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Ese pasado que la Confederación evita mirar

Rechazan hurgar en las relaciones Berna- Pretoria durante el apartheid. swissinfo.ch

Suiza tiene dificultades para abordar sus relaciones con Sudáfrica en tiempos del apartheid. El parlamento da un nuevo ejemplo.

«Suiza ha colaborado con un régimen criminal, con armas químicas y bacteriológicas que están prohibidas por el derecho internacional». Para Jean-Nils de Dardel, los hechos son graves. Justificarían ampliamente la creación de una Comisión de Investigación Parlamentaria (CEP).

El legislador socialista está desilusionado tras el rechazo el lunes (18.03.02) por la Cámara Baja, de su iniciativa -por 94 votos contra 60- que solicitaba la integración de esta CEP.

«No hay voluntad seria, ni del Consejo Federal (Gobierno), ni del parlamento, de enviar investigadores a Sudáfrica, constata el diputado ginebrino. La tapadera recubre la marmita por algunos meses más. Afortunadamente hay periodistas que hacen su trabajo y que seguramente van a aportar nuevas revelaciones».

Verdades mutiladas e informes secretos

En la época en que estaban dirigidos por Peter Regli, los servicios helvéticos de información mantuvieron un contacto regular con sus homólogos sudafricanos.

Los esbirros del régimen de Pretoria trabajaban entonces sobre un amplio programa de armas químicas y bacteriológicas, bajo la responsabilidad del siniestro Wouter Basson, juzgado en su país bajo 61 cargos, incluidas 16 muertes.

Jean-Nils de Dardel y los 39 diputados que apoyan su iniciativa, desearían que se aclarara este aspecto de las relaciones entre Suiza y Sudáfrica,

Una delegación parlamentaria había abordado el asunto en 1999, pero su informe, que liberaba de culpa a Peter Regli y al laboratorio AC de Spiez, no convenció a mucha gente.

En ese entonces la prensa manifestó su incredulidad y el Comité Internacional de la Cruz Roja -que había sido infiltrado por los servicios secretos- calificó el texto de «horriblemente ligero» y «totalmente confuso».

La palabra final del asunto se encuentra quizá en el informe ordenado a principios de 1999 por Adolf Ogi, entonces ministro de Defensa. Pero ese documento -probablemente redactado por el mismo Peter Regli- aún está clasificado como «secreto» e inclusive el Ministerio Público de la Confederación ha podido consultarlo pero sin tener derecho a hacer fotocopias.

El eje Berna-Pretoria

La colaboración entre Berna y Pretoria a nivel de los servicios secretos puede parecer chocante, pero no representa sino un aspecto de las buenas relaciones que Suiza mantuvo con el régimen del Apartheid hasta la caída de éste en 1994.

Desde sus inicios, el régimen blanco de Sudáfrica pudo contar con el apoyo masivo de los barones de las finanzas y de la industria helvéticas. Fundada en 1956, la ‘Swiss-South African Association’ se convierte rápidamente en uno de los más poderosos grupo de presión de Suiza durante la postguerra.

En sus boletines internos, la Association justifica el Apartheid en términos abiertamente racistas. Así, un director del banco UBS en Johanesburgo escribe en 1960 que los negros de Sudáfrica son hombres «mitad niños, mitad animales».

Berna rechazó siempre sumarse a las sanciones de las Naciones Unidas contra Sudáfrica, lo que no impidió a los bancos suizos de realizar negocios florecientes.

Desde 1980, esas instituciones prestaron entre 5 mil y 10 mil millones de francos a las empresas sudafricanas cuando un mandato del Gobierno suizo sólo les permitía un máximo de 300 millones. Entre 1985 y 1993, esos empréstitos representaron a los bancos 2 mil 700 millones de francos en intereses y dividendos.

Y, cuando los bancos estadounidenses se retiraron de Sudáfrica en 1985, los suizos los reemplazaron salvando al régimen de la bancarrota y permitiéndole replantear su deuda. Zúrich se convierte entonces en el primer mercado mundial del oro y los diamantes sudafricanos.

¿Una segunda Comisión Berger?

El primero de octubre de 1999, la Suiza oficial hace por primera vez un ‘mea culpa’ sobre sus relaciones con el régimen del apartheid. Un informe interdepartamental, aprobado por el Gobierno, admite que a partir de 1985, la actitud de Suiza no se podía defender desde el punto de vista moral ni político.

Se necesitarán, sin embargo, todavía cinco años para que Berna añada un capítulo ‘Sudáfrica’ al Programa Nacional de Investigación 42, ‘Fundamentos y Posibilidades de la Política Exterior Suiza’.

Pero los primeros resultados no están todavía disponibles y, con las fuentes documentales inaccesibles, las investigaciones no se interesan de todas maneras en el asunto de los servicios secretos.

Evidentemente, esos hechos no dejan indiferente a Jean-Nils de Dardel. «Será necesaria una segunda Comisión Bergier, sobre el conjunto de las relaciones Suiza-Sudáfrica»,considera el legislador ginebrino. Pero en un primer tiempo, el asunto de los servicios secretos le parece prioritario.

Lo que, evidentemente, no es la opinión de todo el mundo.

swissinfo/Marc André Miserez

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