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Impiden a niños de Chernóbil viajar a Suiza

Los niños de Bielorrusia disfrutan de sus visitas anuales a Suiza. Keystone

El presidente de Bielorrusia niega a centenares de niños afectados por la radiación tras el desastre de la central eléctrica de Chernóbil, Ucrania, la autorización para viajar a Suiza.

Alexander Lukashenko canceló la visita por temor de que algunos niños no quisieran volver luego a casa. La decisión irritó a los organizadores suizos que consideran que los menores están siendo usados como peones políticos.

Por más de una década, cerca de 400 niños de países del este europeo – de entre siete y 16 años – han hecho un viaje anual a Suiza para recibir tratamiento médico y ayuda social.

Todos ellos sufren de los efectos de la radiación que todavía persisten en la región tras el accidente nuclear de 1986 en Chernóbil, Ucrania.

Los encantos de la libertad democrática han probado ser irresistibles para algunas de las personas que visitan países occidentales y dos han solicitado asilo político en los últimos años.

Aunque esos casos no ocurrieron en Suiza, Lukashenko exigió garantías escritas de que Suiza rechazaría eventuales solicitantes de asilo. Cuando esta demanda fue rechazada, con el argumento de que contravendría las leyes en materia de derechos humanos, Lukashenko suspendió la visita.

Niños «rehenes»

Andreas Goerlich-Koch, del proyecto de ayuda ‘Hardwald Chernobyl’, con sede cerca de Zúrich, considera que los niños son víctimas de políticas duras.

«Cuando vienen a Suiza, ven lo que es la democracia y una forma de vida mejor que la de Bielorrusia y eso hace que pregunten por qué las cosas no pueden ser así en su país», dijo a swissinfo. «El presidente mantiene a esos niños como rehenes por el bien de sus políticas».

«Los niños están muy decaídos y decepcionados», agrega.

La organización benéfica de Goerlich-Koch invita a alrededor de una docena de niños por año. Los chicos no siguen el tratamiento específico para las enfermedades de la radiación, sino tratamientos vitamínicos y cuidados dentales que no reciben en su país.

Además, el hecho de que pasen algunas semanas lejos de los peligrosos niveles de la radiación a que son expuestos normalmente, les ayuda a reducir las concentraciones tóxicas de su cuerpo.

Relevo continuo

Parte del programa también está dirigido a fomentar lazos con niños y familias suizas que les ofrecen apoyo moral.

«Nadie quiere visitar un país con tanta radiación, así es que les falta contacto con el mundo exterior. Si vienen a Suiza, tienen esperanza porque entran en contacto con la gente y saben que no los no han olvidado», dijo Goerlich-Koch.

El grupo de Chernobyl Hardwald proyecta visitar Bielorrusia este año para organizar el tratamiento en hospitales locales. Y en caso de que se mantenga la interdicción para los viajes de los niños, la organización dijo que invitaría a los adultos que no están concernidos por el decreto presidencial.

«El presidente es resistente pero nosotros también lo somos», apuntó Goerlich-Koch. Para él, el peor mensaje que se podría enviar sería el de que la organización detuvo sus actividades.

Oficialmente, el accidente de Chernóbil produjo directamente 56 muertes; empero, se estiman hasta 4.000 víctimas fatales e incluso organizaciones como Greenpeace aseguran que esa cifra se queda corta.

swissinfo, Matthew Allen, Zúrich
(Traducción: Marcela Águila Rubín)

El 26 de abril de 1986, un reactor de la central nuclear de Chernóbil, Ucrania, se fundió, enviando una nube del polvillo radiactivo sobre diversos lugares del occidente de la entonces Unión Soviética, de Europa Oriental, Escandinavia, Gran Bretaña y el este de Estados Unidos.

Un informe de 2005 de la Agencia Internacional de Energía Atómica atribuye a la fusión 56 muertes directas (47 trabajadores accidentados y nueve niños con cáncer de tiroides).

También estima que unas 4.000 personas pueden morir como consecuencia de enfermedades relacionadas con el accidente.

El cantón del Tesino informó de los más altos niveles de radioactividad en Suiza. Las autoridades suizas prohibieron la pesca en el Lago de Lugano y recomendaron que las mujeres embarazadas, las madres que amamantaban y los niños pequeños evitaran ingerir leche y vegetales frescos.

El gobierno tuvo que compensar más tarde a pescadores y a granjeros por la pérdida de ingresos.

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