La larga historia de la inmigración en Suiza
El Parlamento Federal se dispone a debatir la nueva ley de extranjería, en vigor desde el 26 de marzo de 1931.
Se trata de un texto caduco, aunque desde esa fecha se ha completado con decretos, leyes y acuerdos internacionales en materia de inmigración y asilo.
Para entender el contexto y las disposiciones votadas en 1931, hay que remontarse a la política de inmigración de fines del siglo XIX. Gracias a la libre circulación, fruto de los acuerdos con los principales estados limítrofes, el porcentaje de extranjeros residentes en Suiza pasó de representar el 7,5% de la población (211.000 personas) en 1880 al 14,7% en 1910 (552.000 personas).
Peligro de ‘extranjerización’
La preocupación por que la elevada presencia de extranjeros debilite las particularidades culturales helvéticas se refuerza en los decenios posteriores, a pesar de que el número de extranjeros disminuye constantemente: del 10,4% en 1920 (402.000 personas) al 5,2% en 1941 (223.000 personas).
Al temor por el empleo se suma una inquietud casi obsesiva por la posible afluencia de personas consideradas inadmisibles y por que los defensores de ideologías autoritarias logren instaurar sus doctrinas en territorio helvético.
La ley de 1931 establece criterios “morales y económicos” para la concesión de permisos de estancia y residencia, cuya otorgación está vinculada a la evolución del mercado laboral y al “peligro de extranjerización’. Asimismo se refuerzan los dispositivos de control de la población extranjera.
Situación económica después de 1945
Para satisfacer las necesidades de una economía en plena expansión se recurre a la mano de obra extranjera, sobre todo a la italiana. Varios acuerdos bilaterales regulan la entrada y la estancia en Suiza de los trabajadores.
Ante el temor de que el panorama coyuntural de un vuelco, se da prioridad a los permisos de estancia temporal que tienen carácter vinculante (por ejemplo: la persona tiene prohibido cambiar de puesto de trabajo). Y la mano de obra extranjera se clasifica en tres categorías: los denominados trabajadores ‘fronterizos’ que trabajan, pero no viven en territorio suizo; los titulares de permisos estacionales o anuales; y los titulares del permiso C (residencia) que, exceptuando los derechos políticos, gozan del mismo estatuto que los ciudadanos helvéticos.
Cambio de rumo en los años 60
Para combatir el fenómeno conocido como “sobrecalentamiento económico”, pero también para atajar los malestares sociales y reacciones xenófobas, se renuncia al principio de rotación que rige la inmigración: la mano de obra extranjera se ha convertido en un elemento crucial de la economía helvética y para favorecer su integración se facilita la reagrupación familiar.
La proporción de extranjeros, que en 1960 superaba el 10% de la población, es del 17,2% en 1970, lo que equivale a más de un millón de individuos, de los cuales el 54% son italianos.
Iniciativas Schwarzenbach
Con diversas iniciativas populares – todas ellas rechazadas en las urnas – varios movimientos nacionalistas y xenófobos exigen medidas legales para limitar la proporción de población extranjera. El debate más encendido se produce en 1970, con motivo de la iniciativa Schwarzenbach, que rechazó el 54% de los votantes.
La recesión de los años 1973-74 permite utilizar a la población extranjera como amortiguador social: las autoridades deciden no renovar los permisos estacionales o anuales. Más de 200.000 inmigrantes abandonan Suiza y en 1980 la proporción de extranjeros desciende al 14,8%.
Desde la década de los 80, la política de asilo y de inmigración se convierte en una materia indivisible. El país vive una creciente afluencia de refugiados que recurren al asilo para esquivar los obstáculos que dificultan la inmigración.
De un fenómeno puntual en situaciones determinadas, el aflujo de refugiados se convierte en un proceso continuo, ligado a la globalización y a las divergencias socioeconómicas entre los países.
Tres círculos
La necesidad de acercarse a la Unión Europea (con la libre circulación prevista en los acuerdos bilaterales) ha tenido como resultado la adopción de disposiciones legales que entorpecen la inmigración proveniente de países no miembros de la UE.
Esta discriminación cultural y geográfica, la llamada ‘política de los tres círculos’ fue sustituida en 1998 por un sistema de admisión que distingue entre los países miembros de la UE y de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) y el resto del mundo.
Pero esto no ha impedido un cambio estructural en la composición de la población extranjera que vive en Suiza: desde algunos años, los ciudadanos originarios de la antigua Yugoslavia son proporcionalmente más numerosos que la colonia italiana.
Entre tanto, el porcentaje de población extranjera se sitúa en el 20%, no por último porque han fracasado las tentativas para facilitar su naturalización.
swissinfo, Marco Marcacci
(Traducción: Belén Couceiro)
Según el último censo, hay casi un millón y medio de extranjeros en Suiza, lo que representa el 20,1% de la población.
Los ex yugoslavos son la colonia más numerosa: 350.000 personas
Los italianos la segunda más importante: 316.000 personas
La nueva Ley de Extranjería que el Parlamento suizo se dispone a debatir sustituirá el texto en vigor que data de 1931.
Las primeras olas de inmigrantes se remontan a fines del siglo XIX y fueron posibles gracias a una serie de acuerdos de libre circulación de personas suscritos con los países vecinos.
Hoy, los ciudadanos de la antigua Yugoslavia representan la colonia extranjera más importante, seguidos de los italianos.
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