Con sus aves de rapiña, Ulrich Lüthi viaja por diferentes ciudades. Su tarea consiste en liberar avenidas, parques y espacios privados de las grajas, una actividad que el diccionario define como “volatería” y que se encuentra en vías de extinción.
Un gorjeo en su celular anuncia el arribo de un nuevo mensaje. Mientras conduce, del portaequipaje del auto llega un silbido y del asiento trasero, donde están instaladas sus aves de presa, un chillido incesante. Del espejo retrovisor cuelga una caperuza para halcón decorada con plumas, y del llavero, un guante de cetrero en miniatura y una cabeza de pájaro en plata.
Desde hace 15 años, Ulrich Lüthi no ha tenido vacaciones. Esto, sin embargo, está lejos de entristecerlo. “Encontré mi camino”, dice el halconero al recorrer las ciudades de Thun y de Berna.
Hace algunos años, los científicos se alegraban con el aumento de grajas en Suiza, indica. Ahora, su presencia está mal vista en muchas ciudades. Sus movimientos y sus excrementos molestan a los habitantes. No les impresiona la presencia de seres humanos, pero temen a las aves rapaces. Por lo tanto, las autoridades comunales contratan a Ulrich Lüthi para ahuyentarlas.
Con sus pájaros en los brazos, el cetrero camina por las calles y los parques mientras conversa. Los transeúntes, jóvenes y mayores, le hacen preguntas y le agradecen su trabajo, una actividad que ya casi no se ejerce.
Paralelamente, dirige otros proyectos con sus rapaces: organiza visitas, ofrece actividades para niños o participa en mercados y ferias medievales. Su forma de tratar a los animales revela una gran sensibilidad, la misma que utiliza para ayudar a personas enfermas.
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