Los clandestinos al margen del sistema de salud
Costos exorbitantes y el temor de una denuncia, impiden a los 'sin papeles' acceder a los servicios médicos públicos.
En momentos en que las aseguradoras tienen la obligación de afiliarlos, existe una situación paradójica que difiere según las regiones.
Se necesita mucho para que un clandestino acuda a un hospital. No lo hará sino en caso de extrema urgencia y asumiendo el riesgo de inscribirse bajo identidad falsa, situación que puede provocar confusiones, a veces fatales, en los expedientes médicos de los pacientes.
Dado su estatuto, los indocumentados mantienen con su cuerpo una relación muy diferente a la nuestra. Con frecuencia la salud representa su único capital, puesto que se encuentran en Suiza por razones meramente económicas.
Las organizaciones de apoyo a los ‘sin papeles’ y los organismos, oficiales o privados, que se ocupan de ellos, cuentan trágicas anécdotas.
Una semana sin recibir atención médica
Citemos el reciente caso, en Friburgo, de un indocumentado procedente del Este de Europa, que permaneció una semana sin recibir atención médica, con el pie roto.
«La administración del hospital le negó la atención, cuando se percató de que no estaba asegurado», revela Sandra Modica, del Centro de Contacto Suiza-Inmigrantes.
Sin embargo, según sus obligaciones estatutarias, en caso de urgencia, los establecimientos cantonales deben atender a los pacientes, tengan o no seguro médico. En el segundo caso, como si fueran turistas de paso.
Otro caso: el hospital de Triemli, en Zúrich, pidió a una sudamericana que tenía roto el brazo, un depósito de 10 mil francos, según información del Centro de Información para las mujeres de África, Asia, América Latina y Europa del Este (FIZ).
Finalmente, el hospital aceptó ponerle un simple yeso, en lugar de la operación prescrita.
Algunos hospitales, más cooperativos
Y qué decir de aquella mujer enferma de cáncer, en Zúrich, que no puede continuar su tratamiento por falta de recursos económicos y que hasta ahora asumió todos los gastos médicos derivados de su padecimiento.
Cabe subrayar que el costo de la atención médica no mejora las cosas. Por ejemplo, un simple parto -con una estancia hospitalaria reducida al máximo- cuesta tres mil 500 francos en Zúrich. Una cesárea, 10 mil francos.
Eso explica las reticencias -puramente económicas-, de los establecimientos a atender a las personas que han incumplido los trámites migratorios.
Sandra Modica precisa, sin embargo, que la cooperación con algunos hospitales es buena. Entre los nosocomios señalados por su trabajo notable se encuentran el de Riaz (Friburgo), el Centro Hospitalario Universitario del Cantón de Vaud (CHUV) y la Polimed de Ginebra.
Un sistema en cascada
Por otra parte, en las dos ciudades situadas a orillas del Lago Leman, las autoridades, en colaboración con los medios asociativos, introdujeron un sistema en cascada.
Ese mecanismo permite dirigir eficazmente a los indocumentados a diversos establecimientos, según la gravedad de los casos. Y algunos cuidados médicos son gratuitos o poco onerosos.
En Lausana, el Hospital Infantil logró incluso un arreglo con el cantón que permite la atención gratuita de los niños más pequeños.
Pero no son muchos los establecimientos que reciben apoyo oficial. De hecho, en la Suiza de expresión alemana casi son inexistentes.
El miedo al policía
Además de las molestias derivadas de una enfermedad, un indocumentado vive siempre con el miedo al policía. Una hospitalización puede entrañar una denuncia. Y los ejemplos no son pocos.
Se recuerda el caso de una ecuatoriana que en el 2002 dio a luz en el CHUV y que luego fue denunciada a la Policía de Extranjeros.
Ese no es un caso aislado. El Inselspital de Berna, aparece como la oveja negra en materia de denuncias, de acuerdo con diversas fuentes médicas y sociales.
En Zúrich, donde se han producido casos similares, Katja Schurter, del FIZ, se pregunta cómo pudieron pasar esas informaciones de los Servicios Sociales a la Policía.
