Entre la necesidad económica y las tensiones sociales, ¿cómo equilibrar la inmigración?
En muchos países desarrollados, entre ellos Suiza, el arribo de personas extranjeras representa la mayor parte del crecimiento demográfico. Un tema cada vez más controvertido, a pesar de que el envejecimiento de la población y las necesidades de mano de obra podrían conducir a un aumento de la llegada de más personas en el futuro. ¿Existe un “límite justo” de inmigración? Cifras y perspectivas de especialistas.
Sociedades envejecidas en las que cada vez nacen menos niños: el “invierno demográfico” se acerca -o es ya una realidad- en muchos países desarrollados, sobre todo de Europa y Asia Oriental. La inmigración se ha convertido en un componente clave en la evolución de sus poblacionesEnlace externo.
Este artículo forma parte de una serie dedicada a los grandes retos demográficos por venir. El futuro de la migración internacional, y su relación con el envejecimiento, es uno de ellos.
La política migratoria y la integración de las personas inmigrantes son temas candentes en Suiza, como en la mayoría de los países desarrollados. Principalmente los países de acogida, caminan en la cuerda floja entre su necesidad de mano de obra y una opinión pública cada vez más hostil a la inmigración.
Prácticamente todos los países se verán afectados en las próximas décadas, con la excepción del África subsahariana, según las proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
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La tasa de fecundidad en Suiza cae, como en casi todo el mundo
En algunos países, como Alemania, España y Portugal, la afluencia de personas extranjeras apenas ha impedido el declive demográfico de los últimos años; en otros, como Japón, Italia o Hungría, la escasa inmigración sólo ha amortiguado el despoblamiento.
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Suiza y Canadá se encuentran en una situación diferente. Aun cuando en ambos países cayó la tasa de natalidad a 1,3 hijos por mujer, la inmigración compensa con creces la situación y su población crece rápidamente.
Desde 2013, la población del pequeño país alpino ha aumentado casi un 10%, y se estima que superó los 9 millones de habitantes en 2024. El exceso de migración explica el 95% del crecimiento demográfico récordEnlace externo (+147.000 personas) en 2023.
Aunque los nacimientos siguen superando a las defunciones, la variación natural podría llegar a ser negativa a finales de la década, según la ONU.
La Confederación Helvética ha experimentado altos niveles de inmigración desde finales del siglo XIX, en tres grandes oleadas sucesivas: la fase de industrialización hasta la Primera Guerra Mundial; la recuperación económica de mediados del siglo XX, con un pico en la década de 1960; y la era actual de libre circulación con la Unión Europea (UE) y la globalización, desde principios de la década de 2000.
Hasta entonces, la llegada de personas trabajadoras extranjeras se regía por acuerdos bilaterales y permisos de residencia temporales. La inmigración se reducía drásticamente cada vez que había una crisis de empleo.
La introducción de la libre circulación con la UEEnlace externo en 2002 provocó un fuerte aumento de las llegadas de ciudadanos europeos, que ha continuado ininterrumpidamente desde entonces, y que hoy representan más de dos tercios de las personas extranjeras en Suiza. La inmigración procedente de terceros países sigue estando sujeta a cuotas.
Suiza tiene también una larga tradición en la concesión de asilo, lo que explica que sea hoy uno de los países con mayor proporción de inmigrantes del mundo: el 36% de su población ha nacido fuera de la ConfederaciónEnlace externo, y más de una cuarta parte tiene nacionalidad extranjera.
Canadá, por su parte, “ha visto explotar su saldo migratorio neto en los últimos cuatro años”, según afirma el demógrafo quebequense Guillaume MaroisEnlace externo, investigador del IIASA (Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados) en Austria y profesor de demografía en el Instituto de Investigación Demográfica de Asia de la Universidad de Shanghái.
Entre 2022 y 2023, la población del país norteamericano aumentó un 3%Enlace externo (casi 1,2 millones de personas), el mayor crecimiento demográfico de cualquier país occidental, siendo la migración internacional la que representó el 98% de este incremento.
Temor al desbordamiento migratorio
¿Es excesiva la inmigración cuando alcanza tales niveles? La pregunta está en el centro del debate político en Suiza. Ha sido uno de los principales escollos en sus relaciones con la UE.
