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Por una Suiza independiente de la UE

El ex ministro Christoph Blocher, una fuerza pujante en la campaña de la UDC para las elecciones 2011. Keystone

Impedir cualquier tentativa de integración institucional de Suiza en la Unión Europea (UE), empezando por las negociaciones bilaterales III: es el tema que domina la campaña de la Unión Democrática del Centro (UDC) para las elecciones legislativas 2011. El lema es elocuente: “Los suizos votan UDC”.

El  partido es compacto. Desde la cúspide hasta la base, todos los afiliados con quienes hablamos en la asamblea de delegados de la UDC, el 26 de marzo en Lugano, señalaron que la salvaguardia de la independencia y la soberanía de Suiza son la mayor prioridad para la próxima legislatura.

Soberanía e independencia que los miembros de la UDC (derecha conservadora) ven amenazadas por el nuevo proyecto de acuerdos bilaterales que Berna y Bruselas tratan de esbozar. Aparte de una serie de acuerdos sectoriales incorporaría una parte institucional.

“La atadura institucional significa que Suiza debe aceptar automáticamente el derecho europeo, sin que el pueblo helvético se pronuncie”, reclama el ex ministro de Justicia y Policía y vicepresidente de la UDC Christoph Blocher, en cuya opinión se trata de “un típico contrato colonial”.      

                                           

“Suiza debe continuar negociando bilateralmente con la UE en sectores específicos, pero no puede negociar institucionalmente”, sostiene a su vez el ministro de Defensa y miembro de la UDC, Ueli Maurer. A su juicio, el vínculo institucional iría incluso a más allá de lo previsto en el Espacio Económico Europeo (EEE), al que el pueblo suizo se negó adherir en el año 1992.

Los perdedores en aquella votación popular no quisieron aceptar el resultado democrático y “continuaron con su lucha, tramando entre bastidores para cambiar las cartas en la mesa”, comenta Werner Furrer, miembro de la sección internacional de la UDC.

Es por esa razón que el partido ha decidido transmitir al Gobierno una resolución -adoptada por unanimidad en la asamblea de delegados-, en la que pide retirar la solicitud de adhesión a la UE y comunicar a Bruselas su rechazo a cualquier nexo institucional y jurídico extranjero. 

Valores helvéticos, valores cristianos

Es precisamente la preocupación de defender la soberanía e independencia de Suiza con sus valores esenciales, como el federalismo y la democracia directa, lo que ha inducido al ex diputado demócrata cristiano (PDC) del cantón de los Grisones Livio Zanolari a ingresar en la UDC. “Es importante que Suiza mantenga su estructura propia, sus instituciones propias y determine sus propias leyes”, afirma. Y en ese contexto considera que la UDC es el partido con “la respuesta más adecuada para el futuro de Suiza”.

En poco tiempo el político del cantón de los Grisones –que durante más de diez años estuvo al frente de la comunicación ministerial-, se ha convertido en la tercera personalidad demócrata cristiana que decide militar en las filas de la UDC.

En su programa de legislatura, la UDC se reconoce explícitamente en las raíces “cristianas de nuestro Estado, de nuestra cultura y nuestro ordenamiento jurídico”. ¿Una estrategia para atraer a miembros y electores que se identifiquen con esos valores tradicionales del PDC?

“Nosotros luchamos desde siempre por los valores fundamentales de nuestro país que, como el Cristianismo, han modelado la historia de Suiza desde el Pacto de 1291”, responde el vicepresidente de la UDC, Yvan Perrin.

Christoph Blocher también rechaza la tesis de un reclutamiento activo de  la UDC en el terreno demócrata cristiano. No obstante precisa que “algunos centenares” de miembros del PDC se han pasado a la UDC tras su exclusión del Gobierno federal en el 2007.

El programa de la UDC también pone acento en otro valor tradicional del PDC: la familia. Lo hace puntualizando su oposición “a la creciente interferencia del Estado” en este ámbito y a la distribución profusa de subsidios. Mediante una iniciativa popular propone que los padres a cargo personal con hijos a su cargo reciban una deducción fiscal que “al menos sea equivalente a la acordada a los padres que encargan a terceros la custodia de los hijos”. 

