Guatemala: «Una experiencia muy fuerte»
El periodista suizo Andrea Tognina participó como observador de los derechos humanos en Huehuetenango durante tres meses, "un viaje no sólo geográfico, sino también en el tiempo".
Formó parte de los voluntarios de Peace Watch Switzerland (PWS), que acuden año con año a Guatemala para participar como «acompañantes» en comunidades campesinas donde aún la huella de la guerra prevalece.
Peace Watch Switzerland realiza tareas de observación en Palestina, México y Guatemala, y para ello requiere del apoyo de voluntarios que en el terreno aseguren «cierta tranquilidad con su simple presencia», explica Paul Rutishauser, miembro del comité de dirección de PWS en un informe de la organización.
En el terreno, los voluntarios contribuyen desde 1994 al desarrollo pacífico de una región, que en el caso de Guatemala aún tiene las heridas de 36 años de conflicto.
A su regreso en Suiza, estos «acompañantes» participan en la tarea informativa que realiza la PWS.
«Suiza debe saber que hay gente que aporta su contribución para evitar las consecuencias de un conflicto, una tarea que, por cierto, también es una preocupación de nuestras autoridades federales», indica Rutishauser.
Otro aspecto subrayado por la organización es que los observadores realizan una labor imparcial:
«No estamos a favor de nadie. Nos interesa la defensa de los derechos humanos», afirma Philipp Gerber, coordinador de los proyectos de observadores voluntarios en Guatemala y México de Peace Watch Switzerland.
Paralelismos para orientarse
En la tarea de observador se estrenó el periodista Andrea Tognina, quien haciendo una pausa en su desempeño profesional, se dirigió al departamento de Huehuetenango para «acompañar» a familias campesinas.
«La gente allá me preguntaba mucho cómo es Suiza, si se cultiva maíz, si hay campesinos, si hay trabajo», comenta Tognina, quien advierte que su viaje fue «no sólo en el espacio geográfico, sino también en el tiempo».
«Me imaginaba que como ahora trabajan estos campesinos de las montañas guatemaltecas, tal vez así trabajaban mis abuelos o los abuelos de mis abuelos.»
Sobre el papel básico del maíz en Guatemala, este suizo también recordó el pasado de su tierra: «Este grano también tuvo un papel muy importante en el sur suizo y en el norte de Italia, cuando el maíz llegó a Europa.»
«Creo que es normal cuando uno viaja. Para no estar completamente perdido hace estos paralelismos con su propia historia», comenta este Licenciado en Historia del valle de Poschiavo, en el cantón de los Grisones.
«Estar allí»
Andrea hizo sus tareas de acompañamiento en varios pueblos del departamento Huehuetenango, la región fronteriza con Chiapas, una zona de montañas con mayoría maya.
«Lo que uno se imagina cuando va a un proyecto de derechos humanos es que seguro la situación va a ser muy tensa. Pero cuando llegué allí me di cuenta que no: la situación es bastante tranquila; lo que es muy impresionante es la vida cotidiana de la gente.»
«Para nosotros, suizos de uno de los países más ricos del mundo, llegar a esas regiones tan pobres, donde la vida es tan sencilla y con todavía el recuerdo de la guerra y el sufrimiento, es una experiencia muy fuerte.»
¿Concretamente qué hacen los voluntarios? «Están allí, con la gente», responde Tognina al tiempo de recordar que durante conversaciones con otros observadores se comentaba a veces que todo estaba muy tranquilo, y «entonces deducíamos que tal vez si no hubiésemos estado ahí, las cosas serían distintas.»
El joven de 37 años explica que si bien las tareas de acompañamiento comenzaron cuando los refugiados guatemaltecos que huyeron hacia México regresaron a sus tierras, un voluntario permanece actualmente en las comunidades, cerca de esos testigos de la violencia, de las masacres, de los destierros, de la muerte.
La salida de la emigración
Cuando Andrea Tognina llegó a Huehuetenango se disiparon sus temores sobre la criminalidad previos a su partida.
«Si uno lee la página internet del Ministerio de Asuntos Exteriores de Suiza sobre los consejos para los viajeros hacia Guatemala advierte que hay que tener cuidado. Y uno, claro que tiene un poco de miedo». No obstante, «cuando uno llega allá está claro que la criminalidad es muy fuerte en la ciudad, pero cuando uno está en el campo se olvida de todo eso».
Sin embargo, a su regreso a Suiza, otras inquietudes sobre Guatemala le ocupan:
«La gente no tiene mucha esperanza en el futuro. Es una esperanza muy individual. Muchos jóvenes sobre todo quieren irse a Estados Unidos para mejorar su propia situación o la de su familia, pero no hay muchos proyectos colectivos».
En cuanto a las instituciones, comenta: «El gobierno está aún en manos de una elite, sea política, militar o económica. Ahora se trata de una elite económica tal vez un poco más democrática que en el pasado, pero todavía la gente, los campesinos no tienen una relación directa con este gobierno. Para ellos es el gobierno de los otros, de los ricos, de los que viven en las ciudades».
«Potencialmente la situación es todavía explosiva. Hay criminalidad, hay pobreza, hay falta de trabajo y la emigración que destruye los vínculos comunitarios. Está la cultura de las maras, que para los jóvenes es un ejemplo fascinante de alguna manera.»
«Los jóvenes hasta de los pueblitos más aislados se visten como los mareros porque es un ejemplo de rebeldía -como entiendo yo como europeo que viajó tres meses-, tal vez la realidad es más compleja», concluye el periodista.
swissinfo, Patricia Islas Züttel
Este país centroamericano tiene 108.889 Km2 de superficie y casi 11 millones de habitantes.
60% de ellos viven en estado de pobreza y 40% de esta cifra en extrema pobreza.
Además del español, se hablan 21 lenguas mayas como el akateko, caqchiquel, kíiché y otras.
El país es eminentemente agrícola. Produce café, banano, verduras, flores, etc.
2,5% de la población es dueño del 82% de las tierras cultivables.
La mano de obra para las ‘maquilas’ o centros de ensamblaje es otra de las actividades extendidas en el país.
El conflicto armado entre tropas del gobierno y la guerrilla duró más de 36 años y dejó el trágico saldo de 250.000 muertos, 1.000.000 de desplazados, 45.000 desaparecidos y una economía agonizante.
Suiza fue y sigue siendo uno de los países comprometidos con el proceso de paz guatemalteco.
El gobierno suizo ha implementado incluso un programa para apoyar la paz en Guatemala.
Esta organización está en favor de los derechos humanos y tiene su sede en Zúrich.
En Suiza realiza una tarea de información sobre la situación de los derechos humanos en México, Chiapas y Palestina, donde junto con otras organizaciones coordina la labor de observadores.
PWS organiza en Suiza dos veces al año cursos de capacitación para los voluntarios interesados en participar en las tareas de observación.
Estos observadores son voluntarios que pagan su formación y costos de viaje de su bolsillo.
A su regreso se dedican a informar sobre sus experiencias en el terreno, una forma de mantener atenta a los interesados en Suiza de lo que ocurre en los puntos donde trabaja Peace Watch Switzerland.
El periodista Andrea Tognina -quien labora en la redacción en italiano de swissinfo- fue uno de los observadores que viajaron entre enero y mayo de 2006 a Guatemala.
PWS es apoyada finaniceramente por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Suiza y organizaciones como HEKS/EPER, Caritas, Amnistía Internacional y otras pequeñas agrupaciones eclesiásticas o sociedades que participan en este esfuerzo a favor de los derechos humanos, además de las donaciones privadas que recibe.
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