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Todo comenzó con una bicicleta

Markus Hugli frente al nevado del Illimani, Bolivia. Gentileza Markus Hugli

"En 1965 me fui en bicicleta con un compañero hasta Estambul, eso nos llevó unos cinco meses", recuerda Markus Hugli evocando el primer paso que le llevaría a conocer varios países del mundo y recalar en Bolivia.

Aquel mochilero, recolector de vid en Izmir y mano de obra circunstancial en las históricas minas del Rey Salomón, terminó formando parte de la cooperación suiza, actividad en la que culminó su vida profesional.

«Para mi salir de Suiza no fue el deseo de ir a ayudar a los pobres, si no ir a lo desconocido», confiesa el contable a swissinfo poniendo énfasis en que desde niño quiso descubrir lo que había detrás del horizonte visible desde la casa de sus padres en Winterthur.

Una breve estancia en Inglaterra, a los 18 años, el servicio militar inevitable, su paso por la Suiza francófona para aprender francés y su formación profesional en contabilidad y administración nutrieron sus ansias de abrazar el mundo. Impulsados por esa inquietud juvenil, Markus y un amigo suyo devoraron distancias pedaleando y captando a su paso imágenes de geografías y culturas distintas.

Tras cinco meses consumidos de su calendario personal pisaron la ciudad turca de Estambul, vendieron las cansadas bicicletas y decidieron financiar como fuera el resto de su travesía. Trabajaron con los campesinos turcos en los viñedos de Izmir y se enteraron de que de ahí provenían los higos comercializados por la cadena al detalle suiza Migros.

Más países en la mira y un encuentro casual

Jordania, Siria e Israel seguirían en su hoja de ruta. Sin dinero en los bolsillos laboraron en los kibutz (granjas colectivas en el país hebreo) a cambio de techo y comida. El deseo de seguir viajando los llevó al sur de Israel, a las minas de cobre del Rey Salomón, en el Golfo de Aquaba.

A los tres meses tomaron lo ahorrado y abordaron un barco en Haifa con destino al Mar Negro, norte de Turquía, desde donde irían a Irán, Afganistán, Pakistán, India y Katmandú, Nepal.

Luego de viajar en camiones, trenes o cualquier medio de locomoción al alcance, Katmandú cambiaría el curso. Su compañero de aventura consiguió trabajo con los suizos que ayudaban a los tibetanos y Markus con los alemanes para capacitar a los jóvenes en mecánica.

El encuentro casual con un amigo de su época de ‘boy-scout’ en Winterthur: Peter Arbenz – a la sazón coordinador en Nepal, político conocido y luego director de la Oficina para Asuntos del Refugiado-, hizo que ingresara a trabajar asistiendo a los refugiados que Suiza atendía en tres campamentos en Katmandú. En aquellos años 60 sólo por avión y senderos era posible desplazarse allí, recuerda nuestro interlocutor.

Tras cuatro años en Nepal, Markus recogió la mochila y partió a Japón, dejando su dirección en las embajadas de Suiza, de manera que acudía allí para ver si tenía alguna correspondencia. En la legación helvética en Singapur se enteró de que lo buscaban para darle un puesto en lo que hoy se denomina Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE).

Nueva etapa, nuevos retos

Su preparado viaje a Australia quedó en suspenso, volvió a Suiza y se encaminó a Ruanda como delegado de la cooperación suiza al desarrollo. Asentado en Changugu, en el Lago Quibu, al sur de la frontera con Zaire, recibió la misión de impulsar la comercialización del café desde un punto de vista equitativo.

«Donde teníamos una sucursal vendiendo productos de primera necesidad que los campesinos no podían producir, como el azúcar, sal y herramientas para labrar sus tierras impusimos precios justos», señala para explicar que de esta manera obligaron a que los comerciantes árabes hicieran lo propio. La idea de aquel proyecto era, dice, aumentar el poder adquisitivo del franco ruandés.

Al cabo de cuatro años en Ruanda, Hugli cumplió mandatos cortos en Chad, Malí, Alto Volta (hoy Burkina Faso), antes de ser destinado a Bolivia y Nicaragua.

Siguiente estación: Bolivia

Llegó a Bolivia por COSUDE en 1985. Lo hizo acompañado por su entonces esposa ruandesa y dos hijos que hasta 1993 se emparentaron con el idioma y la cultura boliviana. De aquella época recuerda que la cooperación suiza era fuerte sobre todo en el campo agrícola: semilla forrajera, proyectos forestales, importación de semillas, crianza de vacas y proyectos lecheros.

«Ahora se está más en lo que es gobernabilidad, derechos humanos, cosas más abstractas», precisa Markus Hugli y menciona que antes COSUDE tenía a 100 empleados en Berna y a 400 en los países donde estaba presente.

«Ahora es al revés, tenemos 100 personas en el terreno y 400 en Berna», alude antes de acotar que al trabajar con más contrapartes nacionales ya no hay paternalismo. Sin embargo, da a entender que el nuevo director de COSUDE estaría considerando la posibilidad de volver a la filosofía antigua; es decir, más expertos en el terreno, menos en la sede de Berna.

Su afición por la montaña boliviana

Markus Hugli no practicaba montañismo en Suiza por falta de tiempo, pero se animó a hacerlo en La Paz. «He subido al Illimani y siete veces al nevado del Huayna Potosí», cita sin omitir que este deporte es más peligroso aquí, porque no hay cabañas, teleféricos, ni nada. El mejor seguro, enfatiza, es estar bien entrenado.

Casado en segundas nupcias con la paceña Rosario Barrenechea Valda, en 1995, nuestro interlocutor volvió al país andino en el año 2000 tras estar en Berna y Nicaragua. «Bolivia me ha fascinado y sigue fascinándome. Desde los nevados hasta el trópico, pasando por los valles. Lo tienen todo excepto el mar», sostiene y añade:

«Me parece que hay más libertad que en Suiza. En Suiza es todo medido, cada centímetro tiene dueño, todo cuesta; aquí la libertad es del individuo».

Acaba de jubilarse y ha decidido quedarse en Bolivia. «Aunque me gusta Suiza, y estoy contento de ser suizo, en Bolivia me siento bien, me siento más libre», recalca Markus Hugli resumiendo por qué decidió sentar reales en un país que conoce desde hace 17 años.

swissinfo, Félix Espinoza R., La Paz

Tiene dos lugares de origen: Meikirch, cantón Berna, y Winterthur, cantón de Zúrich.

Tiene dos hijos, Michael y Elisabeth, de su primer matrimonio con una ruandesa, con quien vivió siete años en Bolivia. Ambos niños aprendieron a manejar con fluidez el francés y el español.

Desde 1995 está casado en segundas nupcias con la boliviana Rosario Barrenechea y reside en La Paz.

Es contable y ha trabajado en la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) desde 1966 hasta hace poco.

En su recorrido profesional estuvo en Nepal (1966-1970). Trabajó en Changugu, Ruanda (1971-1975). Luego tuvo misiones cortas en El Chad, Mali y Burkina Faso.

En 1985 llegó por primera vez a Bolivia, país en el cual COSUDE está presente desde 1969. Hugli alude con admiración al camino abierto por los primeros cooperantes suizos Daniel Bloc, Federico Michel y Felipe Schollé, quien se quedó en Reyes.

Markus Hugli acaba de jubilarse, pero sigue realizando misiones puntuales en Ecuador. Admira el paisaje singular de la geografía boliviana, las tradiciones y el modo de ser de sus gentes.

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