Responsabilidad individual

Menos Estado, menos gasto público y más responsabilidad individual son los otros principios que sigue el partido para “limitar absolutamente los impuestos y prestaciones en los próximos años”, indica el secretario general Martin Baltisser. “Debemos ser razonables: No se puede pretender que paguen siempre los mismos, y que paguen cada vez más. Hoy se pide demasiado”.

Por eso la UDC exige que “se estructure la seguridad social de tal modo que su financiación esté garantizada a largo plazo. No se puede prometer prestaciones sin compensaciones que permitan mantener un equilibrio”, añade Baltisser. La UDC sostiene, por ejemplo, que la “edad de jubilación sea a los 65 años para hombres y mujeres y que el catálogo de prestaciones del seguro médico sea adecuado en vez de ampliarlo ulteriormente.”

Gobierno elegido por sufragio universal

Otra batalla de la UDC en la próxima legislatura será la elección del Consejo Federal (gobierno) por el pueblo. De hecho, la recogida de firmas para lanzar una iniciativa popular concluye en julio.

La actual composición del Gobierno es “poco equilibrada”, sostiene Livio Zanolari. “En la práctica, la coalición de centro izquierda tiene seis de los siete ministerios, aunque representa solo un poco más que el 50% del electorado”.

Eso no pasaría si los ministros fueran elegidos directamente por el pueblo, tal como se hace para designar a los Ejecutivos comunales y cantonales, afirma Christoph Blocher.

Pero, ¿es infalible el pueblo? “También el pueblo comete errores y paga las consecuencias. Pero cuando se equivocan el Gobierno y el Parlamento son los ciudadanos los que pagan”, responde Werner Furrer.

La Unión Democrática del Centro nace en 1971 de la fusión entre el Partido de los Campesinos, Artesanos y Burgueses y el Partido Democrático de los cantones Glarus y Grisones.

El partido crece notablemente en los años 90. En 1999 pasa a ser la formación política de mayoría relativa a escala nacional. En las elecciones de 2003 se fortalece aún más.

Gracias a su avance en el Parlamento, en 2003 logra un segundo representante en Gobierno, a costa del Partido Demócrata Cristiano. El artífice del éxito de la UDC, Christoph Blocher, asume el cargo de ministro de Justicia.

En octubre de 2007, la UDC suma un 29% de votos y se convierte en el primer partido relegando a los socialistas (19,5%).

En diciembre, el Parlamento no reelige a Christoph Blocher y designa a su colega de partido Eveline Widmer-Schlumpf. Ella acepta el nombramiento contra la voluntad de la UDC, como lo hiciera en su momento el otro representante de la UDC en el Gobierno, el saliente Samuel Schmid.

El comienzo del divorcio entre la conservadora dirección nacional en torno a Blocher y el ala liberal moderada próxima a Schmid y Widmer-Schlumpf da lugar al nacimiento de una nueva formación política: el Partido Burgués Democrático (PBD).

El primer partido en el Parlamento queda sin representantes en el Gobierno; el PBD –con apenas 5 parlamentarios en las cámaras-, tiene dos.

Desde enero de 2009, la UDC cuenta con un nuevo representante en el Gobierno federal: Ueli Maurer, elegido tras la renuncia de Schmid.

El objetivo de la UDC en las elecciones federales del 23 de octubre es superar con amplitud el 30% de votos, señala el vicepresidente Yvan Perrin.

La UDC defiende un Estado liberal donde se proteja la propiedad y la esfera privada y los ciudadanos sean tratados según el principio de la responsabilidad individual, con mayores derechos de decisión.

El partido reclama más mercado y menos burocracia, un balance público más sobrio, menos impuestos y menos prestaciones sociales.

En el frente de la educación exige un sistema donde el rendimiento sea sobreentendido y constante.

En materia de justicia y policía reclama gran severidad con los delincuentes.

En política exterior lucha contra la adhesión a la Unión Europea, al Espacio Económico Europeo y a la OTAN.

Exige una política de asilo rigurosa y una política de inmigración controlada que responda a las necesidades de Suiza.

(Traducción: Juan Espinoza)

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