«Ya no está garantizada la impunidad para los poderosos»
Carla del Ponte fue premiada en Italia por su compromiso en la defensa de los derechos humanos. La embajadora de Suiza en Argentina dice que el silencio que le impone la Confederación sobre su libro de memorias le pesa. Anuncia públicamente su retiro de la diplomacia en 2010.
Toda la sala se levantó para aplaudirla, adultos y adolescentes. Estudiantes de bachillerato y de escuelas profesionales llenaban la bella ‘Salla de Quattrocento’, en el centro histórico de la ciudad de Orvieto, en Umbria (Italia central).
«Como magistrada, a menudo he tenido que dejar de lado mis emociones pero hoy no es posible», les dice Carla del Ponte, venida ex profeso desde Argentina, donde es embajadora de Suiza. La ciudadana del Tesino se desplazó para recoger el Premio de la ciudad por la defensa de los derechos humanos, uno de los más importantes en ese ámbito. La distinción le fue otorgada por su compromiso durante su función como procuradora del Tribunal Penal Internacional para Ruanda y la antigua Yugoslavia en La Haya.
«Fue premiada, ya que los derechos fundamentales en el mundo se defienden también con la acción jurídica contra los criminales de guerra. Como magistrada más bien molesta, Carla del Ponte a menudo se entregó a fondo para lograr ese objetivo», explica Gaetano Silvestri, juez del tribunal constitucional italiano y miembro emérito del jurado.
En nombre de las víctimas
«Nuestro agradecimiento también a esta señora -añade Clelia Piperno al leer la motivación oficial-, en nombre de aquellos que ya no están aquí, de esos miles de hombres, mujeres y niños masacrados en África y en los Balcanes.»
Indirectamente, Carla del Ponte también recuerda a las víctimas del genocidio ruandés y de la guerra en la antigua Yugoslavia cuando describe las etapas de su trabajo de procuradora de la ONU.
Habla del escepticismo inicial de los representantes del Consejo de Seguridad de la ONU. «Muy pocos creían que sería posible atrapar a los culpables».
Menciona las dificultades para detener a los acusados de alto nivel, a menudo protegidos y ocultos en países donde eran considerados héroes. Recuerda todas esas fosas comunes que los expertos tenían que abrir. «Al cabo de tres semanas renunciaban porque, desde el punto de vista emocional, ya no podían continuar».
Valió la pena
Carla del Ponte traza un balance positivo de su actividad en La Haya: 161 altos responsables políticos y militares fueron detenidos y algunos condenados: 45 están en espera de juicio y dos aún no han sido hallados, incluido Mladic, el general serbio acusado de crímenes de guerra en Bosnia y que la ciudadana suiza tanto persiguió.
«La impunidad, que siempre estuvo garantizada a los poderosos, ya no lo está». Insiste: demostramos que se trata de un reto inmenso pero posible aunque estemos aún muy lejos de la desaparición definitiva de estas atrocidades.
En la sala, las preguntas de los jóvenes auditores surgen de todas partes.
Alguien le pregunta incluso si no es posible que un tribunal penal internacional pueda investigar sobre crímenes cometidos hace mucho tiempo como, por ejemplo, la exterminación de los indígenas en Canadá.
Un pesado silencio
Pero la pregunta más delicada para la actual embajadora de Suiza es planteada por una maestra: «Varios de mis alumnos querrían que hablara de su libro» (La caza, los criminales de guerra y yo, Ediciones Feltrinelli).
Carla del Ponte sonríe: «Me pone en una situación difícil», responde. Explica que escribió esa obra en colaboración con el periodista americano Chuck Sudetic antes de convertirse en diplomática. Después, Michleine Calmy-Rey, la ministra de Exteriores de la que depende, le prohibió hablar de él, con el fin de no hacer publicidad: «No estoy necesariamente de acuerdo, pero debo obedecer», precisa.
