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La pintoresca ruta a la Engadina
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Oropel en San Moritz
Aunque es más animado en invierno, son muchas las pruebas de la reputación de San Moritz como centro de atracción del "jet-set" durante el verano. El rápido incremento del turismo internacional durante los últimos 100 años ha significado que ahora el centro turístico, principalmente de lengua alemana, se ha desarrollado de un modo diferente al de sus vecinos. Aquí la atención está focalizada en su "clima de champán" de 322 días de sol por año, en los deportes de invierno y en la elegante clientela. Su fama es tal que el nombre de San Moritz ha sido patentado como marca de fabricación. A primera vista parece que allí no ha quedado mucho del legado del Santo romanche San Murezzan.
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San Moritz en resumen
Al circular por el centro de la ciudad resulta evidente que la lengua del área, el puter, no ha sido totalmente olvidada. Muchos hoteles usan la palabra romanche "Chesa" y muchos nombres de las calles están en romanche. La escuela que está frente a la plaza es conocida como "Plazza da Scuola", aunque las instrucciones del "prohibido aparcar" están en alemán. Sin embargo, las señales de información turística son puramente simbólicas y permiten la comprensión inmediata por parte de cualquier turista, sea japonés, alemán, estadounidense o italiano.
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Celerina - Schlarigna
Un trayecto en tren de pocos minutos nos lleva a la localidad de Celerina y a un cambio total de ritmo. Un paseo alrededor de sus calles permite descubrir muchos viejos edificios de estilo. Tienen típicos muros gruesos color crema, espesas ventanas hundidas y "sgraffito", versos o imágenes grabados en la pintura. Sin embargo, a pesar de su aire muy romanche, el pueblo es conocido en sus denominaciones alemana y romanche: Celerina y Schlarigna. El alemán parece ser la principal lengua de comunicación en las calles.
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El turismo en la cima
El turismo es muy importante en Celerina. Muchos hoteles o albergues para dormir y desayunar llevan nombres en romanche, pero la información se da sobre todo en alemán e italiano, las dos principales áreas del mercado turístico. En la Oficina de Turismo me informan que aunque los turistas se interesan mucho en la arquitectura y en las delicias culinarias de la Engadina, no consagran mucha atención a la lengua y la cultura romanches. De modo que este tema no forma parte de la oferta del centro turístico.
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Preservar una lengua amenazada
El romanche tiene su propia defensora en Celerina. Se trata de Annemieke Buob, presidente de la "Uniun dals Grischs", organización para la promoción de la lengua. "El romanche está convirtiéndose en una lengua minoritaria en la comunidad", me dice. "La escuela es bilingüe, los niños aprenden alemán y romanche desde el jardín infantil. Cerca del 20 o 30% de las personas hablan romanche, aunque las cifras cambian en función de la población. La industria y el turismo cuentan en su desaparición", agrega.
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El impopular Rumantsch Grischun
La organización que preside Annemieke Buob tiene una librería que reúne principalmente libros en puter. Hay una vasta selección de novelas y una amplia gama de coloridos libros para niños. Sin embargo, sólo hay un pequeño rincón consagrado al Rumantsch Grischun, la versión estándar del romanche, adoptada durante los años ochenta. "Con dificultad alguien compra estos libros. La gente no aprecia el Rumantsch Grischun", señala Buob cuando explica que la población teme que la lengua estándar pueda significar el fin del puter.
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Escenario de Scuol
Un viaje de dos horas en tren me transporta a la más remota Baja Engadina. Al atravesar los accidentados valles es fácil imaginar cómo ha podido sobrevivir el romanche, aislado, a lo largo de los años. Llego a la principal ciudad, Scuol. Es un centro balneario de aguas termales con una encantadora ciudad antigua, con típicas casas de la Engadina y calles tortuosas. Aquí las casas son llamadas "Chasa". Esto me indica que he llegado a una región de idioma vallader. Me informan que el romanche de la Alta y la Baja Engadina son suficientemente similares para que unos y otros puedan entenderse, aunque no sucede necesariamente lo mismo con los otros idiomas romanches.
