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El libro de Carla Del Ponte acapara las miradas

Copias de 'La caza' apiladas en la librería Melisa de Lugano que Carla Del Ponte no pudo firmar. swissinfo.ch

'La caza. Yo y los criminales de guerra' ya está en librerías italianas y suizas. Un libro muy esperado que da mucho que hablar y no sólo porque a la autora le han prohibido promocionarlo.

Una prohibición, como es sabido, emitida por el Ministerio suizo de Asuntos Exteriores: Carla del Ponte, nueva embajadora en Argentina, representa los intereses de Suiza y debe mostrar la diplomacia que requiere el cargo.

Berna sostiene, en efecto, que algunas afirmaciones contenidas en el libro de la ex fiscal del Tribunal Penal Internacional (TPI) para la antigua Yugoslavia, no pueden emanar del Gobierno suizo que Carla Del Ponte representa ahora.

Está claro que las 412 páginas en las que Carla Del Ponte recorre los ocho años de caza a los criminales de guerra, contienen pasajes e informaciones importunos.

Por lo demás, las reacciones, también de Belgrado, no han faltado. Efectivamente, Belgrado, como refirió el diario italiano ‘La Repubblica’ el pasado 12 de marzo, ha intentado, por todas las vías posibles, inhibir la difusión del libro con una carta dirigida al secretario general de la ONU y al Tribunal Penal de La Haya.

Un acto de fe en la justicia

«El mensaje que he querido transmitir con este libro», declaraba a swissinfo Carla Del Ponte, pocos días antes de que el Ministerio de Exteriores le impusiera guardar silencio, «es la gran fe que tengo en la justicia internacional. Porque se puede obtener justicia para los millares de víctimas de estos crímenes, a pesar de todas las dificultades que obstaculizan el camino de la justicia. Me dirijo, sobre todo, a los jóvenes para que de un modo u otro, sigan trabajando en esta dirección.»

¿Cómo no pedirle entonces que responda a la sentencia del Tribunal Penal (del miércoles 2 de abril) que ha calificado ajeno a los hechos al ex primer ministro de Kosovo, Ramush Haradinaj, acusado de haber matado y torturado a un indeterminado número de serbios durante la guerra de 1998-1999? ¿Tiene por tanto sus límites la justicia internacional?

Carla Del Ponte, a la cual nos acercamos el pasado viernes (04.04.) por la tarde en Lugano, prorrumpe, pero mide meticulosamente sus palabras: «Es cierto, la justicia internacional tiene sus límites. Como también tienen sus límites la justicia nacional y la justicia terrenal. Sabemos que son muchas las dificultades, pero la dirección que hemos emprendido es la correcta.»

Los ensangrentados años de los noventa

En la librería Melisa de Lugano, donde se esperaba la llegada de Carla Del Ponte el martes para que presentara su libro, impera la desilusión. «¿Impedirle hablar? Es una vergüenza. Suiza debería estar orgullosa de tener una embajadora como ella», señala una señora mientras echa un vistazo a los dos baúles donde se encuentran apiladas las copias de ‘La caza’.

Apenas salidos de la tienda, se acerca a paso ligero otra mujer. Le preguntamos: «¿Viene por el libro de Carla Del Ponte?». «Sí», responde, «es una mujer valiente, un verdadero modelo de determinación para las mujeres que luchan. Espero poder conseguir que me firma el libro.» Todavía no sabe que le aguardará la desilusión de no poderse encontrar con la ex fiscal.

Queda, sin embargo, el libro de Carla Del Ponte, dedicado a su madre Angela, que en trece capítulos revela los obstáculos y las dificultades que ha tenido que afrontar para entregar a la justicia a los peores criminales de las guerras civiles en la antigua Yugoslavia y en Ruanda.

En entrevistas publicadas antes de la salida de ‘La caza’, Del Ponte siempre reiteró que el libro no era sino la crónica de sus viajes de esperanza que se zanjaron todas en conferencias de prensa. De hecho, el libro supone un puñetazo en el estómago para Belgrado, porque relata los desesperados y fallidos intentos por capturar a los prófugos Radovan Karadžić y Ratko Mladić.

