¿Un bono para quienes viven sanamente?
Para frenar el alza de las primas del seguro médico, hay quienes proponen recompensar a los asegurados que tengan una buena higiene de vida.
La idea puede seducir, pero sería difícil aplicarla y pondría fin al principio de solidaridad sobre el que se basa el sistema suizo de salud.
«Yo no fumo ni bebo, hago deporte y como con equilibrio.¿Por qué tendría que pagar el mismo monto de seguro médico que un obeso o un fumador?».
Esta solicitud puede parecer legítima frente a los argumentos sucesivos para justificar las primas del seguro médico básico.
En enero pasado, la Unión Democrática de Centro (UDC/derecha dura) fue la primera en lanzar la piedra, y una semana después lo hizo también Manfred Manser, director del Helsana, la compañía aseguradora suiza más grande con 1,6 millones de asegurados.
Quien contamina, paga
La idea es simple: quien vive sanamente debe ser favorecido con un bono y pagar una prima inferior a la de aquellos que conscientemente ponen en riesgo su vida. En cierto modo se trata de aplicar en el sistema de salud el principio vigente en la política medioambiental: quien contamina, paga.
Pero quien dice bonus, dice lógicamente malus… «No, no habría malus (puntos negativos). No se trata de penalizar a los obesos o fumadores, por ejemplo, sino de alentar a que adopten un modo de vida beneficiosa para la salud», responde Manfred Manser en la revista bimensual Bilan, que dedica todo un ‘dossier’ a este tema.
¿Cómo compensar entonces la falta de ganancia debido a una reducción de las primas? El director de Helsana no responde a esta pregunta, pero recuerda que el proyecto está apenas en la fase embrionaria.
Principio de solidaridad
Hoy en día, el sistema de las cajas de seguro médico descansa en el principio de solidaridad y del seguro básico boligatorio que garantiza prestaciones a cada asegurado.
Aun cuando pueda variar según la caja o el cantón, la prima es prácticamente la misma para todos; sea joven en buen estado de salud u octogenario con una hoja clínica pesada.
¿La introducción de un bono permitiría seguir garantizando esa solidaridad? ¿Y si al comienzo se penaliza a los fumadores y a los consumidores del acohol, porqué no extender este sistema a otras categorías de riesgo?
Un oficinista podría exigir entonces el pago de una primera menos alta que un obrero de la construcción, expuesto diez veces más a las probabilidades de sufrir una enfermedad ósea o de las articulaciones.
Caza de brujas
«Es justo pensar sobre esta proposición, por respeto a las personas con una buena higiene de vida. En principio, estamos de acuerdo. Pero no debe convertirse en una cacería de brujas», precisa Yves Seydoux, protavoz de Santésuisse.
Incluso la organización paraguas de las cajas de seguro médico helvéticas parecen conscientes de las dificultades para fijar los criterios que permitan establecer quiénes tendrían o no derecho a dicho bono.
Gianfranco Domenighetti, profesor responsable del departamento tesinés de la salud pública es categórico: «El principio es extremadamente peligroso porque llevará a una discriminación vinculada con el modo de vida. Da a las cajas de seguro médico el poder de decidir cuáles son los comportamientos que la población debe adoptar».
Además, un sistema de ese tipo cvastigaría a quienes ya están desfavorecidos. La proporción de fumadores, obesos y alcohólicos es más elevado en la categoría de los de bajos salarios y entre quienes tienen un nivel de formación limitado a la escuela obligatoria.
La solidaridad, que a pesar de algunas limitaciones caracteriza al sistema de seguro médico, sería afectada por el proyecto.
Esfera privada
Otro problema práctico es el siguiente: ¿cómo controlar a los asegurados? «Sería suficiente una declaración firmada», señala Manfed manser en las columnas de la revista Bilan. «En caso de enfermedad podríamos verficar fácilmente si mantuvieron sus promesas».
Pero la solución no es tan simple. Los médicos están sometidos al secreto profesional. ¿Tendrían que infringir esa norma para informar a las cajas de seguro médico la higiene de vida de sus pacientes? ¿O acaso será establecido un ejército de controladores ante cada negocio de ‘fast food’ o de tabaco? ¿Queremos realmente entregar la vida privada de los ciudadanos suizos a las aseguradoras?
Efectos paradógicos
La factura total de los costos de la salud llegan a unos 50.000 millones de francos por año. Los gastos vinculados con el alcoholismo rondan los 2.200 millones (5%), los de los fumadores unos 2.000 millones (4%) y los de la obesidad entre 1.000 y 1.600 millones de francos (3%).
Paradógicamente, los costos de la salud aumentarían a largo plazo si toda la población dejara de fumar. Esta es la conclusión de un estudio publicado en 1997 por la revista británica New England Journal of Medicine.
«La gente viviría más tiempo y veríamos la multiplicación de los casos de enfermedades crónicas, más costosas que el tabaquismo», explica Gianfranco Domenighetti.
«El aumento constante de los costos de la salud está relacionado sobre todo con la medicación creciente y el alza de las patologías asociadas a la inseguridad profesional, así como el envejecimiento de la población».
swissinfo, Daniele Mariani
Traducción: Juan Espinoza
En 2002, los costos de la salud en Suiza representaron 11,1% del Producto Interior Bruto (PIB) frente a 9,7% en 1995.
Entre 1997 y 2004 no cesaron de aumentar las primas del seguro médico: + 3,6% en 2002, y + 7% en 1998.
Suiza es el segundo país -después de Estados Unidos (14,6%)-, donde se gasta más en la salud pública.
Los gastos en el 2002 sumaron 47.900 millones de francos.
Se calcula que el 5% es imputable a los tratamientos relacionados con el alcoholismo, 5% tabaquismo, y 3% obesidad.
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