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La colonia iraquí en Suiza se opone a la guerra

Samir, cineasta suizo de origen iraquí, expresa lo que sienten muchos iraquíes en Suiza. RTS

La mayoría de los iraquíes en Suiza quiere el derrocamiento de Saddam Hussein, pero no una guerra.

Muchos temen que el dictador utilice a la población de escudo humano contra un ataque y desconfían de las verdaderas intenciones de Washington.

«No cabe duda que Saddam es un hombre muy peligroso y capaz de recurrir a las armas químicas y biológicas. Para él, la vida humana y su pueblo carecen de valor», afirma T., un intelectual iraquí de Lausana que, por razones de seguridad, prefiere guardar el anonimato.

«Me gustaría que se alcanzara una solución pacífica, pero no creo que eso ocurra», agrega.

Sus palabras ilustran el sentimiento general de los iraquíes que viven en Suiza y que sueñan con el derrocamiento de Saddam Hussein, pero no a cualquier precio.

«Creo que los iraquíes se quieren deshacer de Saddam y de su régimen. Pero si esta guerra conlleva la destrucción de nuestro país y de nuestro pueblo, preferimos renunciar a ello», señala, también bajo anonimato, un representante del Centro cultural árabe-suizo de Zúrich.

Es una opinión que comparte Samir, cineasta nacido en Bagdad, ciudad que evoca en su cinta más reciente, el documental ‘Olvidar Bagdad’.

«Mucho me temo que el ejército americano va a provocar una catástrofe, porque si un dictador – un enfermo semejante a Hitler – se ve acorralado, tratará de vengarse contra su propio pueblo», estima.

«Puesto a elegir entre preservar a Saddam en el poder y ver cómo se venga de los iraquíes en caso de una guerra, me quedo con el dictador», precisa. «La historia demuestra que los dictadores terminan por caer».

Sukar Al Gazally, responsable de la Sociedad iraquí en Suiza, también opina que la guerra «tendría consecuencias catastróficas para Irak».

Política estadounidense en tela de juicio

«Los iraquíes no quieren la guerra, quieren la paz», declara Sukar Al Gazally. «No quieren a Saddam, pero tampoco quieren a los estadounidenses».

Muchos de los iraquíes que viven en Suiza piensan que Estados Unidos y sus aliados no tienen derecho de atacar su patria.

Estiman que el cambio de régimen debe producirse en el interior de Irak y que la comunidad internacional tiene que apoyar con todos los medios los movimientos de oposición contra Saddam Hussein.

«No creo que Saddam se vaya por su propia voluntad. Por eso no entiendo por qué el mundo no respalda a la oposición iraquí que lleva varios decenios luchando para acabar con esa dictadura», sentencia Samir. «Muchos miembros de la oposición me han contado que el gobierno estadounidense ni siquiera han entrado en contacto con ellos».

Según Samir, la intervención contra Irak servirá para crear un nuevo orden mundial «, cuya piedra angular es un poder imperialista que hace caso omiso de la soberanía de las otras naciones y que se caracteriza por una actitud de paternalismo y superioridad hacia el Tercer Mundo».

Pero Samir no es el único que desconfía de las ‘buenas’ intenciones del gobierno estadounidense. Sukar Al Gazally estima que los verdaderos motivos del presidente George W. Bush son de índole política y económica.

«Estados Unidos no sabe nada de los iraquíes, de sus intereses o de su situación. El gran interrogante es saber si quiere realmente liberar a Irak o hacerse con el petróleo y el poder».

Según el señor T., muchos iraquíes desconfían de Estados Unidos y se oponen una intervención militar de sus fuerzas. En su opinión, el levantamiento de los shiíes en 1991 es un ejemplo de la falta de apoyo de Estados Unidos a la población iraquí durante la primera Guerra del Golfo.

«La oposición controlaba varias provincias iraquíes, pero los estadounidenses no intervinieron y dejaron que Saddam utilizara sus helicópteros para reprimir la insurrección», recuerda.

Para Samir, la consecuencia de esa política fue el fortalecimiento del integrismo islámico. «Ese tipo de fanatismo religioso nunca había existido en Irak, pero fue alimentado por la mala política de Occidente y, más específicamente, de Estados Unidos», sostiene.

Una guerra (casi) inevitable

Sea cual fuere su opinión sobre cómo debe solucionarse la crisis actual, la mayoría de los iraquíes en Suiza estima que Saddam Hussein no puede ser derrocado por la fuerza y que la intervención estadounidense no es sino una cuestión de tiempo.

«No podemos apoyar la guerra, pero -conociendo al presidente iraquí – sabemos que no queda otra solución», concluye el señor T.

swissinfo, Anna Nelson, Ginebra (Traducción: Belén Couceiro)

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