Viena recuerda a Ferdinand Hebra, el medico austríaco pionero de la dermatología moderna
Olatz Castrillo
Viena, 19 mar (EFE).- La piel es la protagonista de una exposición dedicada en Viena al médico austríaco Ferdinand Hebra (1816-1880), pionero de la dermatología moderna, quien revolucionó esta disciplina identificando nuevos tipos de enfermedades de este órgano humano.
«Su gran idea fue que la piel es un órgano en sí mismo», destacó en declaraciones a EFE Thomas Schnalke, comisario de la exposición que está abierta al público desde este miércoles en el Museo de Josephinum de Historia de la Medicina.
Hasta entonces, los médicos consideraban que la piel era como una capa que recubre el cuerpo y creían que las enfermedades se manifiestan en la piel debido a los fluidos internos como sangre o la bilis, explicó el alemán, experto en historia de la medicina.
A partir de 1841 Hebra comenzó a estudiar las enfermedades de la piel en el Hospital General de Viena donde no solo aprendió a distinguir mejor estas dolencias sino que descubrió otras nuevas.
Según detalló Schnalke, uno de los descubrimientos más importantes fue sobre la sarna, ya que Hebra averiguó que no era una enfermedad que provenía del interior del cuerpo por fluidos podridos, como se pensaba a mediados del siglo XIX, sino por un parásito externo.
Sus hallazgos se vieron reflejados en el ‘Atlas de Enfermedades de la Piel’, un libro publicado por Hebra en diez fascículos entre 1856 y 1876, que revolucionó la dermatología, pues incluía enfermedades que no se conocían hasta entonces, como el ‘lupus eritematosus’, un tipo de tuberculosis cutánea que producía rojeces en la piel en forma de mariposa.
«Él describió esta enfermedad, pero no fue capaz de deducir cuál era su causa. Mucho más tarde se descubrió que es una enfermedad autoinmune», detalló Schnalke.
El Josephinum expone en su muestra algunas de las cien ilustraciones incluidas en el Atlas que solían tener los pacientes de von Hebra.
Entre estas ilustraciones destaca el retrato de George Costentenus, un capitán de barco griego-albanés que tenía todo el cuerpo tatuado tras un viaje a China en el que le hicieron los tatuajes a la fuerza a modo de castigo por piratería y robo.
Hebra demostró que su piel estaba «completamente sana» y lo incluyó en su Atlas «porque le impresionó mucho ver que alguien tenía 388 tatuajes en su cuerpo», añadió el comisario de la exposición.
También destacan los ‘moulages’, unas reproducciones en 3D hechas con cera de distintos tipos de tuberculosis cutánea conocida en el siglo XIX como ‘lupus vulgaris’, que provocan heridas en las manos y los pies «que daban la impresión de que los pacientes habían sido mordidos por un lobo».
Hebra definió un sistema de doce categorías para clasificar las enfermedades de la piel que fue muy influyente en el siglo XIX y que rápidamente fueron adoptados por otros médicos de la época.
«Fundó la Escuela de Dermatología de Viena y la gente veía a formarse como dermatólogos según sus principios», cuenta Schnalke.
Gracias al trabajo de Hebra, la dermatología se convirtió en una disciplina científica propia y posicionó a Viena, entonces capital del Imperio Austro-Húngaro, como un referente en este campo de la medicina. EFE
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