Un imán busca evitar la radicalización en la prisión
Mustafa Memeti la visita una vez a la semana. Actúa como intermediario entre las autoridades de la institución y los reos musulmanes. Ofrece apoyo espiritual. Aborda temas de religión, vida familiar y otros asuntos personales con los fieles.
Cinco por ciento de la población en Suiza profesa la religión musulmana y uno de tres prisioneros sigue los preceptos de Alá. Pero solo pocas cárceles permiten la visita de un amán. Una de ellas, la prisión de Berna.
El imán busca también frenar la radicalización de la que pudieran ser objeto los reos. Las ideologías extremistas pueden florecer tras las rejas, atrayendo a personas vulnerables. La directora de la prisión bernesa, Monika Kummer, describe lo que ella considera señales de alarma entre los presos: “Si alguien se deja crecer la barba, deja de oír música y mirar la televisión, empezamos a observarlo más de cerca”.
Memeti, por su parte, indica que en caso de signos de radicalización, intenta hablar con los afectados al respecto: “Les digo que hay un camino de la religión mesurada. Como teólogo y jefe religioso, les presento argumentos y hechos. Trato de convencerlos de que lo que están pensando no es la vida real”.
El imán, nacido en Serbia, vive en Suiza desde 1991, y recibió la nacionalidad helvética en 2005.
(Traducción: Patricia Islas)
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