefe de una agencia de viajes y, gracias a él, la APL pudo comprar billetes en blanco que se podían rellenar con los nombres de los pasajeros en el aeropuerto instantes antes del despegue. Y esos trámites permitieron traer a muchísimas personas. Sin la ayuda de este personaje, la APL jamás hubiera tenido tanto éxito», asevera.
La asociación consiguió organizar la entrada clandestina de los refugiados por la frontera verde en el Tesino vía el aeropuerto de Milán. Ya alojados en Suiza, los chilenos solicitaron asilo político ante las autoridades policiales cantonales. Durante la tramitación de las demandas las autoridades no podían expulsarlos. La mayoría de ellos logró quedarse en Suiza.
«En realidad hubo dos Suizas: la Suiza oficial, es decir, los funcionarios de la administración federal; y una Suiza que llamo la ‘Suiza de abajo’, integrada por asociaciones, políticos, iglesias y ciudadanos que defendieron la tradición humanitaria del país. Una de las ideas básicas de mi libro es que hubo un pulso entre esas dos Suizas, en virtud del cual pudieron llegar alrededor de 400 refugiados chilenos entre 1973 y 1976», resume Maurizio Rossi la conclusión mitigada de su estudio.
swissinfo, Antonio Suárez Varela
De acuerdo a organizaciones humanitarias, 3.000 personas murieron o desaparecieron entre 1973 y 1990, y cerca de 30.000 fueron torturadas.
De 1973 a 1990 (partida de Pinochet de la presidencia), Suiza inscribió en sus registros 5.828 solicitudes de asilo de ciudadanos chilenos.
De 1974 a 2007, 2.733 chilenos se naturalizaron suizos. A finales de agosto de 2008, vivían en Suiza 3.417 chilenos.
Fuente: Oficina Federal de Migración
Nacido en 1978 en el Tesino, trabaja desde 2006 como asistente científico en los Archivos Federales de Berna donde colabora en el proyecto de edición de los Documentos Diplomáticos Suizos (Dodis.ch). En el marco de este proyecto se dedica, en particular, a las relaciones entre Suiza y los países latinoamericanos.
Estudió Historia, Literatura Italiana e Informática en la Universidad de Ginebra. En 2005 se licenció con un estudio sobre la política de las autoridades federales frente a los refugiados chilenos tras el golpe militar de 1973.
La tesis redactada bajo la dirección del catedrático Mauro Cerutti, se publicó en otoño de 2008 en la Editorial Alphil; lleva el título: Solidaridad de abajo y razón de Estado. El Consejo Federal y los refugiados de Chile (1973-1976).
4-IX-1970: La Unidad Popular, una coalición formada por comunistas, socialistas, liberales y demócrata cristianos disidentes, gana las elecciones en Chile. El 24 de octubre, Salvador Allende asume la presidencia.
11-IX-1973: Golpe de Estado de la Junta Militar contra el gobierno de Allende con el apoyo de la Casa Blanca y la CIA. Mientras los militares bombardean el palacio presidencial, Allende se quita la vida. La Junta suprime las libertades democráticas y decreta la represión contra la oposición política.
17-X-1973: El Gobierno suizo decide acoger a un contingente de 200 refugiados chilenos con la llamada ‘Acción Especial’.
4-XII-1973: La ‘Sociedad de los Amigos de Chile’ lanza un llamamiento de solidaridad con los chilenos. Se instituye la ‘Acción Plazas Libres’ (APL).
28-XII-1973: El Gobierno suizo decide desatender un llamamiento de la ONU para la acogida de refugiados políticos.
31-I-1974: Cinco chilenos llegan al aeropuerto de Ginebra y son repatriados de inmediato a Chile.
23-II-1974: Los primeros cinco chilenos de la APL aterrizan en Ginebra. El Gobierno introduce el visado obligatorio para todos los ciudadanos chilenos.
Marzo 1974: Vía el aeropuerto de Milán entran 50 chilenos en el Tesino y solicitan asilo político.
2-IV-1974: Acuerdo secreto entre el ministro de Justicia Kurt Furgler y el pastor Guido Rivoir que prevé la concesión de visados en el consulado suizo de Milán. Berna se compromete a examinar 100 solicitudes de asilo presentadas por chilenos exiliados.
11-VII-1974: Berna rezaga los trámites para la obtención del asilo político en Milán.
20-X-1974: La tercera iniciativa popular «contra la extranjerización y la sobrepoblación extranjera» es rechazada por el pueblo suizo con un 65,8% de los votos.
30-V-1976: La APL cesa su labor tras dos años y medio de actividades. Ayudó a 438 personas a exiliarse de Chile, de los cuales 393 fueron admitidos en Suiza.
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