En las páginas dedicadas a Kosovo (capítulo XI), la ex fiscal también habla del actual primer ministro, Hashim Thaçi, en la época de auge del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK). Recuerda que durante una mesa redonda, Thaçi la provocó con comentarios impropios.

«Le miro en los ojos», se lee en las páginas 293 y 294, «y le digo que he abierto las indagaciones sobre los crímenes cometidos por los albaneses de Kosovo. Jamás he hablado de una incriminación contra él, pero Thaçi llega sin duda a esta conclusión, porque su rostro se transforma en mármol.»

Una mujer incómoda

El descubrimiento de antecedentes dramáticos y engorrosos, su estilo directo, arroja nueva luz sobre algunos de los episodios más oscuros de la historia reciente del Viejo Continente. En su libro, Carla Del Ponte, fiel a sí misma, no ajusta cuentas con nadie. Hay sin duda algunos pasajes que no gustarán a los políticos. Ya cuando estaba en La Haya, había quienes le reprochaban ser demasiado intransigente y obstaculizar las buenas relaciones entre las naciones.

Las relaciones entre la fiscalía y la política suelen ser difíciles. Lo sabe y siempre lo supo Carla Del Ponte, que ahora se encuentra en el centro de las críticas de la Comisión de Asuntos Exteriores de las dos cámaras del Parlamento suizo. Algunos diputados incluso piden su dimisión. Decíamos que Del Ponte siempre fue consciente de la compleja relación entre la razón de Estado y la justicia. En el prólogo de su libro explica que en su carrera ha chocado muchas veces contra el muro de goma de poderosos, financieros, banqueros y políticos.

En el segundo capítulo, recuerda a Baruch Spinoza, «el gigante de la filosofía y campeón de la razón y del escepticismo que identificó la fuerza que da origen a tantos crímenes de guerra: la capacidad de los gobernadores poderosos de manipular y explotar la buena fe del pueblo…». Y contra este escollo inmaterial, pero real, ella ha tenido que luchar durante ocho largos años. Y jamás se quedó desarmada.

«Durante casi ocho años», escribe la actual embajadora, «he vivido en un apartamento blindado, cuyas ventanas daban al adoquinado de una calle céntrica de La Haya.» Ahora vive en el país de las Madres de la Plaza de Mayo que, como ella, han luchado por la justicia.

swissinfo, Françoise Gehring, Lugano
(Traducción del italiano: Antonio Suárez Varela)

‘La caza. Yo y los criminales de guerra’, publicado por Feltrinelli; los derechos ya han sido vendidos en diversos países del mundo.

En él la que fuera fiscal general del Tribunal de La Haya hasta fines del 2007 recorre ocho años de caza a personas que cometieron delitos horrendos.

Su labor permitió detener y poner a disposición judicial a decenas de acusados de genocidio y otros crímenes de guerra. Entre ellos, Slobodan Milošević, ex presidente de Serbia, muerto el 11 de marzo de 2006 en su celda en La Haya, antes de que se concluyera el proceso, y en circunstancias aún no del todo esclarecidas.

Durante su misión en La Haya, Carla Del Ponte presentó pruebas contra dos de los prófugos más buscados del mundo: los serbobosnios Radovan Karadžić y Ratko Mladić, acusados de la masacre de Srebrenica, que aún se encuentran bajo orden de captura.

Carla Del Ponte nace en 1947 en Bignasco (Valle Maggia), en el cantón del Tesino.

Cursa estudios de Derecho Internacional en Berna, Ginebra e Inglaterra.

En 1981 es nombrada fiscal del cantón del Tesino; y de 1994 a 1999 encabeza el Ministerio Público de la Confederación, la fiscalía suiza.

En 1999 es nombrada fiscal general del Tribunal Penal Internacional (TPI) para la antigua Yugoslavia por el entonces secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan.

Deja el cargo en el TPI a finales de 2007 para asumir el de embajadora helvética en Argentina.

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