Un fenómeno en aumento
Entre 2.500 y 3.000 mujeres, principalmente de Europa del Este, América Latina y Asia, llegaron el año pasado a Suiza, víctimas de las redes del tráfico de seres humanos.
El fenómeno constituye el segundo negocio detrás del trafico de drogas.
Un informe sobre el tráfico de seres humanos, realizado por un grupo de trabajo interministerial, revela que Suiza es objetivo de los traficantes de seres humanos y que, a pesar del elevado número de víctimas, las condenas que se obtienen son muy escasas.
Esta situación se debe fundamentalmente a que las víctimas entran ilegalmente en el país y son deportadas antes de que sus casos lleguen a los tribunales, señala el documento.
Asimismo, este fenómeno, aunque no es novedoso ya que se ha desarrollado a lo largo de toda la historia, continúa aumentando y es el segundo ‘negocio’ tras el tráfico de drogas.
El fenómeno, cuyo desarrollo ha sido mucho más significativo durante la segunda mitad del siglo XX a partir de la Guerra Fría, encuentra sus principales causas en la pobreza y la falta de empleo.
En este sentido, según los datos aportados por la delegación helvética, durante 2001, entre 2.500 y 3.000 mujeres provenientes principalmente de Europa del Este, pero también de América Latina y Asia fueron víctimas de este tráfico de personas en Suiza.
Medidas adoptadas
Por ese motivo la Confederación Helvética ha tomado ya una serie de medidas de prevención que se aplican no únicamente en el territorio suizo, sino también en los países de origen.
Entre ellas destaca la creación de una Oficina de Coordinación entre el Ministerio de Justicia y Policía y la Oficina Federal de Policía que debería ser puesta en marcha a inicios del próximo año.
A ello se suma la ratificación de Protocolo Adicional de Trata de Seres Humanos, y el Protocolo de Venta de Niños y Prostitución y Pornografía Infantil de las Naciones Unidas.
Este informe incluye otro tipo de recomendaciones sobre las medidas a tomar para la prevención del fenómeno, el apoyo y despenalización de las víctimas y la persecución de los traficantes.
Medidas que incluyen campañas de información tanto en los países de origen como de cara a los clientes potenciales; unos controles más estrictos en la industria sexual; la mejora del acceso de las víctimas a la asistencia; así como el aumento de la cooperación entre las policías nacionales, las autoridades de persecución de la criminalidad y los servicios de asistencia e información.
Por último, de cara a una mayor efectividad en el plano internacional en la lucha contra este fenómeno, Suiza defiende el impulso de las medidas de prevención, la protección de las víctimas, los programas de asistencia para el retorno y la reintegración de las víctimas en sus países de origen.
Nayra Aguado, Bruselas
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