En Canadá, una nación construida sobre la inmigración, “ningún partido importante apoya la ‘inmigración cero’”, sostiene Marois. Sin embargo, «la cuestión de si se debe o no se debe continuar con la tendencia actual, se plantea desde hace varios años».
El temor al desbordamiento, o incluso al “reemplazo”, es compartido en otros países de acogida tradicionales. Es el caso de Estados UnidosEnlace externo y del Reino UnidoEnlace externo, y de casi todos los países desarrollados. La inmigración ha aumentado un 20%Enlace externo en la zona de la OCDE durante la última década.
En la Confederación, el rechazo a la “superpoblación” es la línea que sigue actualmente la UDC (derecha conservadora), primera fuerza política del país, a la hora de abogar por restricciones migratorias. Su última iniciativa popular, sobre la que votará el pueblo suizo, exige que las autoridades fijen límites máximos si la población se acerca a los 10 millones antes de 2050.
Los argumentos del partido sólo aluden a los efectos económicos de la inmigración en Suiza. Hoy en día apenas se discute que la libertad de circulación ha respondido hasta ahora, en general, a las necesidades del mercado laboral.
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Qué impacto tiene la libre circulación de personas en la economía suiza
En cambio, la UDC culpa a la “inmigración masiva” de “casi todos los problemas de Suiza”Enlace externo en términos de cohesión social (desaparición de los valores helvéticos, delincuencia, etc.) y, sobre todo, de calidad de vida: baja de la renta per cápita, falta de viviendas asequibles, saturación de las infraestructuras de transporte, aumento del consumo de energía y urbanización descontrolada.
El vínculo entre el fuerte crecimiento demográfico y la sobreexplotación de los recursos no es nuevo, ni se limita a las filas de la derecha nacionalista. Hace una década, ya estaba en el centro de una iniciativa de la asociación Écopop, apoyada por figuras de diversos ámbitos (sobre todo ecologistas), que bregaba por limitar la inmigración en nombre de la preservación del medio ambiente.
Aunque la iniciativa fue rotundamente rechazada en 2014, los temores vinculados al fuerte aumento de la población no han desaparecido. Hoy, más de la mitad de los y las votantes en Suiza quieren limitar la inmigración por estas razones, según una de las encuestasEnlace externo más recientes sobre el tema. Incluso los círculos empresariales piden ahora “hacer frente a los problemas causados por la inmigración”.Enlace externo
También en Canadá, una grave crisis habitacional en las ciudades -donde se concentra la mayor parte de la población extranjera- aviva los debates sobre la reducción de los umbrales de inmigración. Aunque la superpoblación no es realmente un problema en este inmenso país, la recomendación de los círculos empresariales de aumentar las cuotas para que la población canadiense alcance los “100 millones de personas a finales de siglo” ha provocado fuertes reacciones.
Casi el 60%Enlace externo de la población canadiense cree ahora que hay demasiada inmigración, y en octubre, Ottawa anunció la primera reducción de más del 20%Enlace externo en el número de residentes permanentes que se permitirán a partir de 2025.
La inmigración, una causa entre muchas
Aunque es innegable que un crecimiento excesivo de la población puede tener consecuencias indeseables, muchos demógrafos consideran simplista establecer una relación causal entre estos problemas, que son multifactoriales, y la inmigración.
Philippe WannerEnlace externo, profesor del Instituto de Demografía y Socioeconomía de Ginebra, indica que parte de la inmigración se produce precisamente por la necesidad de infraestructuras (las nuevas viviendas suelen construirse con mano de obra extranjera, por ejemplo) y, en este sentido, limitarla arbitrariamente podría tener, a su juicio, consecuencias aún más problemáticas.
Este artículo de la prensa canadienseEnlace externo sobre las múltiples causas de la crisis inmobiliaria explica que esta se ve agravada, entre otras razones, por la escasez de mano de obra.
La idea de que las infraestructuras han alcanzado un punto de saturación es también objeto de debate en la Confederación. “Los indicadores de bienestar económico y social son elevados”, observa Wanner, “lo que puede reflejar el hecho de que, por el momento, el cambio demográfico no es un problema”.