Eso significa que las denuncias no son necesariamente voluntarias, sino que se derivan de los procesos efectuados por los establecimientos para el cobro de las facturas impagadas.
En esa situación, el hospital transmite el caso a los Servicios Sociales que investigan en las oficinas del Control de Habitantes y descubren así la situación ilegal de los pacientes.
Una mejor protección de datos
Lo anterior no debería obstar para que se respetara la confidencialidad de los datos, incluso entre los diferentes servicios del cantón, destaca Michael Jordi, responsable del área comercial de la Confederación de los directores cantonales de Asuntos Sanitarios.
En Zúrich, una cosa es segura: Aún cuando paguen de inmediato sus facturas, las mujeres que dan a luz saben que deben cambiar de dirección o, en caso contrario, podrían ser ubicadas por Migración. Lo anterior, dado que las actas de nacimiento de los recién nacidos son transmitidas en forma inmediata a las autoridades locales.
En Berna, el Mebif, que aconseja a las mujeres ‘sin papeles’, estima que esa carencia de protección de datos es un problema mayor, amén de los costos.
Sin embargo, existen soluciones. En forma reciente, el CHUV, por ejemplo, decidió transmitir las actas de nacimiento directamente a los países de origen de las madres clandestinas.
Una cruel realidad
Resulta evidente que la mayor parte de los indocumentados no está asegurada, aun cuando la Oficina Federal de Seguros Sociales recordó, en un decreto de diciembre del 2002, que las aseguradoras no pueden negar la afiliación a quienes carezcan de documentos.
Y es que, por otra parte, la realidad económica es cruel para el trabajador clandestino. Su ingreso mensual medio oscila entre mil y mil 500 francos, mientras que un seguro médico cuesta en Suiza entre 250 y 300 francos también por mes. Le es difícil afrontar ese gasto.
Sobre todo porque generalmente, buena parte del dinero que los indocumentados ganan en Suiza la envían a sus países de origen. Los clandestinos vacilan entre privar de ingresos al resto de la familia que quedó en el terruño natal o contratar un seguro médico.
Cabe mencionar una excepción al cuadro anterior: Con frecuencia, las madres clandestinas se manifiestan dispuestas a afiliar a sus hijos y a pagar una suma que asciende a alrededor de 70 francos mensuales por chico.
Redes privadas
Sin cobertura de seguro médico, los inmigrantes indocumentados recurren, en su mayoría, a redes de médicos que ofrecen atención a precios módicos o en forma gratuita.
No obstante, de acuerdo con informes de Médicos sin Fronteras (MSF) y de las asociaciones de apoyo a los ‘sin papeles’, ese tipo de organizaciones privadas diverge enormemente de un cantón a otro.
Son eficaces en Ginebra y Lausana, pero no existen en la Suiza de expresión alemana.
Diversas organizaciones buscan paliar esa carencia: asociaciones de ayuda, con frecuencia religiosas, o entidades sensibles a los problemas de mujeres indocumentadas, como la Mebif (Berna) y el FIZ (Zúrich).
«El camino aún es largo en la Suiza de habla alemana. Pero los suizos francófonos nos dan la fuerza para luchar», subraya la bernesa Esther Brunner, del Mebif.
swissinfo, Anne Rubin
(Traducción: Marcela Águila)
Según un informe del Foro Suizo para el Estudio de la Migración (2001), en Suiza hay entre 70 y 80 mil asalariados indocumentados.
Las organizaciones de apoyo a los ‘sin papeles’ estiman que se puede duplicar esa cifra para obtener el número total de indocumentados.
De acuerdo con las autoridades, desde el 19.12.2002, los ‘sin papeles’ deben estar afiliados al seguro médico obligatorio.
Las aseguradoras no pueden rechazar a una persona que carezca de papeles y tienen la obligación de guardar el secreto con respecto a terceros.
Los hospitales con intención de cooperar encuentran arreglos con los indocumentados para los gastos médicos, se atienen al secreto médico y a la obligación de atender urgencias.
En caso de incumplimiento de pagos por los servicios médicos, intervienen los servicios sociales.
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