Suizos y de buena cepa
La viña chileno-suiza Von Siebenthal, propiedad de un abogado tesinés, ha recibido varios premios en su breve trayectoria. 'The Wine Advocate' acaba de distinguir a uno de sus caldos con el máximo puntaje obtenido por un vino local.
«Si pudiera entregar un Óscar se lo daría a los vinos de esta viña», aseguró Jay Miller, el crítico de la afamada revista que evaluó la actual producción chilena.
El ‘Tatay de Cristóbal’ del año 2007 –que aún no está en el mercado– consiguió que el connotado crítico de vinos norteamericano le otorgara 97 puntos (de un total de 100). Durante su última visita a Chile, Jay Miller calificó a otros tres caldos de Von Siebenthal con puntajes por encima de los 91.
«Para una viña pequeña como nosotros, vencer a las grandes compañías vinateras chilenas es, evidentemente, un gran logro», señala a swissinfo Ireneo Nicora, gerente general de este proyecto que vio la luz hace once años, en el Valle de Aconcagua.
Lejos de ser una desventaja, el tamaño reducido de su producción se ha convertido en un plus que cultivan bajo el concepto de viña-boutique, esto es, una viña pequeña, pero con tecnología avanzada y centrada más en la calidad que en la cantidad.
La fórmula ha dado buenos frutos y les ha aportado varios premios, tanto nacionales como internacionales. Con sus primeras vinificaciones – Montelig y Carabantes- consiguieron la Medalla de Oro en el Concurso Mundial de Vinos de Bruselas (2004), compitiendo con 4.200 botellas. Y al año siguiente repitieron la hazaña.
Además, se han hecho un espacio entre los consumidores exigentes. De hecho, en Chile se rumorea que su ‘Carmenère’ es el caldo favorito de la presidenta Michelle Bachelet para homenajear a sus invitados.
¿Dónde reside la clave de su éxito? «Creo que en conocer tan bien el ‘terroir’ del valle, en vinificar de la forma más elegante posible y con gente que hace muy bien su trabajo. Somos como una familia», responde Nicora.
«Nos permitimos algunas cosas que las grandes (viñas) no pueden», como vinificar en estanques pequeños, cosechar en forma temprana la vid y transportar rápidamente, seleccionado sólo los mejores racimos.
«Ponemos especial cuidado en no maltratar la uva. Para eso se necesita más tiempo y espacio. Y eso nosotros lo tenemos», precisa el gerente de Von Siebenthal.
Arte y enología
Radicado en Chile desde hace casi 20 años, este suizo oriundo del cantón Ticino ha sido uno de los pilares fundamentales de esta empresa y en gran medida su ejecutor. Él, sin embargo, se define más bien como «el escultor del gran sueño de Mauro Von Siebenthal», el abogado de Lugano (Tesino) que ideó este proyecto, buscó el lugar apropiado y movió los hilos necesarios para hacerlo realidad.
«Es un apasionado del vino desde siempre. A los 16 años empezó a coleccionar botellas y siempre quiso ser productor. A fines de los años 90 descubrió la calidad de los caldos chilenos y comenzó a evaluar la factibilidad de tener una viña aquí», cuenta Nicora, quien en Suiza había desarrollado una carrera en el ámbito de la plástica.
A pesar de las aparentes distancias entre ambos mundos, fue la pintura –específicamente una exposición de Ireneo Nicora- lo que les permitió conocerse, ya que Mauro Von Siebenthal es también un comprador de arte.
Al poco tiempo, y con el apoyo financiero de otros dos amigos, decidieron echar a andar el proyecto, aprovechando que Nicora ya vivía en Chile. Von Siebenthal reside en Suiza, pero viaja cuatro o cinco veces por año a Chile.
«Prefiero el desorden»
A pesar de sus notables logros, no tienen previsto crecer mucho más o aumentar su producción en forma considerable, precisamente con el objetivo de resguardar la calidad de sus caldos.
«Lo que nos interesa es seguir sorprendiendo con vinos elegantes, que satisfagan a clientes cada vez más exigentes», sostiene Nicora y adelanta que éste será su último año en la viña.
«Lo más probable es que a fines de año Mauro viaje y se quede definitivamente en Chile, y que yo pueda desarrollar mi carrera. Desde un comienzo acordamos que yo permanecería aquí por 10 años y el plazo se cumplió. Ahora quiero volver a pintar», señala y recuerda que ésa fue una de las razones que lo llevó a establecerse en este país.
«Cuando me fui de Suiza lo hice también porque necesitaba liberarme de las influencias artísticas europeas de los años 90. Por eso me vine lejos», aunque la primera vez que llegó a la nación andina fue por vacaciones.
«Venía por 20 días y al final decidí quedarme… Éste es un país que te entrega energía, que vibra y donde se pueden hacer muchas cosas, hay más espacio, a diferencia de lo que ocurre en la Confederación, donde se exige demasiada perfección. Y yo, la verdad, prefiero un poco de desorden».
Piensa un momento y para reforzar sus fundamentos agrega: «Sudamérica es mucho más entretenida. Como dice Gabriel García Márquez, aquí por lo menos de vez en cuando tiembla».
Ya tiene prevista una exposición junto con otros artistas helvéticos con motivo de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia de Chile y donde el tema central será la inmigración.
«Además estoy desarrollando algunos contactos con Europa para ver si mi actual trabajo puede funcionar allá».
Mariel Jara, Santiago de Chile, swissinfo.ch
Se fundó en 1998 en Panquehue, Valle de Aconcagua, reconocido sector viñatero de Chile, localizado a 96 km al norte de Santiago. Comprende 25 hectáreas.
Su ‘Tatay de Cristóbal'(con base de Carmenère) fue recientemente distinguido con 97 puntos (máximo puntaje alcanzado por vinos chilenos hasta ahora) por la prestigiosa revista ‘The Wine Advocate’. El crítico Jay Miller lo describió como «nariz muy sexy, mineral, terrosa. Gran personalidad». Saldrá al mercado en julio.
‘Toknar’ 2006 (Petit verdot), que consiguió 95 puntos, y ‘Tatay de Cristóbal’ fueron considerados los dos mejores de Chile por el crítico.
Los otros vinos de Von Siebenthal; Carabantes, Parcela 7 y Carmenère han recibido medallas de oro y de plata tanto en Bruselas como en el Catad’Or Hyatt de Santiago de Chile 2004.
En 2005, los vinos Carabantes y Montelig fueron distinguidos por la revista suiza ‘Weinwisser’.
Cultivo y vendimia: Las vides son cultivadas según los principios de la agricultura orgánica. La producción es limitada a fin de intensificar el aroma de las uvas.
La cosecha se efectúa en las primeras horas de la mañana para evitar la microfermentación.
Bodega: edificada con materiales tradicionales, entre ellos madera de roble, piedras, hierro batido y tejas hechas a mano. Planificada para 400 barricas (75% francesas, 25% americanas) con una producción anual de 150.000 botellas.
Exporta a 18 países de Europa, Asia y Norteamérica. A Suiza llegan con 10.000 botellas.
En general, se usa para referirse a las características del suelo donde se cultiva una vid y a otros aspectos como el relieve o inclinación del mismo, el clima y la forma de cultivo.
El terroir le da una ‘personalidad’ o particularidad distintiva a cada vino (aspectos visuales, aromáticos y gustativos), que provienen de las características de la materia prima y de las prácticas enológicas de cada bodega.
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