Indígenas mexicanos, entre desilusión y despojo
Con el levantamiento zapatista, el movimiento indígena cobró mucha fuerza pero su situación no ha mejorado. Las políticas neoliberales fortalecen las acciones de expoliación contra las comunidades.
«Los huicholes, como otros grupos, se han sentido defraudados por la acción del gobierno. Sus demandas no han sido escuchadas», lamenta Diego Echeverri Chollet, cooperante suizo-mexicano.
«Hay continuidad en el proceso de privatización de los recursos y de destrucción de las comunidades. Para los campesinos, como para los indígenas, es como una guerra de exterminio porque se quiere el campo para el turismo, para el saqueo de los recursos», sentencia el joven arquitecto, en entrevista con swissinfo.
Añade que en ese proceso, el territorio no es visto como fuente de vida de las comunidades, sino que muy al contrario, «las comunidades estorban».
De madre suiza y padre mexicano, Diego Echeverri Chollet construyó el puente para unir a sus dos países a través de un proyecto de cooperación entre
la Red de Alternativas Sustentables Agropecuarias (RASA) y la ONG helvética Grupo de Voluntarios Ultramar GVOM.
El espejismo de la macroeconomía
«Parecía difícil porque México no es considerado como un país donde se necesite mucho este tipo de cooperación», en virtud del optimismo de sus datos estadísticos macroeconómicos, un entusiasmo que no comparte la mayoría de la población, en particular la más desfavorecida: la indígena.
«Conociendo la realidad, me di cuenta que en el campo y en las comunidades indígenas se requerían alternativas de desarrollo porque la situación era, y sigue siendo, muy crítica».
Lamenta que los Acuerdos de San Andrés, firmados en 1996 entre el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (EZLN) y que establecen el reconocimiento de la cultura y los derechos de los pueblos indígenas sobre su territorio y sus recursos, no se hayan cumplido.
Presiones sobre la tierra
«Hay muchas presiones sobre el territorio. La política neoliberal de las autoridades mexicanas tiende a la privatización de los recursos y a dar acceso a empresas interesadas en los minerales, el agua, la tierra y los bosques de los pueblos indígenas», denuncia nuestro interlocutor.
Así pues, con el apoyo del GVOM, la RASA labora en pro de las comunidades indígenas, en particular de los huicholes o wixaritas.
«El nuestro es un trabajo de acompañamiento. Nos basamos en que ellos saben cuidar su territorio, lo han hecho siempre. Los territorios indígenas son los que están en mejores condiciones. Ellos protegen su Tierra porque se sienten parte de ella, es una madre, algo sagrado».
La asistencia se focaliza entonces en la protección contra los despojos, una agresión de la que han sido víctimas a través de los siglos. Pero el proyecto incluye también apoyos en materia de infraestructura y de información.
Respuesta a las urgencias
Atraído desde siempre por las culturas indígenas, Diego consagró uno de sus semestres de estudios en la Facultad de Ingeniería al trabajo de campo en Chiapas. Y con la experiencia adquirida en el sureño estado mexicano, desarrolló una tesis sobre el tema del agua en zonas rurales.
Su ‘Manual de construcción de ferrocemento para hacer cisternas’ describe una técnica accesible y de bajos costos para el almacenamiento del agua. Aunque perfectible en materia ecológica, esa idea permitió la formulación de nuevas alternativas para responder a una de las demandas más acuciantes de la población que nos ocupa.
«Porque uno como arquitecto piensa que va a construir viviendas pero, aunque sencilla y hasta mínima, la gente en el campo se hace su propia vivienda. Sin embargo, no se puede hablar de urbanismo cuando no está resuelto lo más indispensable como el acceso al agua. En muchas comunidades no hay pozos y la gente tiene que caminar mucho para poder tener agua».
Y amén de la construcción de sistemas de almacenamiento para el líquido vital, el proyecto de RASA incluye también el apoyo a procesos de eco-tecnologías, y la construcción de un centro de formación donde los campesinos intercambian lo aprendido y sus saberes tradicionales en materia de cultivos.
swissinfo, Marcela Águila Rubín
El Grupo de Voluntarios de Ultramar (GVOM) es una ONG Suiza dedicada a la cooperación para el desarrollo.
Fundada en 1963, ha asumido diversos compromisos de carácter humanista o políticos en América Latina, El Caribe y Africa.
Labora mediante el envío de voluntarios a zonas marginales.
En 1995 envió un cooperante a la Intendencia de Montevideo. Este año propuso que un miembro de esa dependencia viniera a Suiza.
Los huicholes habitan los municipios de Mezquitic y Bolaños, al norte del estado de Jalisco, así como en La Yesca y el Nayar, en el estado de Nayarit, y hay grupos minoritarios en los estados de Zacatecas y Durango.
Son cinco los centros ceremoniales en donde se instalan los gobiernos tradicionales: San Andrés Cohamiata (Tateikie), Santa Catarina Cuexcomatitián (Tuapurie), San Sebastián Teponahuaxtlán (Wautia) y Tuxpan de Bolaños (Tutsipa) en el estado de Jalisco, y Guadalupe Ocotán (Xatsitsarie) en Nayarit.
El origen de los huicholes es incierto, aunque se han elaborado algunas hipótesis basadas en datos lingüísticos, mitológicos y arqueológicos. Es probable que los huicholes desciendan de distintos grupos, algunos de los cuales fueron, posiblemente pertenecieron a la familia yuto-azteca.
Actualmente, los huicholes siguen defendiendo sus tierras de los abusos e invasiones de mestizos, quienes ejercen una constante presión para apoderarse de los recursos de su territorio.
Fuente: Instituto Nacional Indigenista.
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