Michel OrisEnlace externo, demógrafo de la Universidad de Ginebra, declaró a RTS el año pasado: “No hay duda de que podemos llegar a un límite, pero estamos muy lejos de él”. En su opinión, la presión sobre las infraestructuras es “un problema que hay que afrontar, pero es un ‘problema de ricos’”, estimó, mientras añadía que el país más densamente poblado del mundo en la actualidad es Bangladesh. Según el experto, los problemas actuales de Suiza son «aquellos que no se han solucionado con suficiente antelación y que se deben a una falta de previsión de las inversiones».
Gianni d’AmatoEnlace externo, profesor de estudios migratorios en la Universidad de Neuchâtel, señaló que una vez que las poblaciones de inmigrantes se instalan con el tiempo, “hay ventajas pero también costos”. «La pregunta es hasta qué punto tenemos la voluntad política para invertir».
¿Una barrera para la integración?
Para los demógrafos, fijar una tasa más allá de la cual la inmigración sería imposible de “absorber” no tiene sentido. Las políticas de integración vigentes, los perfiles de las personas (origen, lengua, cultura), su adecuación a las necesidades laborales o incluso las zonas en las que se radican tienen una gran influencia y varían mucho según el país.
Para el demógrafo canadiense Guillaume Marois, dos condiciones determinan el éxito de la integración en el mercado laboral: “un bajo nivel de desempleo y ‘buenos contratos’ para los inmigrantes”. Es decir, trabajos bien remunerados que eviten la subcotización salarial, contribuyan a las finanzas públicas y fomenten la integración social.
En este sentido, los países que practican una inmigración selectiva basada en las cualificaciones (entre ellos Canadá), y los que acogen sobre todo inmigración cualificada procedente de la UE (Suiza y Luxemburgo), figuran entre los que presentan mejores indicadores de integraciónEnlace externo, según la OCDE.
Además de los esfuerzos de integración de la población migrante, la “convivencia” depende también de la actitud de la sociedad de acogida hacia ella. Sin embargo, según la encuesta global de GallupEnlace externo, considerada una referencia en este ámbito, la aceptación tiende a disminuir en la mayoría de los países. En 2020, año de la última encuesta, Canadá ocupaba el primer puesto y Suiza, a pesar de mantener una puntuación relativamente alta, mostraba uno de los descensos más marcados.
Para el profesor Philippe Wanner, el hecho de que “la población inmigrante tenga características culturales relativamente similares” ha contribuido hasta ahora a evitar la creación de guetos y el rechazo. Esto no quiere decir que en el futuro no puedan surgir problemas de cohesión social.
Aunque el concepto de “umbral de tolerancia” no pueda cuantificarse y sí es cuestionadoEnlace externo, “no significa que no exista una capacidad de acogida”, afirma Marois. “Creo que se superará cuando ya no se cumplan las expectativas subjetivas de la población, tanto inmigrante como no inmigrante.
Y estas expectativas dependen mucho de las ideas sobre las que se construyen las naciones, analiza Gianni d’Amato, de la Universidad de Neuchâtel. “Si hay voluntad de hacerlo, el nivel de inmigración puede aumentar hasta niveles impresionantes: las sociedades del Golfo, por ejemplo, funcionan con casi un 90% de inmigrantes. Por el contrario, en un país como Japón, incluso un número mínimo ya es excesivo”.
Restringir o fomentar la inmigración
Mientras algunos países quieren apretar las tuercas, Japón decidió recientemente, por primera vez en su historia, relajar ciertas restricciones a los visados con el fin de atraer más mano de obra extranjera para hacer frente al rápido envejecimiento de su población.
Las mismas razones llevaron a Corea del Sur a ofrecer mejores incentivos a los inmigrantes altamente cualificados, y a España a anunciar la regularización de unas 900.000 personasEnlace externo en los próximos tres años, a pesar de la oposición interna.
Otros países desarrollados en proceso de envejecimiento pueden optar por recurrir en mayor medida a la mano de obra extranjera en los próximos años, cuando se prevé escasez, sobre todo en sectores clave como la sanidad.
En una nota sobre el futuro de la migraciónEnlace externo, el Consejo de Agencias de Inteligencia de Estados Unidos resume así lo que está en juego: “los países de destino deberían obtener beneficios económicos que compensen los costos de los nuevos inmigrantes”, siempre que sepan gestionar las tensiones sociales y políticas provocadas por la inmigración.
Texto adaptado del francés por Norma Domínguez / CW
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