Su libro ha suscitado interés, pero también una determinada polémica, sobre todo debido a las fuertes acusaciones lanzadas por la magistrada contra algunos protagonistas de la guerra de los Balcanes, procedente, en particular, de Kosovo del que Suiza reconoció oficialmente la independencia.
A la pregunta sobre si el dictado de Berna le pesa: «Me pesa, y mucho, ya que no logro entender su utilidad pero como lo dije, me someto», responde Carla del Ponte.
En cuanto a la reciente entrevista concedida a una televisión alemana, Carla del Ponte explica que «hubo un malentendido: había dicho al periodista que antes de hablar del libro, habría debido pedir la autorización a mi Ministerio. No obstante, no hubo reacción por parte de Berna, lo que significa que el episodio no se consideró como grave.»
Retiro en 2010
Carla del Ponte nos confía que, a partir del año que viene, podrá de nuevo hablar libremente de su libro. ¿Eso significa que se retirará de la carrera diplomática en 2010?
«Exactamente, ya que mi mandato de embajadora en Argentina llegará a su término y yo me consagraré entonces a otra cosa: dictaré conferencias, participaré en encuentros sobre derecho internacional y a jornadas como ésta, sobre la promoción de los derechos fundamentales del hombre». Casi se tiene la impresión de que ‘Carlina la plaga’, como fue denominada en su cantón nativo y como se presentó al público de Orvieto, se alegra.
Para no olvidar a Falcone
Este año se cumple el 17º aniversario del atentado de Capaci, cerca de Palermo, donde la mafia hizo explotar el vehículo de su principal enemigo, el juez Giovanni Falcone, que regresaba de Roma con su mujer, Francesca Morvillo, al bastión siciliano. En el acto murieron también cinco miembros de su escolta.
Giovanni Falcone fue un gran amigo de Carla del Ponte, con la que colaboró intensamente cuando la procuradora trabajaba en el Tesino. En el verano de 1989, se encontraban juntos en Addaura, cerca de Palermo, cuando la policía frustró, in extremis, un atentado con bomba del que ambos eran blanco.
Carla del Ponte no vaciló un momento: destinará los 10.000 euros de su premio a la Asociación Giovanni Falcone.
«Ese día (22 de mayo) normalmente voy a Palermo para conmemorar a Falcone. El hecho de dedicarle este premio me parece un gesto natural. Hace varios años que me distancié de la lucha contra la mafia, pero es importante mantener la lucha contra los crímenes internacionales, comenzando por la parte baja para llegar a los verdaderos responsables.»
Aldo Sofia, swissinfo.ch, Orvieto
(Traducción: Marcela Águila Rubín)
Nacida el 9 de febrero de 1947 en Lugano, Carla del Ponte es originaria de Valmaggia.
Al término de sus estudios de Derecho en las Universidades de Berna y Ginebra, efectúa sus prácticas en Lugano y prosigue su carrera en el Tesino como abogada y luego como magistrada. Es divorciada y tiene un hijo.
En 1994, es designada a la cabeza del Ministerio Público de la Confederación. Tres años más tarde, el Consejo de Seguridad de la ONU le confía el cargo de fiscal principal del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia de La Haya.
En 2008, Carla del Ponte se convierte en embajadora de Suiza en Buenos Aires.
El premio: el Premio Internacional para los Derechos Humanos de la ciudad de Orvieto es instituido y organizado por el municipio de esa ciudad bajo el Alto Patrocinio del Presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano.
Anual: se otorga cada año a personas y organizaciones que se distinguen en la defensa de los derechos humanos.
10.000 euros: en el momento de la entrega del premio que consiste en una suma de 10.000 euros, el laureado debe designar el nombre de la organización no gubernamental a la cual se compromete a destinar el monto y a precisar el uso que se le va a dar.
Premio anterior: el año pasado el premio fue entregado al periodista tunecino Souhayr Belhassen.
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