Igualdad: avanza, pero aún hay camino por recorrer
La presidenta de la Comisión Federal para Asuntos Femeninos, Chiara Simoneschi Cortesi, lucha desde hace años en favor de la igualdad entre los sexos.
En este 2006, rico en aniversarios ligados a la causa de las mujeres, la diputada del Tesino rehace el trayecto de la emancipación para swissinfo.
Desde que en 1971 las mujeres obtuvieron el derecho de voto a escala nacional, se han dado algunos progresos, sobre todo en materia de formación, educación y acceso a los estudios.
Pero, a pesar de la inscripción del artículo 4, que consagra la igualdad entre mujeres y hombres, en la Constitución Federal, subsisten numerosas disparidades. Ello, también a pesar de la entrada en vigor de la ley federal sobre la igualdad en 1996.
La discriminación más visible y más mesurable, subraya Chiara Simoneschi Cortesi, es ciertamente la desigualdad de los salarios. A habilidades y funciones iguales, las mujeres ganan un promedio de 10% menos que sus colegas masculinos en el sector público y de 20% menos en el sector privado.
swissinfo: ¿Cómo se puede explicar la persistencia de la desigualdad y de la discriminación a pesar de la ley?
Chiara Simoneschi Cortesi: No es fácil comprender las razones de una disparidad que depende de la discriminación. No es fácil porque la realidad es muy compleja y porque está hecha de un tejido de factores económicos, sociales y culturales. Y la dimensión de la cultura, ligada a la mentalidad, tiene un gran peso.
Para comprender y explicar estas resistencias, hay que considerar la organización actual de la economía, de la sociedad, y la repartición de los papeles entre ambos sexos. Hoy, la vida económica, social y política está organizada como en otros tiempos. Como en los tiempos en los que la mujer tenía sólo un papel: ocuparse de la casa y de la familia.
Es decir, el mundo no se adaptó a estos cambios porque no se supo, o no se quiso, adaptar los modelos de organización a los nuevos papeles asumidos por las mujeres en los ámbitos profesional, familiar, social y político. Además, los papeles y las tareas entre mujeres y hombres son distribuidos todavía demasiado desigualmente en el seno de la familia. Las mujeres deben llevar numerosas cargas.
Todas estas señales indican muy claramente que, de hecho, aún inscrita en la Constitución, la igualdad en Suiza todavía no es una realidad.
swissinfo: A ciertos niveles, estas disparidades son manifiestas. ¿A otros, en cambio, son más solapadas pero igualmente graves?
C.C.: Para concretizar, voy a limitarme al mundo del trabajo, un mundo en el que las desigualdades salariales son claramente mesurables, pero donde las discriminaciones aparecen también a otros niveles: las oportunidades o las posibilidades de formación continua, de progresos o de hacer carrera.
Me refiero a lo que se conoce como el ‘techo de vidrio’, esa barrera tan invisible como insidiosa que impide a las avanzar más, mejorar su posición, aumentar su prestigio y su visibilidad, estar presentes donde se toman las decisiones. Las estructuras de organización, definidas todavía de manera exclusiva por los hombres, impiden a las mujeres subir en la jerarquía.
Un trayecto que se complica aún más si la mujer tiene hijos. Excluyendo la posibilidad de conciliar trabajo y familia – a menudo el compañero no está dispuesto a compartir estas responsabilidades – se obliga en cierto modo a la mujer a mantenerse en su sitio, con el riesgo de que pierda habilidades preciosas que la empresa podría aprovechar.
swissinfo: Uno de los temas más debatidos en Suiza es justamente el tiempo parcial cualificado, una solución que permitiría a las mujeres mantenerse en el juego…
C.C.: La extensión del tiempo parcial a la escala del personal intermediario y superior es ciertamente factible y practicable. Varios estudios mostraron que el tiempo parcial era posible también para los niveles superiores de la jerarquía. Lo que se confirma incluso en Estados Unidos es que no existe un puesto de responsabilidad que no pueda ser dividido y compartido.
Sin embargo, adaptando los modelos de organización del trabajo sobre la base del tiempo parcial o del ‘trabajo-compartido’, se daría también a los hombres la posibilidad de implicarse más en las tareas familiares y se distribuirían más equitativamente los papeles entre las parejas, sin sacrificar la carrera. Pero corresponde al sector económico comprender el alcance innovador de esta solución y traducirla en la práctica, valorizando los recursos humanos puestos a su disposición.
swissinfo: Por una parte, la economía y la política reconocen la importancia de las mujeres pero, por otra, la realidad muestra otra cara. ¿Cómo sucede esto? ¿ Dónde está el problema?
C.C.: Está en la cultura, en la mentalidad en las que se mantienen, de manera dramática, los mismos perjuicios, sea en la esfera colectiva o en la esfera personal. Además, intervienen mecanismos de poder que complican aún más las relaciones y las situaciones.
Desde ese punto de vista, la situación está lejos de ser rosa: los ‘nostálgicos’ querrían que las mujeres regresaran a las cocinas. Desgraciadamente, ciertas mujeres que alcanzan altos niveles no favorecen la igualdad de las oportunidades y, por el contrario, se hacen la guerra. A menudo, los hombres tienen miedo de mujeres que luchan por su emancipación. Y así es como la incomprensión y el miedo continúan alimentando los perjuicios.
swissinfo: ¿Cómo salir de este callejón sin salida?
C.C.: Si lo quisieran, las mujeres y los hombres podrían ser compañeros excelentes para lograr la emancipación y la creación de una sociedad más justa. Es claro que muchos hombres mantuvieron el ‘statu quo’ mientras que las mujeres luchaban para salir del gueto. Nunca reflexionaron realmente sobre estos cambios enormes, lo que, me doy cuenta, no es nada fácil.
Posiblemente todavía no están dispuestos a desempeñar este nuevo papel de compañero y de padre. Pero los cambios culturales no se hacen en un día. Harán falta tiempo y paciencia. Por ello creo que vale la pena seguir creyendo en la igualdad entre mujeres y hombres. Como valor y como recurso.
Entrevista swissinfo, Françoise Gehring, Lugano
(Traducción: Marcela Águila Rubín)
El año 2006 marcó diversos aniversarios de la historia de la emancipación:
Los 35 años de la introducción del derecho de voto de las mujeres a escala federal, los 30 años de la creación de la Comisión Federal para Asuntos Femeninos, los 25 años de la adopción del artículo constitucional sobre la igualdad, los 15 años de la primera huelga nacional de las mujeres y los 10 años de la entrada en vigor de la ley sobre la igualdad.
Género (del inglés ‘gender’): reenvía a la construcción histórica de las representaciones sociales y de la identidad masculina/femenina, en correlación con diversos modelos relacionales, roles, expectativas, lazos y oportunidades. En esta acepción, el término se opone al del sexo, que se refiere a la naturaleza biológica del macho y de la hembra.
‘Techo de cristal’ o ‘techo de vidrio’: barrera invisible que se deriva de una interacción compleja de estructuras en el marco de organizaciones con predominio masculino que impide a las mujeres acceder a los cargos de responsabilidad. Una alusión a la posibilidad de ‘asomarse’ a puestos superiores sin poder acceder a ellos.
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