Un privilegio fiscal en tela de juicio
Unos miles de extranjeros ricos con residencia en Suiza se pueden dar el lujo de pagar al fisco sólo una parte mínima de sus ingresos.
Ese privilegio se extiende cada vez más, lo que suscita la molestia de la población y de la clase política.
Más de tres mil ciudadanos extranjeros tienen al menos una razón suplementaria para apreciar a Suiza: el fisco los trata con guantes.
En efecto, son beneficiarios de lo que se denomina imposición global o acorde con los gastos. Sus cargas fiscales no están calculadas con base en sus ingresos o su fortuna, como es el caso de otros contribuyentes.
Esos privilegiados gozan de gravámenes establecidos sobre la base de su «nivel de vida», un concepto más bien vago. Concretamente, y en general, deben desembolsar un impuesto correspondiente a un mínimo de cinco veces el alquiler anual o el valor de renta de su residencia.
En la mayor parte de los casos ese impuesto no es desdeñable, pero seguramente, no lo suficientemente importante para impedir a los beneficiarios conservar un buen nivel de vida…
Cada vez más beneficiarios
Se estima, por ejemplo, que el campeón de Fórmula 1, Michael Schumacher, paga al fisco suizo unos dos millones de francos por año.
A primera vista, una suma semejante parece adecuada. Pero, de hecho, corresponde solamente a 2% de los ingresos anuales del piloto (alrededor de 100 millones) y a un dos por mil de un patrimonio que se eleva a mil millones.
Una imposición equivalente al 2% de los ingresos netos invita a soñar a prácticamente todos los suizos, comenzando por los asalariados, cuyos ingresos son gravados centavo a centavo.
El número de beneficiados con la imposición global debería aumentar en los próximos años. En efecto, la entrada en vigor, en junio del 2004, de la segunda etapa del acuerdo para la libre circulación de las personas, firmado entre Suiza y la Unión Europea, abre prácticamente las puertas de la Confederación a los europeos ricos.
Disposición de las autoridades
Por su parte, los cantones y las comunas parecen siempre dispuestos a utilizar ese tipo de imposiciones para atraer a los extranjeros ricos y aumentar así sus ingresos fiscales. Un maná bienvenido, especialmente en momentos en que las colectividades públicas atraviesan un periodo de vacas flacas.
El otoño pasado, la revista Beobachter, de la Suiza de expresión alemana, intentó verificar la «disponibilidad» fiscal de una treintena de comunas. Les envió una carta, a nombre de un abogado ficticio en busca de una comuna de domicilio para un millonario extranjero.
Una tercera parte de las comunas contactadas no vaciló en llamar la atención sobre la posibilidad de acordar una imposición global al millonario.
La iniciativa de Beobachter, en todo caso, puso de nueva cuenta sobre la mesa la polémica sobre un sistema impositivo que irrita a la población y que comienza a ser percibido como injusto también por la clase política.
La izquierda quisiera simplemente abolir ese sistema. La derecha sueña, contrariamente, en que no sea exclusividad de los extranjeros sino que se amplíe a los suizos ricos.
Abolición en discusión
Este espinoso asunto de la imposición global ocupará a los parlamentarios durante la sesión de primavera. En efecto, los legisladores deben pronunciarse sobre una iniciativa de la diputada socialista Susanne Leutenegger Oberholzer, que reclama la abolición.
«Se estima que esa imposición permite a sus beneficiarios entregar al fisco sólo una décima de parte de lo que deberían pagar normalmente. Eso viola el principio de igualdad ante el fisco y debilita el sentido moral de los otros contribuyentes», afirma la diputada.
«Suiza es ya suficientemente atractiva en el plano fiscal y no debe recurrir al ‘dumping’ para atraer a los extranjeros ricos. Tampoco hay que olvidar que ese tipo de práctica corre el riesgo de generar una mayor hostilidad en el seno de la Unión Europea», agrega.
Privilegios también en el extranjero
Profesor de Derecho Fiscal de la Universidad de la Suiza italiana, Marco Bernasconi no cree que exista ese riesgo: «En efecto, la imposición global sólo se practica en Suiza, pero no hay que olvidar que un buen número de países europeos ofrece privilegios fiscales».
Un estudio realizado en el 2002 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) demostró que existían 36 normas fiscales calificadas de «perjudiciales» en los diferentes Estados europeos.
«La imposición global puede provocar una cierta perplejidad -considera Marco Bernasconi. Pero, por otra parte, aporta ingresos fiscales importantes en el momento mismo en que no se deja de hablar de reducir las prestaciones sociales o de aumentar los impuestos para sanear las finanzas públicas».
Los suizos del extranjero penalizados
El experto fiscal se opone a una abolición de la imposición global. Pero, igualmente, a una extensión en favor de los suizos ricos.
«No se puede hablar de inequidad en el tratamiento con respecto a los suizos desde el momento en que la imposición global no se aplica a las ganancias obtenidas por extranjeros en Suiza, sino en el extranjero», subraya Marco Bernasconi.
En su opinión, la sola inequidad en el tratamiento concierne a los suizos del extranjero que regresan a su país. Actualmente, pueden beneficiarse también de la imposición global, pero solamente durante el primer año posterior a su regreso y a condición de que la ausencia haya durado al menos 10 años.
«Cuando regresan, los expatriados son penalizados con relación a los extranjeros ricos que vienen a vivir en Suiza y que gozan de ese privilegio fiscal», subraya el experto.
swissinfo, Armando Mombelli
(Traducción, Marcela Águila Rubín)
Más de 3000 extranjeros ricos establecidos en Suiza gozan de la imposición global.
Esta fórmula es practicada en casi la mitad de los cantones.
90% de los beneficiarios habitan los cantones de Ginebra, Vaud, Valais, Tesino y los grisones.
Se estima que la imposición global hacer perder 2000 millones de francos por año al fisco suizo.
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