Vivir a 11 metros bajo el mar en Panamá en busca de un récord
A 11 metros de profundidad frente a las costas de Panamá, el alemán Rüdiger Koch vive desde hace dos meses en una cápsula adherida a una casa futurista construida sobre las aguas del mar Caribe.
Con su insólita aventura, que pretende seguir dos meses más, este ingeniero aeroespacial, de 59 años, quiere ganar un récord Guinness y demostrar que se puede vivir plácidamente y trabajar bajo el mar.
«Trasladarnos al océano es algo que deberíamos hacer. Es mucho más tranquilo estar aquí abajo, no es como la vida en la ciudad, lo que se escucha son las olas» y el leve «ruido de los peces», dice en inglés Koch a periodistas de la AFP, en su encierro.
En 30 m2 tiene un inodoro portátil, una cama, un televisor, una computadora, una bicicleta estática y abanicos. También internet satelital y usa energía solar, aunque dispone de un pequeño generador eléctrico. Pero no tiene ducha.
«Me despierto a las seis, sigo las noticias, trabajo un poco y luego preparo el desayuno para ocuparme de todas las cosas que surgen a diario», cuenta Koch.
Sobre una mesita hay un ejemplar de su libro favorito: «20.000 Leguas de Viaje Submarino», la obra clásica del novelista francés del siglo XIX, Julio Verne.
Admirador del capitán Nemo, Koch inició su reto el 26 de septiembre y planea emerger el 24 de enero para superar el récord como la persona que más tiempo ha pasado bajo el agua sin despresurización. Actualmente ese título está en poder de Joseph Dituri, que pasó 100 días en un habitáculo sumergido en un lago de Florida.
Dos relojes digitales de un metro cada uno marcan los días, minutos y segundos que lleva y los que le faltan.
– Ventanas turquesas –
A la casa flotante, ubicada frente a las costas de Puerto Lindo, en Portobelo, se puede llegar tras 15 minutos en bote a motor desde la marina Linton Bay.
La vivienda, de forma circular y ventanas con vista de 360 grados, está montada sobre una estructura cilíndrica, por lo que para entrar se debe subir por una escalera colgante o un montacargas.
Ya adentro, una estrecha escalera de caracol desciende por el cilindro hasta la cabina sumergida de Koch.
«No es particularmente duro, no siento que esté sufriendo aquí abajo en absoluto, aunque lo más difícil es que a veces quiero bucear», asegura.
Desde las ventanas circulares de su cápsula, se pueden ver peces de diferentes tamaños. «Tienes una vista muy diferente», dice con el fondo turquesa de las aguas.
Koch asegura que el material de la cápsula donde vive es amigable con el medioambiente; sus paredes externas están hechas de un material parecido al de las conchas que permite ser hábitat de corales y peces.
– «Una buena ducha» –
Cuatro cámaras lo vigilan para confirmar que no aborta su misión y que todo marcha bien. Arriba en la casa, el israelí Eial Berja, experto en seguridad, controla sus movimientos desde una pantalla.
«Hemos tenido vientos, olas y lluvias en los que no se ve nada, estamos solos en medio del océano», dice Berja, quien contó que hace días un temporal casi acaba con el plan.
Koch recibe alimentos desde el exterior y es visitado por un médico y sus dos hijos. «La última vez que miré aún estaba casado», bromea sobre la próxima visita de su esposa tailandesa.
«Decidimos buscar el récord Guinness para poder mostrarle al mundo que» se puede «innovar y vivir bajo el agua», dice a la AFP el canadiense Grant Romundt, con quien Koch fundó una compañía que ya construyó tres casas flotantes en esa zona del caribe panameño.
Gane o no el Guinness, cuando salga de su encierro voluntario, Koch tiene claro lo primero que hará: «Voy a tomarme una buena ducha, de una hora más o menos».
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