Wieviorka señala «analogías inquietantes» entre la II Guerra Mundial y el tiempo actual
Fernando Prieto Arellano
Madrid, 11 abr (EFE).- «Debemos tener cuidado con las comparaciones históricas, porque la historia ciega tanto como ilumina», pero entre la Segunda Guerra Mundial y la época actual «se observan varias analogías que resultan inquietantes», afirma el historiador francés Olivier Wieviorka en entrevista con EFE .
Wieviorka acaba de publicar la versión en español de «Historia total de la Segunda Guerra Mundial» (Crítica), una obra monumental de más de mil páginas en la que, siguiendo el modelo de la Escuela francesa de los ‘Annales’, aborda esta contienda desde ángulos tan diversos como el económico, el diplomático, el logístico, el político y el diplomático, además del puramente militar y estratégico.
En la entrevista, el historiador francés alude a esas analogías y señala que actualmente «Rusia muestra un deseo de hegemonía comparable al que la animaba antes de la guerra. No olvidemos que Moscú aprovechó la amenaza alemana para atacar Finlandia (en noviembre de 1939) y anexionarse parte de Polonia y los países bálticos».
«De la misma manera -prosigue-, Estados Unidos no se apresuró a ayudar al Viejo Continente en 1939, tal como parece estar retirándose de Europa hoy».
No obstante, precisa, «la Rusia de Vladimir Putin ya no es la de Stalin, y los Estados Unidos de Donald Trump ya no son los de Franklin Roosevelt, y a ello hay que añadir que el factor nuclear, al proteger ciertos territorios, desempeña un papel estabilizador que limita las ambiciones hegemónicas, factor que no existía en vísperas de la Segunda Guerra Mundial».
A juicio de Wieviorka, profesor de la Escuela Normal Superior y miembro del Instituto Universitario de Francia, «siempre debemos ser cautelosos con las comparaciones históricas, pero algunas analogías son preocupantes».
Y en este sentido afirma que «el poder de la extrema derecha en Europa es un fenómeno relativamente reciente que recuerda a la Europa de antes de la guerra», si bien precisa que «que estos movimientos de extrema derecha parecen ahora más pacifistas que belicistas».
«De la misma manera – señala-, la distancia que Estados Unidos está tomando respecto de Europa debería recordarnos que no intervino en 1939 para salvar a Francia o a Gran Bretaña», cuando estas declaran la guerra a Alemania tras invadir Polonia, y que no se sumaría a la contienda hasta después del 7 de diciembre de 1941, cuando se produce el ataque japonés a Pearl Harbor.
Wieviorka no se muestra muy de acuerdo sobre la hipótesis formulada por algunos autores que ven notables similitudes entre la confusa situación actual y la de Alemania tras el final de la I Guerra Mundial, conocida como la época de Weimar (1919-1933), cuando turbulencias sociales, económicas y políticas terminaron por propiciar la llegada de Adolf Hitler al poder.
«La Alemania contemporánea ya no es la de Weimar, a mi juicio. La democracia es más robusta y, si bien la extrema derecha se está volviendo más poderosa, la extrema izquierda es menos fuerte, lo que ofrece la posibilidad de construir un bloque de centro democrático más sólido», afirma.
Con respecto al enfoque multidisciplinar que ha dado a su obra y las diferencias que esta presenta con otros textos sobre el mismo tema presentados por autores anglosajones, los más prolíficos sobre la cuestión, Wieviorka considera que estos «han ofrecido síntesis muy valiosas. Pero ellos ven la historia desde su balcón. Por lo tanto, tienden a enfatizar la historia militar y descuidan ciertos aspectos: la economía, la ideología, la cultura política».
Cuando se aborda la cuestión de la Segunda Guerra Mundial con un historiador francés es inevitable sacar a colación asuntos como la «debacle» de junio de 1940 y la ocupación alemana, acompañada de los espinosos temas de la «colaboración» y la «resistencia.»
«Uno podría pensar que los fantasmas del pasado se disiparían, pero no es así. La Resistencia constituye todavía hoy un elemento importante de la memoria nacional francesa, y con razón, me parece, porque si bien tuvo poco peso militar, sí tuvo una influencia decisiva en términos políticos y morales», destaca.
Por lo que se refiere a la Francia de Vichy, a la figura del mariscal Phillipe Pétain y a la «colaboración», el historiador sostiene que «es sorprendente» que una parte de las fuerzas conservadoras francesas «le siguen considerando hoy como el escudo que evitó a Francia muchas pruebas» pero «los historiadores han demostrado lo contrario, aunque el mito sobrevive. Una parte de la derecha, de hecho, se ha hundido en el ‘vichyismo’ y en el colaboracionismo». EFE
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