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Yemen, entre esperanza, paralización y ruina

El presidente Saléh debe partir, exigen los manifestantes en la capital yemení, Sanaa. Reuters

Tras semanas de protestas sostenidas en Yemen contra el régimen del presidente Ali Abdallá Saléh, la violencia aumenta.

Pese la amenaza de guerra civil, la politóloga Elham Manea no pierde las esperanzas sobre el futuro de su país.

swissinfo.ch: Usted estuvo hace poco en Sanaa y participó en una manifestación. ¿Cómo percibió la situación allá?

Elham Manea: Percibí esperanza y la fuerza de cambio de los jóvenes. Es la primera vez que sentí que puede ser posible un cambio. Aún pese a que veo que todos los factores están en contra. Antes casi renunció a guardar las esperanzas.

swissinfo.ch: Las protestas se extendieron en días pasados. Las fuerzas de seguridad han establecido una fuerte represión en contra de los opositores al gobierno. Ha habido heridos y muertos. ¿Había usted considerado esa escalada?

E.M.: No en Sanaa, puesto que allí hay mucha gente que pertenece a las tribus norteñas. Yo esperaba que las autoridades se contuviesen. Pero parece que el nerviosismo ha aumentado en el régimen.

swissinfo: ¿Quiénes son los que salen a manifestarse a la calle?

E.M.: Esto se inició en el norte yemení con estudiantes de la Universidad de Sanna, después se unieron estudiantes de otras ciudades. En la Plaza Taghier de la capital, donde estuvo el 28 de febrero, protestaban estudiantes, amas de casa, islamistas, periodistas, miembros de organizaciones civiles, un amplio espectro de la población. Todos ellos tienen suficiente del gobierno y quieren un cambio.

swissinfo.ch: ¿Existe un consenso en el seno del movimiento opositor sobre un programa político en el país?

E.M.: Ese es un problema. Se lee en las páginas de Facebook que ese joven movimiento desea un Estado secular, un Estado democrático con poderes separados y Justicia.

Al mismo tiempo, sin embargo, se nota que hablan de cambio sin saber cómo proceder. Falta un “Road-Map”. ¿Y quién vendrá tras Saléh? Esa es la cuestión. Especialmente los jóvenes quieren construir un sistema, pero hasta ahora no hay un dirección frente a su movimiento.

En el contexto yemení es casi imposible un cambio sin violencia. Esto se debe a que el clan del presidente Saléh controla todo: seguridad, ejército, servicio secreto.

Los manifestantes exigen la salida de Saléh con todo su clan. Lograrlo es difícil. No será sencillo que hagan maletas y partan, pues no quieren renunciar al poder. Al estar allí constaté que una parte de ese grupo empezó a distanciarse de Saléh. Puede ser que lo sacrifiquen.

swissinfo.ch: El presidente Saléh anunció la semana pasada una completa reforma constitucional, con real separación de poderes, además de una nueva conformación gubernamental. ¿Por qué la población rechaza sus propuestas?

E.M.: No tienen confianza alguna. Me refiero a la joven generación. Los opositores de la vieja guardia, que antes colaboraron con el gobierno, se oponen también porque no tienen otra opción, puesto que se dan cuenta que la gente en las calles no quiere más al régimen.

Saléh busca un camino para permanecer en el poder. Pero sea lo que sea que sugiera, los opositores lo rechazarán. Esa es una parte del problema, puesto que esto significa estancamiento, lo que puede conllevar a una escalada .

swissinfo.ch: Yemen se considera un Estado débil con estructuras tribales fuertes, gran cuota de paro, extendida corrupción y mucha pobreza. ¿Aún se puede salvar al país?

E.M. Los jóvenes creen que es posible, una creencia que puede ser un inicio. Pero cuando analizó con franqueza todos esos factores negativos, veo un gran desafío. Para resolver todos esos problemas necesitamos una unidad nacional y una dirección que ame más al país que así misma.

swissinfo.ch: Los expertos religiosos hablan de una guerra civil, los observadores, de un desmoronamiento del país; una situación parecida a la de Somalia. ¿Temores con fundamento?

E.M.: Una guerra civil es posible, cuando se observa la brutalidad con la que actúan las autoridades contra los manifestantes en el sur yemení, con el pretexto de que se trata de secesionistas.

Una guerra civil no sólo es posible entre el norte y el sur. En últimos tiempos se produjo una polarización entre el clan de Saléh y la confederación Hashid del jeque Hamid y Sadiq al-Ahmar. Todos saben que un movimiento en falso puede conducir a la erupción de la violencia.

En Somalia se produjo un desarrollo similar antes del derrumbamiento estructural.

swissinfo.ch ¿Ve paralelos entre los movimientos protestatarios yemeníes y aquellos ocurridos en Egipto y Túnez?

E.M.: Los paralelismos están dados: alto nivel de desempleo, corrupción, sistema político estancado, falta de libertades, pobreza, injusta distribución de los recursos. Todos esos problemas existen en esos países.

Hay también diferencias significativas: Túnez y Egipto son Estados con una identidad nacional sólida. Las divisiones allí no ocupan a grupos étnicos y clanes.

En Egipto existen más bien grupos religiosos como musulmanes y coptos, pero ninguno de ellos duda ni un solo minuto, que ambos son egipcios. Cuando en Yemen alguien dice que es yemenita, la pregunta inmediata es ¿del norte o del sur de Yemen?.

Lo interesante es, empero, que los manifestantes ya no creen en esa separación étnica o confesional. Ellos dicen ser yemenitas. Y así lo creen realmente. Tal vez está la esperanza de que a través de esa generación lago se mueva.

swissinfo.ch: ¿Cómo debe reaccionar la comunidad internacional ante los disturbios en Yemen?

E.M.: Hay que decir con claridad que no hay que responder con violencia a las manifestaciones pacíficas. Y se debe intentar a todo precio de apoyar a ese país, para que no se desmorone. De lo contrario tendremos una segunda Somalia.

En realidad, el país necesita de ayuda al desarrollo. Sin embargo, la lo impide. Hasta que el problema de la corrupción en corrupción epidémica Yemen se resuelva, no se puede esperar que otros países lleguen con ayuda financiera.

22 millones de habitantes.

42% de la población es pobre.

Un tercio padece de hambre.

La mayoría de los yemeníes son musulmanes, de diversas tendencias: sunitas, chiitas, zaiditas. A esto se suman alrededor de 400 judíos.

La lengua oficial es el árabe.

El Estado es una república presidencial islámica.

El presidente Ali Abdallá Saléh tiene 32 años en el poder.

Desde 1978 fue presidente de la República Árabe de Yemen (Yemen del Norte) y desde 1990, con la unión de la República Democrática de Yemen (Yemen del Sur), presidente de la República de Yemen.

Nació en 1966 en Egipto, de madre egipcia y padre proveniente del norte yemení.

Vivió en total nueve años en Yemen. Desde 1995 vive en Suiza. Casada con un suizo, tiene la nacionalidad suiza y yemení.

Hija de diplomático, estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Kuwait y en la Universidad Americana de Washington, EE.UU y realizó su doctorado en la Universidad de Zúrich, donde es docente especializada en la semipenínsula árabe y en la posición de la mujer en el mundo árabe.

(Traducción: Patricia Islas)

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