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Tiempos idos
Las antiguas casas del Museo de historia local de la Baja Engadina, creado hace 50 años para preservar los viejos estilos de vida rural. Lüzza Rauch, director de la Fundación del Museo me acompaña en una visita que comienza en la cocina. "Al cambiar el siglo teníamos cerca de 1.500 granjas en la Baja Engadina, ahora son 300", me explica. "La agricultura ha cambiado profundamente a lo largo de los siglos y el museo muestra el estilo de vida original de esta región del interior de los Alpes".
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Lengua de todos los días
Una caminata a través del centro comercial muestra con claridad que el romanche es la primera lengua en Scuol. Prácticamente todas las indicaciones, como esta: "Coifför Donnas" (peluquería para damas) están exclusivamente en romanche, una lengua que se habla con soltura en las calles. Sin embargo, todo el mundo es bilingüe y el alemán puede escucharse en hoteles y restaurantes dando una indicación de la influencia del turismo. Cerca del 50% de la población considera el romanche como la lengua que mejor se domina. (70% si el cálculo se limita a la lengua hablada).
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Investigación comestible
Tiempo para una pausa, y qué mejor manera de hacerlo que degustando la especialidad de la Engadina, la "tarta de nueces" (¡Desde luego, todo en función de esta investigación!) Tradicionalmente las granjas de la Engadina solían cocer al horno un "fuatscha grassa", una pasta fina como plato para los domingos o para los invitados. Los confiteros de la Engadina refinaron esta especialidad añadiendo un caramelo cremoso y nueces. ¡Delicioso, pero no para los pusilánimes!
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Mirando en Guarda
No lejos de Scuol está Guarda, situada encima del valle, sobre una terraza soleada. Las asombrosas vistas dan al pueblo su nombre que en romanche significa "Mirada". La estación, sin personal, está situada más abajo del valle, de modo que es necesario tomar el autobús de los correos hasta el pueblo. La región es también un centro popular para caminantes dispuestos a aprovechar del paisaje de montaña. Al llegar a la aislada Guarda resulta inmediatamente claro que este es un núcleo central del romanche.
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Orgullo en romanche
Escucho hablar romanche en el autobús postal. Willy Flurin, el conductor, explica que es la principal lengua de este pueblo de 150 habitantes. "El romanche es muy importante para nosotros y sentimos nuestra identidad como hablantes de la lengua. Los niños aprenden primero el romanche en la escuela y luego el alemán. Automáticamente se habla romanche aquí", dice. A Willy Flurin no le preocupa que el romanche esté desapareciendo en Guarda, aunque ve amenazas para la lengua en los pueblos-balneario más grandes donde también se hablan otras lenguas.
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Un alto en el tiempo
Un paseo alrededor de las tranquilas calles de Guarda permite descubrir un lugar que ha preservado su tradicional modo de vida romanche. Una aldea típica de la Engadina que ha sido designada como lugar de valor nacional e histórico debido a la abundancia de sus edificios con "sgraffitto". Las puertas se dejan abiertas para mostrar que los habitantes están presentes y que incluso los turistas son saludados con un "Bun di" (buenos días) en las calles.
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Adiós – A revair
Ha llegado la hora de despedirse de Scuol. Parece que las diferencias en la Engadina, reflejadas en mi viaje, resumen los retos que enfrenta el romanche. La lengua está desapareciendo en la Alta Engadina a causa de la influencia del alemán y del turismo. Pero la población en la Baja Engadina hace un esfuerzo para mantenerla viva. Parte del problema está en el hecho de que el romanche tiene raíces en un antiguo modo de vida rural y que actualmente es empleado sobre todo en la esfera social y no en el trabajo. Los hablantes del romanche prefieren sus propios idiomas y no el Rumantsch Grischun. En fin, la gente espera que el romanche sobreviva, pero no todos creen que lo hará.
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Una periodista inglesa viaja a través de la Engadina.
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01 octubre 2009 - 13:25
El valle de la Engadina se extiende a lo largo de 100 kilómetros de la vertiente sur de los Alpes. Espero que una visita a esta región, tradicionalmente considerada como un fuerte núcleo del romanche, me ayude a saber más sobre esta lengua misteriosa y su cultura. Tomo un tren de la red Rética, desde la capital del cantón de los Grisones, Chur, hasta San Moritz, disfrutando del conmovedor paisaje a través de las ventanas del coche panorámico. Cuando pasamos a la Alta Engadina se escuchan los anuncios del tren en romanche, alemán e inglés. (Imágenes y texto: Isobel Leybold-Johnson, swissinfo)
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