«¡Viva Chile», una denuncia
La pieza que presenta el teatro 'La Grenade', de Ginebra, busca crear conciencia sobre las violaciones a los derechos humanos de ayer y de hoy en todo el mundo.
«Quiero que el público que va a ver la obra vea el presente con libertad. Libertad para criticar, libertad para inventar nuevas formas de democracia, para ocuparnos de todos esos pueblos que viven bajo la sujeción, la dominación y la explotación. Creo que esta obra puede contribuir a encontrar una nueva forma de equilibrio», subrayó Miguel Norambuena, autor de la pieza, en entrevista con swissinfo.
Con Thierry Jorand en el papel protagónico, y la asistencia de Gilbert Maire, Filipo Gonteri y Marcela Sanpedro, la pieza está ambientada en ese 11 de septiembre de 1973 en que el general Augusto Pinochet encabezó un golpe de Estado contra del presidente constitucional de Chile, Salvador Allende.
«Comencé a escribir la obra hace varios años y la terminé en 1996. Es una pieza que entremezcla hechos biográficos míos con relatos de otras personas que vivieron ese 1973 en la ciudad de Temuco, en el sur de Chile, a 600 kilómetros de Santiago».
La pieza se centra en un arresto y en las torturas que siguieron. De esas vejaciones fue víctima Norambuena. Recuerda que cuando tenía 23 años fue capturado por los golpistas acusado de ser miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionario, el MIR, uno de los grupos guerrilleros a los que el militarismo chileno aniquiló.
Un homenaje
El autor explica que Temuco vivía un período de eferverscencia social mucho tiempo antes del golpe de Estado.
«Se trata de una región poblada mayoritariamente por indios mapuches, cuyas reivindicaciones por la tierra eran conocidas con anterioridad. Ellos querían trabajarla y hacerla producir. Los caciques de la región, por supuesto, se los impedían y las luchas políticas estaban a flor de piel. Se quería el respeto a los derechos humanos y la vigencia de la libre expresión», indica.
A 29 años de distancia, el ahora colaborador del Centro de Psicología Social Racade, de Ginebra, dijo que entre otras razones, escribió la pieza teatral como reconocimiento de los pueblos autóctonos de Chile que mostraron una vez más su valentía en esos difíciles momentos.
«¿Por qué? Porque cuando los militares los llevaron a los regimientos y les preguntaban por mí, ellos decían que no me conocían. Entonces me di cuenta que fue gracias al silencio de ellos, que yo podía hablar y esa era la temática de mi vida: una deuda con el pueblo chileno. Por eso me puso a escribir», afirma.
Función terapéutica
El autor reconoce que la pieza es un medio para exorcizar viejos demonios. Los fantasmas de la tortura y las secuelas psicológicas que le causó el hecho de haber sido arrestado y maltratado.
«Sí. Seguramente hay algo de eso. Pero lo que me parece más curioso es que, claro, eso sucedió en 1973. Pero cuando tu ves lo que pasa en estos momentos en el mundo, como el caso de los talibanes presos en Guantánamo, es como si ese pasado se me hiciera presente. Ese pasado, no me sigue; más bien lo tengo adelante. Hay que ver lo que pasa en Afganistán, en Ucrania, en Palestina, en el mundo entero. Es cierto. Hay una búsqueda de sacarse eso de encima, es una forma de exorcizar ese dolor. Pero, al mismo tiempo, es un reflejo de lo que está sucediendo hoy en día», expresa.
La pieza «Viva Chile», será presentada hasta el 31 de enero y cuenta con el apoyo financiero de la ciudad de Ginebra, del Departamento de Instrucción Pública del cantón de Ginebra, el Comité Memoria y Justicia; la Organización Mundial contra la Tortura y la Radio Zones.
Enrique Dietiker, Ginebra
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